Ciro Gómez Leyva. |
Cada tanto aparece por ahí un texto excepcional que le cambia a uno la perspectiva de los acontecimientos. El de Ramón Cota Meza el sábado en Milenio (“Absolución de Cassez, banalidad del mal”) es uno de esos.
http://impreso.milenio.com/node/9130795
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Con una fina interpretación de la justicia, el derecho y las proporciones, Ramón desnuda el razonamiento guía del ministro de la Suprema Corte de Justicia Arturo Zaldívar: las deficiencias procesales tuvieron un efecto corruptor en los varios juicios que condenaron a Florence Cassez por secuestro.
“Hay que ser muy banal o simple tecnócrata del derecho para ignorar la injusticia elemental de la actuación del ministro Zaldívar”, escribe. “Promete no pronunciarse sobre la inocencia o culpabilidad de la acusada, pero ordena su absolución inmediata”.
Ramón pregunta qué ley o principio general del derecho autoriza al ministro ignorar la cosa juzgada y sentenciar el caso exclusivamente por sus accesorios. Y cuestiona la corrección política que se sirve del caso Cassez para dar superioridad a la técnica y la ciencia jurídica sobre la litis y que, más que por justicia, clama por “dar un castigo ejemplar a la muy defectuosa procuración de justicia en México”.
Celebro el valor argumental de Ramón frente a quienes afirman, sí y solo sí, que si se no se libera a la mujer seguiremos en la barbarie, torciendo el estado de derecho, pervirtiendo la justicia, encubriendo abusos y arbitrariedades.
Coincido con él en que los otros cuatro ministros tendrían que considerar el miércoles todas las aristas y juzgar la sustancia. Lo contrario, liberarla con tecnicismos, sería legitimar la comisión de atrocidades en nombre de la superioridad del procedimiento.
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