viernes, 22 de junio de 2012

Ricardo Alemán - Mi voto

Ricardo Alemán
Una de las primeras lecciones de periodismo me llevó a entender que todo reportero que se respete, desecha del maletín de herramientas la primera persona del singular. Ese tiempo verbal es fundamental en poesía y literatura, pero no cabe en periodismo. La primera persona del singular estorba para la selección y recopilación de noticias, y sobre todo ensucia la jerarquía de los hechos noticiosos que, por definición, buscan imparcialidad y objetividad. La primera del singular tampoco cabe en el género de opinión que, de suyo, es parcial y subjetivo.

Hoy, sin embargo, recurro a la primera persona del singular para explicar mi voto.

Siempre he creído que la preferencia política, ideológica o religiosa de un reportero que ejerce el género periodístico de opinión, es parte de su intimidad. También por eso, siempre he defendido el derecho de guardar el sentido del voto. ¿A quién le importa el voto de tal o cual periodista?

Sin embargo, igual que ocurrió en los previos a julio de 2000 y 2006, a días de la elección de julio de 2012 abundan la confusión, desinformación, los insultos y opiniones maniqueas sobre mi persona y mi trabajo periodístico –sobre todo en las potentes redes sociales–, sin más argumento que estados de ánimo alterados. Por eso explico el sentido de mi voto.

Vale aclarar que en los previos al año 2000, aquí califique a Fox de “bulto”, “hablador”, “mentiroso” y que era un candidato superficial que “defraudaría en el ejercicio del poder”, ya que no era un demócrata, sino que sólo buscaba el “quítate tú para ponerme yo”. Incluso escribí el libro “Guanajuato Espejismo Electoral”, que documenta que la elección por Guanajuato en 1991 –que Fox dijo haber ganado– en realidad fue una farsa.

Resulta que entonces los comentarios en blogs y en espacios de opinión bajo las columnas políticas se cargaron de insultos, ofensas y amenazas en mi contra, de una abrumadora mayoría que suponía que –decir lo que sabía de Fox– era una traición a la patria. Me endilgaron quién sabe cuántos vínculos con el PRI y el insulto favorito era “¡traidor!”; salido de quienes censuraban la crítica a Fox –porque era el virtual ganador– y porque no vio que era un farsante, sólo el que no quiso verlo.

En esos meses y semanas, las críticas más severas que hice fueron contra el gobierno de Zedillo, contra el mentiroso candidato del PRD al GDF, López Obrador, y contra Fox. Opine que Fox ganaría porque era el mejor candidato, pero que sería “un bulto” como presidente. Todo a costa del insulto fácil y soez.

El fenómeno se repitió en 2006. Aquí cuestioné severamente la farsa de Roberto Madrazo, la “campaña engañabobos” de López Obrador y el fracaso del gobierno de Fox. Censuré que Fox pretendiera imponer a Creel y, en medio de la burla de no pocos colegas, aventuré que Felipe Calderón ganaría la contienda presidencial porque era mejor candidato que AMLO. Para los lopistas yo ya no era militante del PRI, sino del PAN.

Debo aclarar que nunca he votado por el PRI, y que nunca votaré por uno solo de sus candidatos. Deben saber que nunca he votado por el PAN, y que nunca votaré por ningún candidato del partido azul. Me formé en una familia profundamente liberal y mis mayores referentes son la izquierda y el liderazgo de Heberto Castillo, uno de los grandes constructores de la democracia mexicana, si no es que el mayor de ellos.

Creo que –a partir de mi experiencia personal en el invento de su oportunista liderazgo social y político– el candidato López Obrador es un farsante de derecha, profundamente conservador, disfrazado de político de izquierda; además de un mitómano reconocido públicamente, que es capaz de todo con tal de acceder al poder. Creo que Josefina Vázquez Mota es una gran mujer, capaz y preparada, pero creo que equivocó la estrategia. Corrigió y hoy vemos su mejor candidatura, pero se le acabó el tiempo.

Y creo que Peña Nieto es el mejor candidato de la contienda de 2012 –y no sé si será bueno o malo como presidente–, pero también creo que es una estupidez pensar que su triunfo será el regreso al viejo régimen. Y no será un regreso al pasado, porque el México de hoy nada tiene que ver con el de los años 60 y 70, además de que las instituciones y los ciudadanos también somos otros; sabemos el valor de la democracia y de libertades como la de expresión.

En la boleta presidencial votaré por Marcelo Ebrard, porque creo que era el mejor producto de la izquierda mexicana para ganarle a Peña Nieto. En la boleta a jefe de Gobierno votaré por Miguel Ángel Mancera, porque es el mejor candidato ciudadano –no atrapado por las tribus–, y anularé el resto de boletas, porque no me convence nadie más.

Leído en: http://www.ricardoaleman.com.mx/index.php/itinerario-politico/2012/junio/2844-mi-voto-

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