martes, 20 de marzo de 2012

EL RECLUSO.



Un recluso iba a ser trasladado de una a otra prisión y para ello debía atravesar toda la ciudad.

Le colocaron sobre la cabeza un cuenco lleno de aceite hasta el borde y le dijeron:

 - Un verdugo, con una afilada espada, caminará detrás de ti. En el mismo momento en que derrames una gota de aceite, te rebanará la cabeza.

 Se sacó al recluso de la celda y se le colocó un cuenco sobre la cabeza.

 Comenzó a caminar con mucho cuidado, en tanto el verdugo iba detrás de él.

 Había llegado a pleno centro de la ciudad, cuando, de súbito, también llegaron al mismo lugar un grupo de hermosísimas bailarinas. La pregunta es: ¿Logró el recluso no ladear la cabeza para mirar a las bailarinas y así mantenerla a salvo, o, por el contrario, negligentemente, miró a las bailarinas y la perdió?

 *El Maestro dice: Los que no permanecen atentos es como si ya estuvieran muertos.

 Tomado de “Cuentos Clásicos de la India” recopilados por Ramiro Calle.
Leído en: http://es.scribd.com/doc/64467643/101-cuentos-clasicos-de-la-India

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