-El crimen le apuesta a la ingobernabilidad en Nuevo León.
El PRI abandona Guanajuato; parece que ya lo dejó perder.
Ricardo Alemán.
Algunos especialistas en temas electorales sostienen que ya no importa saber si fue deliberado, o no, el acto proselitista —o campaña adelantada—, que Felipe Calderón llevó a cabo en favor de Josefina Vázquez Mota —el pasado jueves—, ante consejeros de una institución bancaria.
El argumento que esgrimen es que, horas después de la “metida de pata” del Presidente, el propio Felipe Calderón corrigió y prometió que —ahora sí—, ya no metería ni “la pata” ni “la nariz” y que tampoco habría “mano negra” en el proceso electoral federal en el que los ciudadanos elegirán al sucesor o sucesora de Calderón.
Sin embargo, vale recordar que la intromisión de la figura presidencial —con todo lo que significa y representa—, en la contienda por la sucesión, está muy lejos de ser un mero acto de fe.
Y si se quiere, está en dirección contraria a la confianza ciega y/o sorda que pudieran tener los ciudadanos y potenciales electores, en la palabra del presidente Calderón.
Lo cierto es que el tema de fondo se localiza en la obligación que tienen todos los ciudadanos —desde el Presidente, hasta el más humilde mexicano—, con el cumplimiento de la ley.
Y es que, por mandato de ley, el presidente de todos los mexicanos, el jefe de las instituciones, el primer mandatario —o como se le quiera llamar—, no puede meter ni la punta de un dedo en la elección de su sucesor.
Más aún, en su calidad de primer mandatario de los mexicanos —porque vale recordar que los mandantes son los ciudadanos y que, por eso, el Presidente es el depositario del mandato general—, Felipe Calderóntiene una responsabilidad política y ética fundamentales con la credibilidad, confianza, imparcialidad, equidad y legalidad del proceso electoral.
Y es que una de las responsabilidades primeras —y fundamentales—, de todo Presidente mexicano, es la de “respetar y hacer valer” los principios de la Constitución; doctrina que norma al Estado mexicano.
Pero además, Felipe Caderón tiene una responsabilidad que vincula la historia de su partido con la democracia mexicana.
Y es que a lo largo del último medio siglo, el PAN denunció prácticas antidemocráticas en el PRI y reclamó mínimos de congruencia democrática a los gobiernos de ese partido, sobre todo en los procesos electorales.
Además, el PAN siempre denunció la grosera intromisión de los presidentes priistas en turno, en las elecciones presidenciales.
Por eso, hoy Acción Nacional y su segundo presidente —o acaso el primero, luego del asalto al PAN que significó el mandato de Vicente Fox—, no pueden aparecer, alegremente, como copias vulgares del PRI al que siempre cuestionaron.
Pero acaso por esa razón, porque entendió el amaño del error,Calderón reculó horas después y —en una suerte de mea culpa—, se comprometió con la legalidad, transparencia, equidad, certeza y credibilidad de la elección presidencial. Pero obliga la pregunta. ¿Podemos creer en la palabra del presidente Calderón?
¿Desliz o trampa?
Lo primero que se debe analizar sobre el “oso” de Calderón en torno al proceso electoral, es que son muchas las evidencias de que no fue un desliz, como han sugerido especialistas, sino que se trató del eslabón de toda una estrategia integral diseñada por la casa presidencial para favorecer —de manera ilegal—, a la candidata del PAN, Josefina Vázquez Mota.
¿Y cuales son esas evidencias?
1.- Si a Felipe Calderón se le habría chispoteado el comentario sobre el resultado de la encuesta pagada por la casa presidencial, el asunto no habría quedado más que en una mera declaración, un chistorete o una ocurrencia, como las que suele hacer el Presidente.
Pero no, se trató de un diseño que llegó al extremo de mostrar una presentación en power point, en donde aparecen los resultados de la citada encuesta.
2.- El hecho de que el Presidente refiera una encuesta sobre la intención del voto de los candidatos presidenciales, deja ver que en Los Pinos se trabaja, activamente, en la campaña presidencial del candidato de la casa; la señora Vázquez Mota. Se entiende que el Presidente en turno tenga en su escritorio la información sobre la forma en que evolucionan los procesos electorales.
Esa información pudiera, incluso, ser parte de los procesos de inteligencia. Pero no se entiende que esa información que cuesta a todos los ciudadanos, sea utilizada para beneficiar a un candidato, el del Presidente.
3.- La noche del mismo jueves, la casa presidencial trató de calmar el escándalo, mediante un boletín que no desmentía que mediante una encuesta el Presidente trató de incidir en el ánimo electoral de los banqueros, pero que dejaba clara la huella de que se trataba de engañar a la opinión pública. Eso sin tomar en cuenta que, al mismo tiempo, el PAN confirmaba la existencia de una encuesta, que en la casa presidencial pretendían negar. Es decir, que se les hizo bolas el engrudo y las huellas del engaño aparecieron por todas partes. Y.
4.- Que fue tal el escándalo, que el Presidente debió rectificar a menos de 24 horas, en tanto que puede venir una sanción del IFE.
Pero más allá de las evidencias de que en Los Pinos se intenta una elección de Estado, lo cierto es que lo menos que podemos reclamar los ciudadanos, a políticos y gobernantes, es un mínimo de respeto a la ley. Y es que sin confianza en las autoridades, la gobernabilidad está ante un grave riesgo.
Nuevo León, en manos Zetas
Y precisamente las bandas criminales, como el grupo de Los Zetas, le apuestan a la desconfianza social de los gobiernos, como fórmula para minar la gobernabilidad. Todos saben que Nuevo León, y su capital, Monterrey, viven una escalada violenta como no se había conocido.
También todos saben que el gobierno del priista Rodrigo Medina se ha visto rebasado por los elevados niveles de corrupción en su administración y que, incluso, el poderoso sector empresarial regio, le planteó un ultimátum.
Y en abono a la ingobernabilidad galopante, el grupo mafioso de Los Zetas reveló —con pelos y señales—, haber financiado al mandatario priista, por lo que reclama la hegemonía de la plaza, de todo Nuevo León. Pero hay más. Como nunca, esa banda criminal reta al Estado mexicano y promete derrotarlo, claro, a cambio de pactar una tregua, sea con el gobierno federal saliente, sea con el entrante. ¿Cierto o falso que las bandas criminales estarán en la elección presidencial? Al tiempo.
En el camino
En Guanajuato, dicen, el PRI se pasmó. ¿Será cierto que el quinto productor de votos no le importa a Peña Nieto? ¿O será que dejarán morir al PRI, con la candidatura de Torres Landa?
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