Ciro Gómez Leyva.
El cruce de descalificaciones sobre la peor de las pesadillas dejó ver con quién está soñando el PRI y con quién el PAN.
El domingo, en su magno evento de aniversario, el presidente del PRI, Pedro Joaquín Coldwell, fue rotundo al expresar que al tricolor le corresponderá poner fin a “la pesadilla de dolor, violencia, corrupción y pobreza que el panismo le ha recetado al País” en estos 12 años.
El golpe de regreso tomó 24 horas. Dijo ayer el vocero del PAN, Juan Marcos Gutiérrez, que las pesadillas del PRI “son reflejo de su subconsciente, por las tropelías y la corrupción vueltas sistema con las que gobernaron al País y lo siguen gobernando en muchas entidades federativas”.
Hagamos a un lado el análisis de qué parte puede estar más cerca de la razón. Lo significativo es que, a menos de cuatro meses de la elección presidencial, PRI y PAN dibujaron ya el modelo 2012 del peligro para México.
Y que ninguno está pensando en la izquierda de Andrés Manuel López Obrador.
Dígase lo que se diga, en las oficinas del PRI desapareció la sonrisa condescendiente que les daban los dos dígitos de ventaja en las encuestas.
Josefina Vázquez Mota, lo saben, está cerca. Hay que sacar la artillería.
En las del PAN campea el ánimo del 2000 y el 2012. Los azules sienten que vuelven a tener la victoria a tiro de piedra. Eso los excita como pocas cosas.
Algo rápido tendrá que hacer López Obrador para no convertirse en el Cuauhtémoc Cárdenas de 2000 o el Roberto Madrazo del 2006. No es cosa de descalificar a una u otra encuesta, sino de ver en quién se están ocupando sus dos adversarios.
Y como dicen los cronistas deportivos, el tiempo comienza a ser factor.
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