Agustín Cortés Gaviño (1946-2000) |
El hombre que volvió de la chingada.
Indagó en todas las líneas aéreas, de autobuses, de ferrocarriles y hasta en las navieras sobre la manera de realizar el viaje y ninguna pudo darle la información requerida, aquella extraña tierra no figuraba en el itinerario de ninguna empresa de transportes.
Por fin un día, ante lo estéril de sus pesquisas, decidió buscar por él mismo y así fue que lo vieron partir llevando una sonrisa por todo equipaje. Durante muchos años nadie volvió a saber de él.
Pero un día regresó, había cambiado mucho y no sólo por los años. Cuando caminaba parecía que únicamente se dejara arrastrar por el viento, cuando hablaba era como si las palabras se le hicieran remolino en la boca, y la mirada continuamente se le escapaba de los ojos. Se ganaba la vida contando la historia de su viaje por unas cuantas monedas en cantinas y burdeles, pero su verdadera historia la llevaba rebotando entre sus huesos.
Tal parecía que hubiese visto todo, que se le hubieran hartado los ojos de palabras y que ya sólo rebotara entre las cosas sin poder pertenecer a nada.
Así, cuando alguien se burlaba de su historia y lo volvía a mandar para allá, nada más exhibía su oxidada sonrisa y su triste mirada de contemplar milenios para explicar, con una voz extraída de quién sabe cuantos caminos recorridos, que él ya había estado ahí y no valía la pena regresar.
Leído en: http://www.pobladores.com/channels/gente/ACRACIA/area/3#El hombre que volvió de la chingada
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