sábado, 30 de junio de 2012

Villoro - El Bueno, el Malo y el Peor

Voté por primera vez en 1976, a los 20 años. La oferta electoral era tan pobre como la de ahora, pero por otras razones. Harta de fraudes, la oposición se negó a presentar candidatos. José López Portillo, del PRI, era el único aspirante. En vísperas de ese simulacro escribió Jorge Ibargüengoitia: "El domingo son las elecciones. ¡Qué emocionante! ¿Quién ganará?".

De acuerdo con las encuestas, el próximo domingo ocurrirá algo parecido. Aunque hay cuatro candidatos, los sondeos reiteran que ganará Enrique Peña Nieto. Su ventaja parece tan sólida que uno siente que el futuro ya ocurrió. El PRI vuelve a semejar lo Inevitable.

Durante 71 años México se sometió a un teatro sucesorio donde el destino se decidía en la sombra. Los acuerdos se hacían en "lo oscurito" y el quehacer político era conocido como "la tenebra". El Presidente elegía a su relevo con un criterio defensivo: no buscaba al más apto ni al más allegado, sino al que pudiera hacerle menos daño. Para legitimarse, el recién ungido se distanciaba de su antecesor y en ocasiones lo sacrificaba. Este ritual de probable inspiración azteca era un absurdo eficaz: garantizaba la estabilidad del clan y permitía la renovación con pugnas intestinas.

El deseo de una democracia auténtica nos hacía suponer que, en cuanto hubiera elecciones limpias, la lucidez tocaría nuestras frentes para elegir al mejor candidato. Ignorábamos que el equívoco puede ser democrático y a veces gana el peor.

En 2000 un ranchero de grandes botas subió a un estrado para patear un ataúd con el membrete del PRI. Se convirtió en el primer Presidente de la alternancia. Hoy en día ese mismo ranchero pide el voto útil para el PRI. De este modo Vicente Fox sugiere que el cambio no tuvo sentido y todo salió mal.

Y aquí viene la gran incógnita: ¿cuántas elecciones a la Presidencia puede ganar el PRI en la elección de 2012? Un partido que se mantuvo en el poder durante 71 años mide los ciclos en términos cosmogónicos. El PRI está al frente de la mayoría de los gobiernos locales y domina la estrategia de repartir prebendas a cambio del voto. Se presenta como el único que tiene las llaves del Sistema y conoce las cámaras secretas de la Pirámide. Poco importa que esas llaves sean robadas o que los pasadizos conduzcan a la impunidad. Su capacidad de control es abusiva, pero concede favores. En forma indeleble, Octavio Paz lo definió como el Ogro Filantrópico.

El Observatorio Universitario Electoral acaba de hacer una encuesta en 600 secciones electorales (las habituales son 100) y encontró que el 56.4% de los electores guían sus preferencias por los siguientes motivos: "Es con quien mejor nos iría a mí y a mi familia, o a mi barrio" y "Siempre nos regala cosas". Millones de votantes responden a la "democracia" clientelista instaurada por el PRI. La avasallante publicidad de Peña Nieto reitera con habilidad ese mensaje: el Presidente no gobierna; favorece.

Si el PRI gana, sus pactos corporativos y sus redes para mantener las expectativas le permitirán reforzarse en las siguientes elecciones. Mi cálculo optimista es que gobernaría al menos por tres sexenios, lo cual me deja la opción de votar por el cambio a los 73 años.

Como la realidad existe para ser trans-figurada, no dejo de concebir la esperanza de que el futuro no se parezca a las encuestas.

De manera implícita, las elecciones son un referéndum sobre el Presidente que sale del cargo. Aunque no aparezca en la boleta, los votantes califican su actuación al alejarse o acercarse a lo que él representa.

Sea cual sea el desenlace, el domingo se confirmará la bancarrota política de Felipe Calderón. Cuestionado en todos los frentes e incapaz de imponer a su candidato dentro del PAN, el Presidente que conduce una guerra irresponsable acaba de recibir una irónica oferta de Josefina Vázquez
Mota: ocuparse de la PGR, su auténtica vocación. La candidata de su propio partido define su nivel de estadista.

Quien más ha insistido en que el problema de la violencia se resuelve con la educación es precisamente Vázquez Mota. Aunque el tema estuvo lejos de la agenda electoral, ninguno de los otros candidatos avala a Calderón.

En el casting de las aspiraciones, Peña Nieto representa al Malo (lo cual no le quita votos porque es el Ogro Filantrópico). Dependiendo de las preferencias, cualquiera de los otros tres puede encarnar al Bueno. Nadie disputa a Calderón la estelaridad del Peor. Todos se proponen salir del agujero que él dejó.

"El domingo son las elecciones. Qué emocionante. ¿Quién ganará?". Es posible que el regreso del PRI sea inevitable. Sin embargo, como una de nuestras más arraigadas tradiciones es la impuntualidad, también es posible que el cambio se produzca a última hora.

Lo único cierto es que cada voto servirá para despertar de la pesadilla que desató Felipe Calderón.



Leído en http://www.reforma.com/editoriales/nacional/663/1324828/default.shtm

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