No la conocí. No sé si fue una gran mujer y si es verdad que en Milenio le pidieron que alterara las encuestas. De su probidad poco sé, aunque de sus certeros análisis mucho vi. Ayer falleció esta mujer, que efectivamente fue pionera en los estudios de opinión pública y que, para fortuna de los mexicanos, no sólo dejó resultados, sino una obra de divulgación muy útil para cambiar nuestra mirada sobre las encuestas.
Hace ya cinco años, con el Centro de Investigación y Docencia Económicas, De las Heras publicó Por quién vamos a votar y por qué. No se trataba de una prospectiva con encuestas para 2012, sino de un texto que explica a grandes rasgos los principales ejes de un estudio de opinión pública y los alcances que pueden tener las encuestas.
Ahora que tantas de ellas fallaron, vale la pena recordar lo que ella escribió no sólo como analista de encuestas, sino como diseñadora de métodos de medición y hacerle caso como lectores, como ciudadanos, como electores, como periodistas y como políticos.
Una encuesta no implica elaborar una muestra representativa de un universo complejo, salir a preguntar y regresar a contar las respuestas. O bueno, sí. Eso es una encuesta como la mayoría lo entiende, pero precisamente por eso fallan para explicar la realidad.
De las Heras advirtió con tiempo la necesidad de que los estudios de opinión, y principalmente los electorales, incluyeran variables adicionales. ¿Qué es eso de las variables? Elementos que modifican los resultados.
Con manzanas: si las casas encuestadores salen a preguntar por quién van a votar los ciudadanos, se enfrentan a algo muy simple: a la mentira. Esa mentira es la variable que María de las Heras intentaba acotar.
Y es que cuando los resultados no se parecen a las encuestas, los malos encuestadores se excusan diciendo que los indecisos tuvieron la culpa, o que los mexicanos cambiaron de opinión o que los electores no salieron a votar. Es decir, que mintieron. Y tienen razón, pero el efecto de esa variable se puede limitar si se estudia con atención el contexto político en el que se hace el estudio. Les digo, no sólo se trata de sumar.
De las Heras explicaba, por ejemplo, que en México el porcentaje de electores que sale a votar no es igual para todos los sectores de simpatizantes. Los que afirman que votarán por el puntero o el oficial, tienen mayor tendencia a ausentarse de las casillas y eso genera una sobreestimación, todo el tiempo, del porcentaje de ese candidato. Por eso pasó lo de Vicente Fox. Por eso ella sí vio menos distancia entre Andrés Manuel López Obrador y Enrique Peña Nieto. Porque los números solos no sirven. Los números son una herramienta extraordinaria para “modelar” la realidad política, pero si ésta no es estudiada con otros elementos, las encuestas no sirven para nada.
Ayer murió María de las Heras. Vale la pena releerla.
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