jueves, 12 de abril de 2012

Poldy Bird - Café para uno.

Poldy Bird
(1941)
Café para uno.

Casi le pido al mozo "dos cafés", pero me dio un poco de vergüenza pensar que la gente se extrañarían al ver ese otro pocillo frente a la silla vacía, o que el mozo creyera que alguien faltó a la cita o me dejó plantada. Dije "un café ".

Y mientras revuelvo morosamente la cucharita en el líquido humeante, te veo caminar entre las mesas, con tu risa de siempre ,la campera de jean, esa manera de mirar "tocando'.' con los ojos. Cuánto tiempo hacía que no nos encontrábamos. Cuánto tiempo sin que alguien quisiera saber verdaderamente qué siento, qué me pasa, cómo estoy sin intentar juzgarme o reprocharme, sino simplemente entenderme. Eso es lo que más he extrañado de vos: la comprensión... poder decirte todo, confesarte aciertos y errores sin que te sobresaltes ni te enojes ni me pidas explicaciones

Algo se apura dentro de mi pecho cuando miro tus manos. Sensitivas y fuertes a la vez, manos que nunca golpearon ni rompieron ni violentaron. Manos que no se avergonzaron de cambiar pañales, de ayudarme a lavar los platos, de traerme un ramito de violetas...

 Todos los amigos se acuerdan de vos, te echan de menos... Algunos siguen viniendo a. casa, otros no, pero sé que se acuerdan, que siempre se van a acordar... No es necesario que te cuente las cosas en detalle porque estás enterado de todo, estoy segura.

Y, aunque quisiera hablarte, las palabras se me van ahogando en ese lago de lágrimas celestes que inunda mi garganta. Se hunden allí, no salen. Estás sereno y suelto, como antes. Estás ahí, con una paz que suelta pajaritos de luz sobre las cosas. Y me parece que si estás ahí nada malo puede sucederme, porque no dejarías que nada malo me sucediera. Como el mar contra las rocas estallan mis recuerdos.

Y hasta la última célula de mi cuerpo se siente desamparada en tu ausencia. Nunca nadie me hizo sentir tan protegida, nunca nadie me ha vuelto a dar paz. A cada frase entrecortada la subraya una línea azul de llanto, y me lo bebo a sorbitos, junto con el café.

No vi en qué momento te fuiste. No oí tus pasos alejándose...

Me sequé las mejillas con las manos, llamé al mozo, pagué, respiré hondo, observé mi pocillo solitario y salí.

Cada tanto entro, como hoy, en un bar, pido café para uno, te convoco, te siento frente a mí, te arranco de ese exilio que es la muerte, y por un rato creo... que la silla vacía se puebla con un sueño.

Leído en: http://diarios.izcallibur.com/siguelboim/2005/12/cafe_para_uno_c.html




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