Sergio Sarmiento |
Los Juegos Olímpicos que comienzan hoy en Londres tendrán un costo estimado para los contribuyentes británicos de 9,300 millones de libras esterlinas, o sea, alrededor de 14,400 millones de dólares (AP). El presupuesto original era de 2,400 millones de libras. Cuando el Reino Unido asumió en 2005 el compromiso de organizar el encuentro deportivo, durante el gobierno de Tony Blair, la economía británica vivía tiempos de bonanza. Hoy está sumida en una crisis que comparte con buena parte de Europa.
El costo de los Olímpicos de Londres es modesto en comparación con los de Beijing de 2008, en los que se calcula el gobierno chino gastó 42 mil millones de dólares (Centro de Investigación Olímpica de Beijing; Wall Street Journal, 16.7.08). De todas maneras la carga para los contribuyentes es enorme.
A los políticos nunca les faltan argumentos para justificar este tipo de gasto. El ex primer ministro Blair dijo este 25 de julio a la Associated Press que los juegos han permitido un rescate de la siempre marginada zona oriental de Londres, la construcción de “maravillosas instalaciones deportivas” y una “oportunidad para mostrar una Bretaña moderna, un Londres moderno”. Hay que “construir un legado con estos juegos”, dice Blair en ese lenguaje de mucho entusiasmo y poca sustancia que tanto gusta a los políticos.
La mayoría de los británicos apoya los juegos del laborista Blair y del primer ministro conservador David Cameron, a quien le tocará sacar la tajada política de los juegos. Lo hemos visto también en México. Los grandes espectáculos son populares entre el pueblo que asiste... y entre los políticos que se benefician. La razón es que nadie sabe realmente cuánto cuestan o cuánto afectan el nivel de vida de la población.
Grecia gastó alrededor de 15 mil millones de dólares que no tenía en los Olímpicos de Atenas. No fue ésta la única razón de la enorme deuda pública que hoy agobia al país; pero según Stella Alfieri, política que se opuso siempre a los juegos, el gasto olímpico marcó el comienzo de la explosión de irresponsabilidad que tanto le ha costado al país (Huffington Post). Lo peor es que la mitad de las instalaciones que Grecia utilizó en 2004 están abandonadas o subutilizadas. Lo mismo ocurre con varios de los estadios de futbol que Sudáfrica construyó para la Copa del Mundo de 2010.
El Reino Unido, a pesar de sus dificultades actuales, tiene los recursos para enfrentar el costo de los juegos. China lo pudo hacer sin problemas por su régimen autoritario.
Ahora le tocará a Brasil ser anfitrión de la Copa del Mundo de 2014 y de los Juegos Olímpicos de 2016. Al igual que el Reino Unido, Brasil obtuvo el “privilegio” en un momento en que su economía estaba en auge, pero no sabemos cuál será su condición en dos años.
Por lo pronto, y para no faltar a la costumbre, los costos en Brasil se han disparado. Nada más la construcción o remodelación de estadios asciende ya a 3,680 millones de dólares, tres veces lo estimado originalmente (Reuters). Para los Juegos Olímpicos de 2016 el presupuesto público original era de 12,800 millones de dólares, pero ya Carlos Nuzman, presidente del Comité Organizador, ha señalado que los costos reales serán significativamente mayores.
Las grandes competencias deportivas son una forma de promoción de un país (y de sus gobernantes). Lo sabía Julio César, quien obtuvo gran popularidad con sus espectáculos en el Coliseo romano. Pero hay campañas de relaciones públicas mucho más baratas... y muchas veces más eficaces.
AEROMÉXICO
Atrevida y bienvenida la apuesta de Aeroméxico de adquirir 100 aviones de nueva generación en la próxima década con una inversión de 11 mil millones de dólares. El mercado de la aviación comercial en México no ha regresado a su pico de 2008, cuando registró 56 millones de pasajeros en vuelos nacionales y extranjeros, pero desde 2009 ha estado en constante crecimiento
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