sábado, 26 de mayo de 2012

Ricardo Alemán - La chabacana "primavera azteca".


Repentinamente, y con la ingenuidad propia de quienes han crecido en la burbuja de familias pudientes, menudearon entre no pocos manifestantes de universidades privadas la tentación y el desatino de emparentar un par de marchas de protesta juveniles —claramente manipuladas— con la llamada Primavera Árabe.

Y por supuesto que la apetecible “tentación” la retomaron integrantes de la comentocracia mediática que, rápidamente, la orientaron en dirección a la coyuntura política de su preferencia. Así, en cuestión de días —y gracias a las redes sociales—, apareció la versión recargada de los modernos patriotas; la impronta de los jóvenes en la elección presidencial.

Sin embargo, a la chabacana “primavera azteca” le faltó no sólo el gobernante sátrapa que tenían en Túnez y en Egipto, sino que resulta risible la comparación entre México y los países árabes. Pero lo más importante, le faltó lo esencial: las verdaderas masas juveniles.

Y es que si bien la chabacana “primavera azteca” la encabezaron un puñado selectivo de jóvenes universitarios —a los que antaño, AMLO llamó “pirrurris”— que se educan en las no menos exclusivas universidades privadas, lo cierto es que no aparecen por ningún lado los verdaderos agraviados por una clase política mediocre como la mexicana. No aparecen los millones de jóvenes sin futuro, pero sí aparecen todas las consignas que, paradójicamente, abandera el candidato presidencial de las izquierdas.

Por eso la pregunta. ¿Y dónde están los millones de muchachos que por falta de oportunidades y dinero son obreros, albañiles, empleados, choferes; los millones que con esfuerzos sorprendentes trabajan y estudian en escuelas públicas; los campesinos, los desempleados, los ninis, los sin futuro… No están los agraviados, los sin futuro, sino los privilegiados.

Pero lo más simpático de la chabacana “primavera azteca” es que su motor no fue el descontento con el dictador en turno, tampoco con la fea opresión del gobierno despótico, y menos contra la antidemocracia que nos ahoga. No, la “ternurita” “primavera azteca” se gestó a partir de una grosera y grotesca manipulación político-electoral que —al paso de los días— ya dio sus resultados. Y, claro, confirmó lo que aquí dijimos en su momento: que se trató de un movimiento a favor de un candidato presidencial y contra otro.

Por eso no sorprendió a nadie que de manera repentina apareciera en la Plaza de las Tres Culturas —plaza emblema de la llamada “primavera del 68 mexicano”— el candidato presidencial de las llamadas izquierdas, el inefable AMLO, a quien proclamaron como su líder, guía y ejemplo —y el mejor de las candidaturas presidenciales— para la “juventud mexicana”. Y quedó claro lo que aquí siempre denunciamos —y que muchos se negaron a reconocer—: que detrás del montaje inicial en la Ibero estaba lo que vimos en la Plaza de las Tres Culturas. Una cuidadosa estrategia para hacer creer que los jóvenes están con AMLO.

Sin embargo, y a despecho de los organizadores del grosero montaje —a los que debemos un aplauso por la genial impostura de la Ibero—, en la Plaza de Tlatelolco tampoco aparecieron las masas juveniles de agraviados, los sin oportunidades. Eso sí, ahí estuvieron los líderes de Morena que operan en escuelas privadas y las caravanas de acarreados juveniles del PRD, el PT y el Movimiento Ciudadano. 

Ayer de nuevo se movilizaron los jóvenes en el DF —y en otras ciudades del país— para exhibir sus reclamos. Marcharon en la Estela de Luz, pero nadie fue capaz de criticar el símbolo de la corrupción del gobierno azul. En cambio, siguió el llamado a no votar por Peña, seguido de la increíble y grosera cantaleta de que detrás de su movimiento no hay motivos políticos o de partido.

Y claro, la chabacana “primavera azteca” no llamó a rechazar a un gobierno de sátrapas, a repudiar a un gobierno represor y antidemocrático, porque ese no es el problema mexicano. Pero tampoco se ocuparon de cuestionar a los criminales “maestros” que tienen paralizada la educación en esa Oaxaca; nunca censuraron la mafia magisterial; tampoco censuraron a la clase política mediocre —de derecha, izquierda y centro—, menos llamaron por el voto reflexivo e informado.

No, la “primavera azteca” llamó a trasmitir el debate en cadena nacional, votar contra Peña y por la estupidez de moda: “La democratización de los medios”, todas, banderas de AMLO. Y, claro, es un movimiento apartidista.

EN EL CAMINO

Por cierto, ¿sabrán la barbaridad que proponen con la consigna de “democratizar a los medios”? Regresaremos al tema.

Twitter: @RicardoAlemanMx

Leído en: http://www.excelsior.com.mx/index.php?m=nota&seccion=opinion&cat=11&id_nota=836367

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