El PRI respondió a la impugnación del Movimiento Progresista con 1,601 cuartillas repletas de información, claves y pistas.
La prosa captura personalidad y forma de hacer política. En los acervos del PRI uno encuentra los cínicos escritos de Gonzalo N. Santos, la mesurada prosa de Lázaro Cárdenas, la agudeza intelectual de Jesús Reyes Heroles o la pomposidad de José López Portillo. El documento entregado por el PRI al Tribunal Electoral el pasado 16 de julio está cerca del estilo utilizado por Carlos Salinas en sus memorias: la modernidad tecnocrática encubre viejas mañas.
El alegato del PRI está bien escrito y se orienta a demostrar jurídica y de manera fáctica que la elección presidencial "fue válida" y a desprestigiar a quienes dudan de la presunta victoria de Enrique Peña Nieto. El menosprecio al Movimiento Progresista es evidente: describen la impugnación como "insulsas y extensas invocaciones del derecho, con escasas referencias a hechos" o como "expresiones subjetivas y dogmáticas, carentes de lógica y sustento jurídico" (pp. 937 y 1260, respectivamente).
Cuando la evidencia es demasiado incómoda el PRI la niega al mismo tiempo que se ampara en los resquicios proporcionados por la legalidad electoral mexicana. Las revelaciones divulgadas por Reforma, The Guardian y La Jornada sobre los acuerdos entre Televisa y Peña Nieto son desechados por no ser "ni pertinentes ni suficientes" y porque, de acuerdo con las leyes, las notas periodísticas pueden ser "atendidas sólo como indicios".
Mientras arman la defensa van exaltando las glorias de la democracia mexicana. Enrique Peña Nieto hace lo mismo. En una conversación de 40 minutos con Andrés Oppenheimer el mexiquense calificó a la elección como un ejercicio democrático "ejemplar e inédito", negó que su partido comprara votos y que en el caso de que hubiera sucedido fueron "casos aislados y casuísticos" y se presentó a sí mismo como parte de "una nueva generación de líderes del PRI formada en una cultura democrática" (The Miami Herald, 15 de julio de 2012).
En las 638 cuartillas que contienen la impugnación del PRD y en la respuesta priista de 1,601 aparecen dos visiones antagónicas sobre la elección y el sistema político. Si las instituciones funcionaran como debieran, en los próximas días o semanas los árbitros electorales pondrían a cada quien en su lugar con fallos sostenidos por investigaciones incontrovertibles. No sabemos si la Unidad de Fiscalización del IFE y el Tribunal Electoral nos darán certidumbre democrática esclareciendo dudas, asignando responsabilidades y castigando culpables o si se atrincherarán tras la verdad legal como en 2006. ¿Nos entregarán una canasta con ricas viandas o una generosa batea de babas? Los ciudadanos somos espectadores y a ellos propongo un par de reflexiones.
El texto presentado por el PRI también recuerda la prosa de Carlos Salinas -y otros priistas- por la distancia entre discurso y realidad. El PRI insiste en que nuestra vibrante democracia avanzará todavía más si el Tribunal ratifica su victoria y Peña Nieto se compromete una y otra vez a "profundizar y ampliar la transparencia de todos los órdenes de gobierno y de los Poderes de la Unión".
La promesa se evaporó 16 días después de la elección. Pese a la importancia del documento aquí comentado, el PRI sólo difundió un boletín de nueve cuartillas y le echó candado a las 1,601; en 10 ocasiones solicité el documento a la Dirección de Comunicación Social del PRI y a la representación del PRI ante el IFE. Aunque mi fracaso fue absoluto, México ha cambiado y la información ahora fluye por diferentes canales (el texto completo está disponible en www.sergioaguayo.org).
Pase lo que pase con la verdad legal, seguiremos discutiendo estas elecciones. Estoy entre quienes dudan de la limpieza de estos comicios pero considero indispensable que la investigación periodística y académica trascienda la denuncia y se oriente a detectar los patrones estructurales que hacen tan comunes las irregularidades. La evidencia abunda y las 1,601 cuartillas escritas por el PRI contienen información y pistas.
Para que ejercicios independientes de este tipo sirvan y mejoren la cultura democrática es indispensable que el PAN y las izquierdas partidistas se comprometan con reformar a fondo las condiciones que hacen posible las elecciones que ahora son de tan baja calidad o prefieran seguir compitiendo en desventaja con las reglas impuestas por el PRI. En el caso de la izquierda, es urgente que superen la retórica quejumbrosa y estridente e incorporen el conocimiento especializado a su trabajo. Una tarea inmediata es comparar su impugnación con la respuesta que recibieron del PRI. Las 1,601 cuartillas evaden inequidades pero también señalan realidades.
LA MISCELÁNEA
Las 1,601 cuartillas del PRI son de difícil manejo, no permiten la búsqueda de palabras o el copiado de frases, pero son útiles para la investigación.
Comentarios: www.sergioaguayo.org; Twitter: @sergioaguayo; Facebook: SergioAguayoQuezada
Colaboró Rodrigo Peña González.
Fuente: http://www.reforma.com/editoriales/nacional/667/1332645/
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