NOTA DE INICIO
Murió don Juventino Castro y Castro. Fue un personaje admirable,
particularmente por su congruencia y por su voluntad de no permitir que
la edad o su condición de ministro en retiro de la SCJN menguaran su
voluntad de contribuir, como jurista y político, a enderezar los caminos
torcidos por los que la élite del poder está llevando a México. Se
mantuvo activo hasta el final porque confió que la sociedad mexicana
puede llegar a ser justa y digna. Mientras haya personajes como don
Juventino, existirá la posibilidad de regenerar a México.
UNA TESIS
"De cómo el ciudadano común transforma la política: los casos de México y
Bolivia" (How common citizens transform politics: the cases of Mexico
and Bolivia) es el título de tesis doctoral que Rebeca Jasso Aguilar
acaba de presentar en la Universidad de Nuevo México. La investigación
parte de una visión optimista sobre las posibilidades de la democracia
desde abajo y que se inició hace varios años, pero cuya conclusión ha
coincidido -y esa coincidencia puede interpretarse como un refuerzo de
la idea central del trabajo- con las sorpresivas movilizaciones de
millares de ciudadanos "de a pie" en el mundo árabe, España, Chile,
Estados Unidos o Grecia. Movilizaciones que han desafiado a sus clases
dirigentes y al enfoque económico dominante en el mundo -el
neoliberalismo- para exigir cambios sustantivos en la forma y en el
contenido de la política actual en sus respectivos países.
CASOS DE ESTUDIO
Observando a la América Latina de inicios del siglo actual, Jasso
Aguilar encontró en Bolivia y México a sendos movimientos sociales que,
aunque diferentes en sus orígenes y contextos, son ejemplos de
"democracia radical", es decir, de la construida desde la base social.
Se trata de movilizaciones que en el transcurso de su lucha se
transformaron, como más tarde ocurriría con las movilizaciones ya
mencionadas en otros lugares, en formas de acción política no violenta y
no utópica de las clases subordinadas, pero capaces de cuestionar la
legitimidad de elementos centrales del status quo y de generar
suficiente energía política como para lograr transformaciones
significativas, aunque hasta ahora más en Bolivia que en México.
Los movimientos estudiados son, por un lado, la Coordinadora de Defensa
del Agua y la Vida en Bolivia y que terminaría por abrir a Evo Morales
las puertas de la Presidencia de su país, y, por el otro, el
lopezobradorismo mexicano, que se propuso llevar a la Presidencia a
Andrés Manuel López Obrador (AMLO), pero que al no lograrlo se mantuvo
como movimiento cohesionado por la negativa de sus integrantes a
reconocer como legítima su derrota electoral en 2006. El movimiento
mexicano no pudo forzar un nuevo conteo de los sufragios en el contexto
de una diferencia mínima entre el ganador y el perdedor oficiales, pero
se propuso sobrevivir y lo logró al punto de ser capaz de echar abajo en
2008 el esfuerzo del gobierno de Felipe Calderón por abrir una puerta
ancha a la privatización de la industria petrolera nacionalizada desde
1938.
LA RESISTENCIA A LA 'REVOLUCIÓN PASIVA' DE LA DERECHA
Después del fracaso del 2006, y con el mayor partido de izquierda
mexicano -el PRD- controlado ya por los adversarios internos de AMLO, el
lopezobradorismo acentuó su carácter de movimiento arraigado en la
sociedad civil y dispuesto a seguir enfrentando al neoliberalismo.
Conviene detenerse aquí en la caracterización del neoliberalismo. Jasso
Aguilar, usando a Gramsci, considera adecuado definir a la política
neoliberal como la "revolución pasiva" de un capitalismo en crisis que
busca cambiar para permanecer. En palabras de Adam D. Morton, se trata
de "reproducir bajo nuevas formas aspectos cruciales del capitalismo, lo
que le lleva a crear unas formas de poder estatal y de marco
institucional más acordes con las [nuevas] relaciones de propiedad
capitalista" (Morton, "Structural change and Neoliberalism in Mexico:
'pasive revolution in the global political economy", Third World
Quarterly, [2003], 24 (4)). Esa peculiar revolución significa echar
abajo partes del Estado benefactor, privatizar y desregular al máximo,
debilitar o anular al sindicalismo, disminuir el gasto público,
etcétera. Desde esta perspectiva, el lopezobradorismo no es, como lo
caracterizaron sus enemigos, un proyecto encaminado a destruir a las
instituciones, sino lo opuesto: un esfuerzo desde la izquierda por
detener esa destrucción, esa "revolución de la derecha" que se llevó a
cabo en los tres últimos gobiernos del PRI. AMLO encabeza ¡un esfuerzo
conservador! cuya meta no es poner fin a la propiedad privada o al
capitalismo, sino preservar, pero mejorado y aumentado, lo ganado por la
Revolución Mexicana en favor de los intereses de la mayoría. En la
visión lopezobradorista, detener o al menos limitar a la "revolución
pasiva" neoliberal es una forma de aminorar la polarización y mantener
la estabilidad social. Un México donde el 10% de los más pobres debe
sobrevivir con el 1.6 % del ingreso disponible en tanto el 10% más rico
disfruta del 37 % (fuente, INEGI, 2010) es una sociedad polarizada que
camina hacia la violencia, como lo demuestra el narcotráfico, una de las
pocas actividades donde aún hay oportunidades para los jóvenes pobres
pero dispuestos a desafiar la marginalidad a la que irremisiblemente les
condena el orden actual.
LO LOGRADO
Para Jasso Aguilar, lo alcanzado hasta hoy por el lopezobradorismo es
importante: una organización de masas de varios millones (MORENA), dar
vida a círculos de estudio, detener la privatización de la industria
petrolera, parar el golpe "legal" que los adversarios internos de AMLO
en el PRD y el Tribunal Electoral quisieron darle en las elecciones de
Iztapalapa (¡donde votar por la candidata lopezobradorista inscrita en
la boleta se contaría como un voto en favor de su adversaria, una
anti-lopezobradorista!) y llevar en las elecciones de 2009 a más de dos
decenas de los suyos al Congreso. Sin embargo, y desde esta perspectiva,
el logro mayor es algo difícil de asir pero de gran importancia
política: la educación de una parte de la sociedad en la cultura de la
auto-organización democrática.
EL RETO
El estudio de Jasso Aguilar ya no contempla al lopezobradorismo en su
etapa actual. Una donde, obligado por el calendario electoral y sus
reglas, el movimiento encabezado por AMLO ha entrado de nuevo en un
campo que no es realmente donde mejor se mueve: el de la disputa por el
poder a través de las estructuras dominadas por las oligarquías de los
partidos y sus reglas. Sin embargo, al examinar el caso de Bolivia, la
autora apunta al corazón del dilema del movimiento de AMLO: la difícil
relación entre la democracia representativa -la del juego electoral y de
partidos- y la democracia desde abajo, desde la base.
El movimiento por la paz (MPJD) de reciente creación, encabezado por
Javier Sicilia, simplemente ya dio por perdida -por inútil y por
corrupta- la vía de la acción política electoral pues ahí los partidos
son los actores principales. Para Sicilia, la enorme vitalidad de la
democracia desde la base que hay en el MPJD es algo tan frágil y
delicado que desaparecería al entrar en contacto sistemático con la vida
antidemocrática, oligárquica y de intereses corruptos que es la esencia
de los partidos.
El lopezobradorismo sabe y ha dado muchas muestras de ello, que la vida
de todos los grandes partidos políticos en México -incluido el PRD- está
dominada justamente por los intereses que dieron origen y que mantienen
el control de los destinos del país a través de esa "revolución pasiva"
neoliberal que combate. Sin embargo, la vía pacífica más directa para
llegar a los centros formales de control político, donde se puede hacer
realidad el "Proyecto Alternativo de Nación", es la electoral. En 2006,
esa alianza llena de tensión entre un movimiento social -democracia
desde la base- y partidos de izquierda casi logró hacerse de la
Presidencia, pero su derrota terminó por abrir aún más la brecha entre
esas dos formas de hacer política del lopezobradorismo.
Hoy, en condiciones aún más adversas para la izquierda, AMLO va a
intentar de nuevo la combinación de partidos y movimiento para enfrentar
en las urnas a una derecha pobre en ideas, mezquina en proyecto pero
rica en recursos materiales, y donde un antiguo partido de Estado, el
PRI, se presenta como relevo de un PAN desgastado en la conducción de la
"revolución pasiva" neoliberal.
LA TAREA
El lopezobradorismo, única organización política de masas, debe pensar
en su papel más allá de julio, aunque por ahora lo urgente es concentrar
la energía en su cita con las urnas
Leído en http://www.reforma.com/editoriales/nacional/653/1304530/
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