sábado, 4 de febrero de 2012

La víspera del PAN ACENTOSJuan Gabriel Valencia



Si gana Cordero, habrá ganado el oficio político del panismo experimentado, a pesar de que en julio su derrota sea casi segura.
Ilustración: Mario Fuantos
Comienza mañana domingo la elección propiamente dicha de la candidatura del PAN a la Presidencia de la República. Si no es que mañana mismo termina. No es un asunto menor. Al margen de filias y fobias partidarias —me declaro pública y notoriamente fóbico—, el resultado de la primera vuelta electoral, y si fuese necesaria la segunda, dirá muchas cosas del panismo y de los panistas. Algunas positivas, otras negativas. En cualquier caso debería generar múltiples interrogantes en torno al estado actual de la cultura política de México en un segmento de población cuya importancia no es menor.
Veo en las encuestas publicadas del día en que este artículo se escribe que BGC entre miembros activos y adherentes del PAN sitúa con 56% de las preferencias a Josefina Vázquez Mota y con 27% a Ernesto Cordero. Dos a uno. Gabinete de Comunicación Estratégica ubica a Josefina Vázquez Mota en 52%, a Santiago Creel en 23% y a Ernesto Cordero en 22% en encuesta entre “cercanos al PAN”. Otro encuestador, de los serios, me decía esta semana que apostaba las escrituras de su casa a que Josefina Vázquez Mota saldría victoriosa de esta elección interna. De una u otra forma, Parametría, Mitofsky y Buendía han registrado las mismas tendencias. Y no hay por qué poner en duda la probidad y la exactitud de los encuestadores citados.
El problema y las interrogantes surgen del análisis político, no de la calidad de las investigaciones demoscópicas.
Aceptemos como supuesto la especie difundida de que Ernesto Cordero es el candidato del presidente Calderón. Su discurso de precampaña ha sido de promesa y garantía de continuidad en los grandes temas del calderonismo: enfrentamiento al crimen organizado, estabilidad económica, creación de infraestructura, dejar atrás el pasado de corrupción del PRI.
El discurso de Josefina Vázquez Mota ha estado en otro nivel, por no decir que en otro planeta. Generalidad, ambigüedad quizá intencional, que no la compromete con la continuidad y una capacidad mediática que ante cualquier interrogante es como apretar la tecla de play y puede sonar convincente y persuasiva, aunque al final no sepamos qué dijo.
Dado el gen priista de quien esto escribe, no se entiende por qué el segmento más duro del PAN habría de votar a favor de una mujer (y el comentario no es ni culposo ni discriminatorio), cuya carrera pública está signada, primero, por la extensión del programa estrella del PRI en los noventa, Progresa; segundo, en su desencuentro y forcejeo con la cacique magisterial en Educación Pública, y después en su salida lateral a la Cámara de Diputados, ya que no era funcional al proyecto político-educativo del presidente Calderón, quien la sustituyó con Alonso Lujambio, que sí era funcional para esos fines y dejó de serlo por razones absolutamente imprevisibles en el momento de aquella decisión.
¿Cómo se podrán leer los resultados de la elección interna del PAN? Si gana Vázquez Mota en una primera vuelta, con márgenes de sobra para que ahí termine la elección interna, ¿hemos de pensar que la mayoría democrática de los militantes y adherentes del PAN, su núcleo, están en desacuerdo con el presidente Calderón? Si gana Vázquez Mota sin márgenes y que obliguen al PAN a una segunda vuelta o si gana Cordero, ¿qué piensan los panistas de su capacidad de operación política interna? ¿En eso fincan el 1 de julio, más la campaña negativa contra el PRI?
Los panistas siempre se jactan de ser diferentes porque toman decisiones libres, según ellos, a diferencia de otros partidos, secundados por analistas que prenden incienso y cantan loas a la incertidumbre democrática como valor en sí mismo. La libertad de elegir en términos racionales no es sinónimo de la desviación sociológica. El sufragio individual no equivale al ejercicio activo de la contradicción grupal. La lógica de la incertidumbre democrática no es el espejo de un Montessori de adultos armados de una credencial de elector en la impunidad de la secrecía del voto.
Si al final del camino, mañana o el 19 de febrero se impone Josefina Vázquez Mota, el presidente Calderón habrá aprendido una lección de vida de que no se puede jugar con el aventurerismo y la improvisación con una trayectoria como la de ella y se revierte. Si gana Cordero, habrá ganado el oficio político del panismo experimentado, a pesar de que en julio su derrota sea casi segura. Una disyuntiva para quedar perplejos.

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