Elsy Angarita dijo que el último día de vida de su hijo, él intentaba distraerla cuando ella lo regañó por no hacer la tarea escolar. "Me estaba hablando y yo lo reté porque esperaba hasta último momento para realizar su tarea", relató Angarita, residente de Caracas, Venezuela. Él dijo: "mamá, te amo". Y yo le dije: "Yo también te amo pero no cambies de tema".
Horas después aquella tarde, mientras caminaban por las calles de la ciudad, dos muchachos que circulaban en una motocicleta se detuvieron a unos pasos. Uno, que llevaba un vestido y una peluca, saltó de la moto y comenzó a disparar con una pistola. Cuando se detuvo la balacera, Angarita vió que su hijo de 8 años yacía sin vida en el pavimento.
"Creo que es muy fácil conseguir armas y municiones [en Venezuela]", dijo la acongojada mujer, que sollozaba mientras recordaba aquel trágico día. "Si las armas y las municiones son tan caras,¿cómo alguien puede permitirse hacer entre 15 y 20 disparos a voluntad?"
La disponibilidad de armas y la creciente violencia armada en Latinoamérica, que incluye México, es el tema central del nuevo documental de cincuenta minutos titulado "Maras, Ninis y Malandros: Una guerra no oficial", producido por la Fundación Arias por la Paz y el Progreso Humano de Costa Rica. Escrito y dirigido por la realizadora costarricense Erika Bagnarello, la película se estrenará en línea el 6 de febrero y también será exhibida por la televisión de Costa Rica. La organización espera eventualmente que se pueda exhibir en toda Latinoamérica.
Ciudad Juárez: ‘Armada hasta los dientes'
En Juárez, una de las ciudades más peligrosas del mundo, los delitos comenzaron a principios de la década de 1990 con los asesinatos de miles de mujeres, según dijeron analistas regionales entrevistados en el documental. La violencia escaló durante la década del 2000, a medida que la población de los "ninis" (jóvenes que ni trabajan ni estudian) se comenzó a involucrar en el tráfico de drogas.
Juárez pasó a ser un campo de batalla donde combatían los miembros del cartel local de la droga y el tristemente célebre cartel mexicano de Sinaloa. En 2010, la ciudad denunció la existencia de 3,085 homicidios, lo que se traduce en un índice de 229 homicidios cada 100 mil habitantes.
El preiodista y autor José Reveles manifestó que la erupción de la violencia surgió de la "porosa frontera" con Estados Unidos, usada a menudo como vía para el contrabando de armas, así como de las leyes deficientes en materia de inspección de los cargamentos internacionales que llegan al puerto de Veracruz.
Según Reveles, en México se puede comprar un arma en menos de quince minutos. "Estamos armados hasta los dientes", añadió. "Nuestros delincuentes están armados, nuestra policía está armada, y cada vez hay más y más ciudadanos que se arman en defensa propia".
Más de 900 millones de armas de fuego con un costo de $63 mil millones circulan actualmente por toda Latinoamérica, sostiene la organización, que fue fundada por el ex presidente de Costa Rica y ganador del Premio Nóbel de la Paz, Oscar Arias.
"Los países latinoamericanos están gastando una enorme cantidad de dinero para adquirir armamento", expresó Luis Alberto Cordero, director ejecutivo de la fundación, en una entrevista realizada en San José. Todos estos países dicen no tener conflictos internos ni limítrofes con los vecinos, si bien los gastos en armas aumentan día a día.
La película comienza en San Salvador, un área metropolitana en continuo aumento y sede de las Maras. En 2011, La Oficina de las Naciones Unidas contra el Delito y las Drogas informó que El Salvador había llegado a un índice de 68 homicidios cada 100 mil habitantes, el segundo lugar en el mundo, solo detrás de su vecino Honduras.
"Cuando existen 12 homicidios por cada 100 mil habitantes, las Naciones Unidas considera que existe una epidemia de homicidios", señaló Oscar Martinez, periodista de la publicación salvadoreña en línea El Faro."El Salvador tiene alrededor de seis epidemias de homicidios".
Varias de las personas entrevistadas, entre ellas algunos ex integrantes de las Maras que lucían muchos tatuajes en el cuerpo, atribuyeron la escalada de violencia de los últimos 20 años a la elevada tasa de impunidad, la superpoblación carcelaria y la deportación de decenas de miles de miembros de las bandas desde Estados Unidos en la década de 1990, de regreso a El Salvador, donde trajeron consigo las armas o las conexiones de ultramar para conseguir los cargamentos de armas.
Fátima Ortiz, asesora del Ministro de Justicia y Seguridad Pública salvadoreño, declaró que el 78% de los homicidios en su país son cometidos con armas de fuego, y Luis Ernesto Romero, ex miembro de una de estas bandas y director de la organización Homies Unidos, dijo que "es más fácil conseguir una 9 milímetros o un Colt 45 que un galón de leche".
La tercera y última ciudad visitada fue Caracas, sede de los Malandros, término coloquial que se utiliza para denominar a los matones o miembros de las bandas. La película, que comienza con el relato desgarrador de Angarita sobre la muerte de su pequeño hijo, ofrece una imagen nefasta de la capital venezolana. Se muestra una visita a las "mujeres de la morgue", que son las viudas y novias de los hombres asesinados, y se destaca que el 96% de todos los delitos cometidos en Venezuela siguen sin resolverse.
"Lo cierto es que cuando uno sale a las calles de Venezuela", dijo Teodoro Petkoff, director del Diario Tal Cual, "no sabe si regresará a casa con vida".
Cesar Marín, de la Red de Acción Internacional sobre Armas Pequeñas (IANSA) dice que en Venezuela se producen estimativamente unos 30 millones de balas, casi una por habitante, y alrededor del 82% de los delitos en ese país fueron cometidos con armas de fuego.
Posible solución al tráfico de armas
Luis Alberto Cordero, de la fundación Arias, sostuvo que el principal obstáculo de su organización para controlar las armas no es necesariamente la producción, sino la falta de un sistema establecido que monitoree o regule la distribución. Expresó además que si bien la venta inicial o la exportación de armas suelen quedar registradas, nunca se hace el seguimiento para determinar el destino final de las mismas.
"Actualmente no existen registros de los traspasos de armas", precisó. "La primera transferencia de un arma del vendedor al comprador queda registrada, pero después de esto, la trayectoria de las armas se diluye y se pierde por el camino. No hay forma de rastrear quién es el usuario final. Es posible vender armas a Europa que tienen como destino final Africa o Latinoamérica."
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