Carlos Puig. |
Hoy por la noche, el ex gobernador de Massachussets Mitt Romney celebrará su triunfo en la mayoría de la decena de estados en que los republicanos continuarán su elección primaria. Nadie duda de que ganará más delegados que sus rivales y que seguirá acumulándolos en las próximas semanas, en camino a la convención del próximo mes de agosto que designará al hombre o mujer que se enfrentará a Barack Obama en las elecciones de noviembre.
En otros años, en condiciones normales, los triunfos de Romney hasta hoy serían suficientes para proclamarlo ganador y comenzar la tarea de unir al partido y preparar el embate contra un presidente en funciones. Pero la conquista del Partido Republicano por parte de los ultraconservadores del Tea Party y las nuevas reglas de financiamiento de las campañas, permitirán a personajes como Rick Santorum continuar desgastando a Romney con la ilusión de disputar, en la convención, la nominación.
Y es que el sistema de primarias ha sido exhibido por una minoría activa y vociferante. Las reglas establecidas por las directivas republicanas en cada estado son muchas y complicadas. Hay votaciones abiertas, cerradas, mixtas. Hay elecciones que producen delegados obligados por ley a votar en la convención por quien ganó la primaria y hay delegados que pueden votar lo que quieran en agosto. Hay estados donde no hay votaciones, sino reuniones deliberativas. Todo esto permite a los activistas triunfar —al menos en percepción— sobre los ciudadanos comunes y corrientes.
Así es como Santorum —quien ha dicho que casi vomita cuando escuchó a John F. Kennedy decir que la separación entre Iglesia y Estado debía ser “absoluta”; que dice que el uso de anticonceptivos es peligroso— es aún candidato, tiene dinero para seguir su campaña y seguramente llegará a agosto a la convención.
Twitter: @puigcarlos
Leído en: http://impreso.milenio.com/node/9124465
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