lunes, 25 de junio de 2012

Rafael Loret de Mola - !Nos los cambiaron!

Rafael Loret de Mola
La semana peligrosa
Ayuno para panistas

¡Casi terminan las campañas! Y aunque los sonsonetes, con los timbres de las voces de los distintos aspirantes, nos retumben el cerebro, saber que el miércoles callarán es un tremendo alivio. Lo que no lo es, desde luego, más tiene que ver con la incertidumbre, las confusiones y los amagos de violencia de cuantos estiman defender a la democracia cancelando las vías políticas con las cuales no concuerdan. Esto es exactamente lo contrario de lo postulado por ellos en semánticos y retorcidos discursos. No reconocer la posibilidad de que los adversarios ganen es tanto como avivar las conciencias subversivas asumiendo la verdad como propiedad exclusiva, sin margen alguno para la equivocación. Así han pensado, a través de la historia, cuantos dictadores han sido, de derecha o izquierda –una clasificación bastante simplista debe reconocerse-, mientras atesoran fortunas fabulosas y rigen las vidas y expectativas de los demás.

A través de los tres meses de campaña, eso sí, los aspirantes a la Presidencia –y me temo también que la mayor parte de los postulantes a los gobiernos estatales y la jefatura del Distrito Federal, acaso con la excepción de Miguel Mancera-, no crecieron; todo lo contrario, parecieron disminuir como seres humanos y su autoridad moral fue perdiéndose al calor de distintas denuncias que salpicaron las clásicas autoexaltaciones del culto a la personalidad. Salió lo peor de cada uno de ellos, no lo mejor. Me parece que, al respecto, el caso más indicativo es el de Josefina Vázquez Mota quien fue otra en manos de su promotor catalán, Antonio Solá, y le dio incluso por la vulgaridad, tan ajena a su perfil de mujer digna e inteligente. Un giro tremendo, de ciento ochenta grados diríamos, como consecuencia de la ambición política. Ya veremos cómo actúa el próximo domingo y qué va a decir cuando ya no haya espacio para las especulaciones y los números “oficiales” comiencen a hablar desatando tormentas por la incredulidad general. A este horizonte nos ha condenado la clase política incapaz de modernización alguna.

Pero también Andrés Manuel López Obrador es otro pero, en situación de tensión, vuelve a mostrar su perfil pendenciero. Le aconsejaron, desde 2006, no pelearse con el mandatario en turno y llegó al extremo de ofrecer, primero, justicia y no venganza, para después comprometerse a “no perseguir” a Felipe, el mandatario de la violencia, ni posibilitar las causas judiciales a las que den lugar las indagatorias sobre los miles y miles de víctimas inocentes de su particular guerra, sin armisticio posible, tan inútil como sangrienta: no disminuyó la “exportación” de drogas hacia Estados Unidos pero sí nos envolvió la tragedia como en ninguna otra época de la historia, ni siquiera cuando en la Plaza de las Tres Culturas los francotiradores, por órdenes desde dentro del gobierno, abrieron fuego contra los estudiantes que ya se marchaban del lugar. La imagen de México se sustentaba en los Juegos Olímpicos y no en el futuro representado por la sangre nueva que corría por Tlateloco. Es imposible olvidar.

Por su parte, el ex gobernador mexiquense Enrique Peña Nieto, sacrificó gran parte de su carisma y “encanto” personales, en alas de su mágica “gaviota”, cuando se percató de las múltiples alegaciones contra priístas dist9inguidos que le acompañaron al principio del derrotero por la Presidencia y fueron diluyéndose en las aguas negras de la corrupción que afloró, de nuevo, gracias a los servicios de investigadores de importación que manejaron, a sus anchas, los números y estadísticas de la Secretaría de Hacienda, no para velar por los intereses del país sino más bien como consecuencia de una estrategia proselitista, viciada de origen, por la intromisión alevosa del gobierno de la República en cuestiones electorales. Igual que en 2006... cuando el omnipotente Tribunal Electoral del Poder Judicial Federal (TRIFE) optó por dictaminar que las intervenciones oficiosas e ilegales del presidente en turno, Vicente Fox –y su consorte-, además de los empresarios patrocinadores de la “campaña negra”, no habían sido “determinantes” para el resultado final. ¡Y sólo se reconoció medio punto porcentual de ventaja! Esto es: cualquier inducción ilegal, aún la más discreta o pequeña, pudo ser definitoria de un proceso tan desaseado como arbitrario. Por desgracia, de este punto no hemos pasado y continuamos por la senda de la desconfianza.

Lo primero que se cuestionan los presuntos votantes es si las instituciones rectoras o calificadoras del proceso –el IFE y el TRIFE-, son, en serio, de confiar. No lo fueron, repito, hace apenas seis años bajo el imperio de los Fox y del dinero de los corporativos al servicio del gobierno; y ningún cambio se dio –salvo la renovación forzada del consejo general del IFE, más como venganza que como medida renovadora-, para darle a los electores mayores garantías de limpieza y justeza a la hora de colectar sufragios. Imagínense lo que puede suceder el próximo domingo si las “tendencias” que anuncie el consejero presidente del IFE, Leonardo Valdés Zurita, van muy al parejo y no permitan establecer una ventaja irreversible... salvo hasta tres días después de la contienda. Las aguas, ya muy agitadas, podrían salirse del cauce de la falsa normalidad con la que algunos tratan de disfrazar, con la madurez cívica de los mexicanos, los subterfugios oficiales y las trampas de una oposición sectaria que impidió, por ejemplo, la reforma política propuesta en 2009 que hubiera destrabado el conflicto actual, avizorando una segunda vuelta electoral. Debo reconocer que esta iniciativa presidencial fue una inteligente aportación aunque el mismo mandatario, Felipe Calderón, careció de arrestos y paciencia para defenderla en el Congreso. Fue más relumbrón que voluntad de cambio.

Y aquí estamos. A una semana de distancia de la jornada electoral y con las acusaciones, en un sentido y otro, rebotando en nuestras cabezas. Que si las mafias arropan a Peña quien acaso no pudo controlar a su equipo en el caso de los 56 mil millones de dólares destinados a “vender” su imagen en el exterior; que si Josefina viajó, varias veces, en los aviones de Pancho Colorado, indiciado en Texas por posibles nexos con el narcotráfico –un símil con cuanto ocurrió a Colosio en 1994 cuando igualmente viajó en un avión confiscado al célebre Amado Carrillo Fuentes, según información proporcionada por la DEA estadounidense-, y desvió fondos del SEDESOL; o bien, si Andrés Manuel está en tratos con los violentos e incluso ha formado un arsenal de bombas “Molotov” para defender con uñas y dientes su presunta “victoria” aunque lo separen quince puntos porcentuales del puntero; y, en fin, que Quadri, el entenado de la maestra Elba Esther, cobró por participar varias decenas de millones de pesos a sabiendas de que, además, lograría un posicionamiento nacional cuando antes de la campaña era muy poco conocido hasta en los círculos intelectuales.

El drama es el de los presuntos electores. Ni a quien irle, pero debemos resolver nuestra propia controversia interior, en menos de una semana, ya desde ahora. De otra manera, como tantas veces, nos pasará el tren de largo o nos arrollará sin remedio. Todos los postulantes tienen graves defectos; son humanos y se equivocan aunque jamás apuntan sus defectos. Y de ello debemos extraer, en la balanza de pros y contras, cuál es quien garantiza un futuro sin tanta violencia y un desarrollo sin tanta corrupción. ¿Erradicarlas? No me gusta caer en la utopía.

Mirador

Con el antecedente de Tamaulipas en 2010 -¡ya se fueron dos años de impunidad!-, cuando fue asesinado, el lunes anterior a los comicios, el médico Rodolfo Torre Cantú a quien favorecían las encuestas y los votos –su hermano Egidio, el sucedáneo encontrado por la dirigencia priísta, venció, sí, pero con una altísima abstenci8ón que hubiese anulado el proceso en las naciones con mayor solidez democrática-, debemos observar cada día, de aquí al próximo domingo, como un escenario de alto riesgo. Y después también porque las mafias andan sueltas y unas comulgan con uno y otras con otro... aunque Josefina deduzca que su valentía es co9nsecuencia de su decisión de no negociar con los narcos. La cuestión es: si tiene pruebas de que sus adversarios lo han hecho, ¿por qué, de una vez por todas, no las presenta judicialmente y acabamos con este sinfín de rumores y medias verdades?¿Tiene temor, aunque sea valiente, de ser revirada?

Lo saludable de todo esto es que se acortaron las campañas aun cuando se nos hicieran muy largas por efecto de las turbulencias sostenidas. Pero no crecieron los candidatos sino se achicaron, repito. Y esto es muy grave. Un ejemplo: si el PRI gana la elección presidencial, pese a los barruntos últimos y el malestar de los jóvenes, ¿cómo llegaría al Palacio Nacional su abanderado, Peña Nieto, cuando deba sopesar las posibles derrotas regionales de su partido en seis estados y el Distrito Federal? Es decir, el fenómeno Peña Nieto ya no se asemeja al fenómeno Fox de 2000 cuando el guanajuatense se llevó en las alforjas varias gubernaturas rompiendo algunos de los más sólidos monolitos priístas. Y este hecho es incontrovertible.

Las diferencias se perciben en las reaccionas que podrían tener los protagonistas: el “amor” que ahora dice exudar Andrés Manuel podría canalizarse hacia el odio –dicen que está muy cerca de lo primero-, con consecuencias inimaginables; la seguridad de Peña, en caso de revertirse los resultados, le obligaría a hacer uso de todos los recursos del PRI y su mafia para no ser desplazado; y en cuanto a Josefina, la aspirante oficial, es obvio que difícilmente reconocerá el próximo domingo, cuando se sepa de las “tendencias”, a reconocer que éstas no le favorecen.

La crispación, por desgracia, es lo único seguro en un entorno violento y complejo.

Por las Alcobas

En la misma línea del canto de las “chachalacas” de López Obrador en 2006, podemos anotar el “cuchi-cuchi” de la risueña y pícara Josefina, quien ha mostrado a todos un talante sorprendente, ajeno al de una mujer honesta y ponderada, discreta y cuidadosa de su imagen. La transformación de esta dama, sin duda, es uno de los episodios esenciales de la pugna presidencial.

¿Y qué es el “cuchi-cuchi”?¿Una alegoría simplona del amor entre una pareja?¿Alguna trama parecida al “Cucurrucucú, Paloma”, en condición de fastos adelantados? Pues, señores, se trata de investigar en las recónditas mentes de los catalanes, quienes se creen más vanguardistas que los genios del pasado, encargados de mover las fichas y preparar los escenarios del futuro... “haciendo presidentes”. 

loretdemola.rafael@yahoo.com.mx

POR LO MENOS NOS QUEDA ESTE DOMINGO... PARA REZAR. Y SOÑAR TAMBIÉN CON UNA NACIÓN DEMOCRÁTICA EN DONDE NO HAYA HUESTES QUE AMENACEN A QUIENES NO PIENSAN IGUAL Y OPTEN POR OTRAS CONDICIONES. NUNCA SOBRA LA HUMILDAD DE ESPÍRITU.

Leído en: http://www.vanguardia.com.mx/%C2%A1nosloscambiaron!-1312682-columna.html

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