“Yo orquesto mis mañanas al son del café”
Harry Mahtar
Maestra Bárbara Cabrera │Columna Nornilandia
Esta es una Nornilandia de relax, de esas que invitan a olvidarnos por unos instantes de los obstáculos cotidianos; una donde los incito a sumergirse en el mundo del Café; para ello he convidado a multiplicidad de autores que han escrito –a través de los tiempos- sobre esta humeante y deliciosa bebida.
¡Vayamos juntos a deleitarnos! porque nada mejor que una ardiente, hirviente y apetitosa taza, vasija, pocillo o donde sea que fuere servido de buen café para acompañar esta comunicación a través de la palabra escrita…
Al iniciar el día, justo en las primeras horas de la mañana no hay nada más gratificante que el primer sorbo a ese café mañanero; para despertar, reconfortarnos y comenzar con vitalidad las diligencias habituales. Ya lo decía Terri Guillemets “El café es la mejor cosa para acompañar la salida de sol” ¿y si fuera un día nublado? entonces podremos ver la luz en una taza de café.
Es un hecho, “A veces tomo café, a veces bebo tequila. Hoy sólo quiero café, pues el café me espabila” expresó Jorge Esquinca. Y como a través de los sentidos coexistimos, los cafeinómanos suscribimos la afirmación de Henry Ward Beecher “Ningún café puede ser bueno en la boca si primero no ha mandado una dulce oferta de olor a las fosas nasales” líquido que más que un lujo es un auténtico deleite.
El café es tan versátil que lo encontramos en diversos ámbitos de nuestra vida. Lo gozamos a veces a la menor provocación y ante diversos eventos; recobra especial sentido cuando enfrentamos alguna dificultad. “En realidad, esta parece ser la necesidad básica del corazón humano en casi todas las grandes crisis, una buena taza de café caliente” afirmó Alexander King.
¿A poco no sienten como el café hace brotar las ideas, erradica las penas y devuelve la alegría? puesto que “Tan pronto como el café llega a su estómago, sobreviene una conmoción general. Las ideas empiezan a moverse, las sonrisas emergen y el papel se llena. El café es su aliado y escribir deja de ser una lucha” describe muy bien Honoré de Balzac.
Al leer, al escribir… acompaño mis ideas con una taza de este vital líquido donde escritores dan sentido al mundo de los lectores y los lectores saborean el genio de los escritores; sin olvidar que el café ideal -según un proverbio turco- debe ser negro como el infierno, fuerte como la muerte y dulce como el amor.
Después de este itinerario cafetalero seguro que algunos más se unirán a las palabras de Thomas Stearns Eliot quien se atrevió a apuntar “Yo he medido mi vida en cucharitas de café”… es innegable como este néctar es origen de historias que se entretejen de manera exquisita.
Mientras nos recreamos con esta bebida tomada en nuestras manos, los invito a imaginar cuanto quieran, todo lo que sea posible y lo imposible también. Parafraseando a Carly Elisabeth Simon “Tuve algunos sueños que eran nubes en mi café” Y situados en el rito representativo de tomar café podemos llegar a sentir como lo describe Terri Guillemets “El café me hace invencible. Sin embargo, cuando la taza está vacía, vuelvo a ser un simple mortal”
Vale culminar esta Columna cafetera en palabras de Gustavo Máynez Tenorio “Frente a una taza con café se piensa, pero también se discute, se recuerda o se argumenta. Frente a la taza con café se columbra, se reflexiona, se sueña, se imagina, se escribe, se conversa, se enamora, se seduce, se rompe, se reconcilia, se halaga, se sugiere, se invita... Y el café, el misterioso café escucha, profetiza, atestigua, aconseja, da fe, observa, asiente, se ruboriza...”
Un placer compartir con ustedes.
¡Hasta la próxima Nornilandia!
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