sábado, 1 de septiembre de 2012

SinEmbargo - Calderón, AMLO y la prensa

El sexenio de Felipe Calderón Hinojosa está a tres meses de concluir. 

Seis años después de su arribo a Los Pinos, la imagen de México en el exterior atraviesa por su peor momento. Medios de comunicación, gobiernos, instituciones y ONG’s critican lo mismo los altos niveles de corrupción que la incesante violencia: “México es el país más mortífero del mundo”, planteó Le Monde hace una semana.

Han evidenciado también el quebranto a los derechos humanos por parte de instituciones como la Marina y el Ejército que, hasta antes de diciembre de 2006 eran vistas por los ciudadanos con admiración y respeto, y ahora infunden recelo e incluso miedo. 





La economía mantiene estabilidad en las variables macro, pero a nivel de piso hay más desempleo y los pobres se hicieron más pobres. También, ciudades punteras en desarrollo económico perdieron su pujanza por la guerra contra el narco y han obligado a sus habitantes al exilio. 

Del trato que México ha dado a los indocumentados ni se diga: las masacres en su contra han sido tema en grandes diarios del mundo. Se perdió el prestigio y la fama del país, por su solidaridad y valentía para acoger a los perseguidos del mundo.

Nunca como en este sexenio, los periodistas han sufrido por tanta represión y altos niveles de violencia. De acuerdo con Artículo 19, hasta el cierre de julio la cifra de comunicadores muertos en este sexenio sumaba 72, otros 13 están desaparecidos y se han registrado 40 ataques a medios con explosivos y/o armas de fuego.

En fin, que la lista de agravios es muy  larga. 

Sin embargo, ni con todo el oro la Presidencia de la República pudo detener el deterioro de la imagen del gobierno de Calderón Hinojosa. 

De acuerdo con una investigación de El Universal, el gobierno calderonista erogó, en lo que va de su sexenio, 20 mil 501 millones 987 mil pesos en gastos de publicidad, propaganda y medios de comunicación. Este monto supera a lo gastado por el ex presidente Vicente Fox Quesada (2000-2006), quien en sus seis años de gobierno gastó en ese rubro 14 mil 600 millones 601 mil pesos.

Para darse una idea, el gasto de la Presidencia en publicidad, propaganda y medios de comunicación, es casi el mismo que se autorizó gastar a la Universidad Nacional Autónoma de México en 2011: 29 mil 223 millones 146 mil 316 pesos (26 mil 81 millones 283 mil 316 de recursos federales y tres mil 141 millones 863 mil pesos por concepto de ingresos propios), planteó el diario capitalino. 

Es decir, se gastó a manos llenas pero no alcanzó para revertir la mala imagen. ¿Por qué? Las respuestas están en sus operadores de comunicación. 

Maximiliano Cortázar Lara, un ex baterista del grupo Timbiriche, amigo de Calderón y de su esposa Margarita Zavala Gómez del Campo desde hace muchos años, fue jefe de Comunicación del michoacano en la Secretaría de Energía, durante su campaña presidencial y en la Presidencia de la República. 

Como vocero de Los Pinos, Cortázar Lara lanzó su propia guerra contra los periodistas críticos de la actual administración: como muestra de su accionar con mano de hierro contra los comunicadores y los medios no alineados –entre muchas otras que están documentadas– queda el caso de su su enfrentamiento con el periodista José Gutiérrez Vivó, cuyo noticiero, “Monitor”, salió del aire y él mismo salió de México para refugiarse en Estados Unidos. 

El 16 de julio de 2010, “Max” salió de la vocería presidencial. Luego, este año, se incorporó al equipo de campaña de Josefina Vázquez Mota para “reforzar” el área de comunicación… y ya vimos cómo le fue a la candidata del PAN a la Presidencia. 

El puesto de Cortázar en la Presidencia se le asignó a otra amiga íntima del Presidente: Alejandra Sota Mirafuentes. 

Sota Mirafuentes tampoco contuvo el proceso de degradación de la imagen presidencial, ni dentro ni fuera del país.

El reciente enfrentamiento entre Los Pinos y la empresa de medios MVS, comandada por Joaquín Vargas Guajardo, evidenció uno de los capítulos más burdos de censura en México.

En su calidad de vocera de Los Pinos, Sota intervino para “recomendar” al empresario lo que debía asentar una carta que la periodista Carmen Aristegui debía suscribir y difundir públicamente. El texto planteaba que Felipe Calderón Hinojosa no era alcohólico sino deportista, y significaba una corrección de Aristegui, luego de que ella misma había lanzado al aire, en su noticiero de esa cadena, la pregunta de si el Presidente tenía realmente problemas de alcoholismo. 

De este sexenio fallido en comunicación, difusión y propaganda quedan muchas lecciones. También las hay en otros equipos de políticos relevantes que deben tomar nota de cómo se relacionan con los medios. 

El de Andrés Manuel López Obrador, por ejemplo, es otra muestra de que la militancia y la amistad, en esos casos, debe desligarse del objetivo final de informar y profesionalizar un puesto que es vital para alcanzar objetivos más altos. 

Su vocero César Yáñez Centeno Cabrera mantuvo un enfrentamiento constante con la prensa. Los grandes avances de AMLO en la pasada campaña presidencial, particularmente entre los jóvenes y en el electorado del norte del país, apenas y si se percibieron en los medios, y tampoco pudo contener los ataques contra su jefe. 

Yáñez Centeno Cabrera, como Sota, se agenció la responsabilidad de redactar y publicar una carta dirigida a Juan Francisco Ealy Jr., director general de El Universal, para acusar a ese diario de ser “un periódico del régimen” que le hace el “trabajo sucio al PRI” y a Enrique Peña Nieto. 

Más allá de las percepciones que se tengan sobre algunos medios, eso recuerda una lección de primer año de Periodismo en cualquier universidad: no se acusa sin pruebas sino con hechos. Pero Yáñez no lo consideró así y evidenció, otra vez, su falta de dominio en políticas de comunicación. 

Comunicar y difundir los mensajes de un gobierno o de un grupo político no es un asunto de amistad ni de planteamientos viscerales. La Comunicación Social es una responsabilidad que debe entregarse a profesionales, más aún cuando se trata de llevar las riendas de un país.

Ahora, el daño causado por los amigos tanto para la imagen de Calderón y la del país, así como para los objetivos de AMLO, están a la vista de todos y vale, sin duda, para una profunda reflexión. 


¡Feliz fin de semana!

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