En tono sarcástico, no pocos políticos y líderes de las izquierdas bautizaron las oficinas de Andrés Manuel López Obrador –en la calle San Luís Potosí 64, colonia Roma–, como “El Castillo de la Pureza”. ¿Por qué el mote?
Porque en esa casa, dicen, nadie se equivoca, nadie hace nada malo y porque sus huéspedes son “sacerdotes de la pureza democrática”. De allí salió, por ejemplo, humo blanco “para combatir los horribles fraudes” de 2006 y 2012; salió la instrucción del plantón Reforma-Zócalo y, en días recientes, de allí salieron las líneas de la república del amor y el sambenito del fraude generalizado. Y claro, de allí han salido las versiones mediáticas para lavar la imagen de AMLO y de su “movimiento progresista”.
Pero del “Castillo de la Pureza” también salieron las siguientes historias, que confirman el doble rostro de “los progresistas” y, sobre todo, que en política no hay ángeles o demonios; existen intereses, y punto.
Dice la historia que faltaban poco más de 60 días para la elección del 2 de julio de 2006, cuando del “Castillo de la Pureza” salió un importante emisario cuyo destino era la capital de Coahuila. El enviado –que confirmó la historia a cambio de reservar su identidad–, llevaba la encomienda de López Obrador de convencer al recién electo gobernador del PRI, Humberto Moreira, de que se sumara a la candidatura presidencial de AMLO.
El casi seguro ganador de la presidencia en ese 2006, el señor Obrador, había pactado que otros gobernadores priístas apoyaran su candidatura, a cambio de buen trato en el gobierno lopista. Sin embargo, para AMLO era vital el apoyo de Moreira, porque significaba una alianza –a trasmano–, con la señora Gordillo.
Humberto Moreira recibió al enviado de AMLO y durante largas horas escuchó sus razones; que si Roberto Madrazo estaba perdido, que si era vital impedir el triunfo de la derecha; que si el joven gobernador Moreira quería hacer una buena gestión, requeriría de todo el apoyo del presidente López Obrador. Luego de explicarle los beneficios políticos de una alianza con AMLO, el enviado de éste le explicó al gobernador Moreira que sólo existía una condición; “hacer una declaración pública a favor de la candidatura presidencial de López Obrador” y claro, mover los votos de su estado a favor de AMLO.
Moreira tardó algunas horas en responder pero, al final, aceptó la alianza con AMLO, pero también a cambio de una condición; “firmar lo pactado”. La respuesta del enviado de López fue inmediata y contundente: “No, Andrés no firma nada, será un acuerdo de palabra”. Entonces Moreira reviró y cambio la condición: “entonces que me lo diga de frente, con un testigo”. El enviado hizo una consulta con el propio AMLO, quien respondió con una gran frase… “Dile a Moreira que como presidente pacto lo que quiera, como candidato, sólo espero su apoyo”.
Moreira no apoyó públicamente a AMLO en esa elección de 2006, en la que López Obrador fue derrotado por Felipe Calderón con apenas un puñado de votos que pudo aportar Moreira. Pero seis años después, en los previos de la elección presidencial de 2012 –y cuando Moreira era el presidente del PRI y el hombre fuerte de Peña Nieto–, el mismo López Obrador, que buscó una alianza con el gobernador de Coahuila, se encargó de destruir políticamente a Humberto Moreira quien, incluso, podría terminar en prisión.
La segunda historia también salió del “Castillo de la Pureza”, y también fue confirmada por una de las partes.
Había transcurrido poco más de una semana de la elección del 2 de julio de 2006 –y se sabía que Calderón derrotó a AMLO por una diferencia de votos menos a un punto porcentual–, cuando el también derrotado candidato del PRI, Roberto Madrazo, recibió una llamada a su teléfono personal. Lo buscaba Ricardo Monreal, el eficiente operador político de AMLO.
Monreal explicó a Madrazo que lo buscaba de parte de López Obrador y que le proponía un encuentro urgente entre los dos tabasqueños, enemigos a muerte por más de dos décadas. Madrazo no lo pensó mucho tiempo y reviró con otra pregunta. Quiso saber el motivo del encuentro, y la respuesta fue un contundente: “te paso a Andrés”.
López Obrador le propuso a Roberto Madrazo un pacto para “sacar a la calle a la gente de la izquierda y del PRI”, para impedir que Calderón tomara posesión como presidente. Madrazo se negó de inmediato, rechazó incluso el encuentro con AMLO y reviró; “No Andrés, yo no voy a poner en riesgo al país”. Al final el PRI avaló el triunfo de Calderón e hizo posible su toma de posesión. Pronto, más historias de “El Castillo de la Pureza”.
Fuente: http://www.zocalo.com.mx/seccion/opinion-articulo/el-castillo-de-la-pureza
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