Mercedes Llamas |
Según Alejandro Bringas y Luis Roldán, existen cuatro causas para la fabricación de delincuentes (considero más adecuado este término que el de fabricación de culpables, ya que el primero se puede confundir con el fenómeno anti-readaptatorio de la cárcel):
1. ineptitud policiaca para investigar de manera científica y técnica
2. como forma de control político de la disidencia y de los opositores
3. como resultado de la corrupción judicial
4. como venganza personal de los funcionarios
A estos cuatro, añado uno que quizás es el más frecuente en nuestros tiempos, y que consiste en la presión por parte de las autoridades de presentar culpables ante la sociedad para dar la apariencia de que el sistema funciona y de esta manera reducir tanto la alarma social como la percepción de inseguridad. Dentro de la jerarquía del poder judicial, los altos mandos presionan a su personal para cumplir con una cuota de detenidos, sin importar la verdad histórica de los hechos.
Evidentemente, las personas con menores recursos económicos y capital social son las más vulnerables para ser señaladas por el sistema de justicia como culpables, ya que por la precariedad que les caracteriza será complicado que se defiendan, y de esta manera las estadísticas oficiales, sigan incrementándose de manera favorable para el gobierno. Si el lector quiere ejemplificar lo anterior, le bastará con ver el documental de “Presunto culpable” el cual presenta la historia de Toño Zuñiga.
Durante el sexenio que está por terminar, y dentro de la tan afamada lucha frontal contra el narcotráfico, se ha puesto de moda presentar en los medios de comunicación a los “supuestos cabecillas” de los cárteles, previo a investigaciones. Lo anterior evidentemente viola la presunción de inocencia, derecho de todos los ciudadanos mexicanos.
Antes de que se les investigue, se presentan en los noticieros imágenes y videos de los “presuntos culpables” y aunque legalmente no se les ha investigado y menos sentenciado o absuelto, socialmente ya se les ha etiquetado como culpables. Sobran los casos de personas que son ingresadas a prisión y dos años después son absueltas, sufriendo todos los perjuicios y sin recibir indemnización alguna.
Si el gobierno no tiene certeza absoluta de la culpabilidad de las personas así como una sentencia judicial de por medio, no tiene derecho alguno de hacer declaraciones incriminando a una persona que cuenta con la prerrogativa de la presunción de inocencia.
El caso del “Lazca” es el ejemplo perfecto para la creación de culpables. El domingo se abate al supuesto líder de los Zetas, quien no tenía ni escolta al momento de ser muerto, y el martes, pese a toda la información contraria (diferencia evidente de altura entre el cadáver desaparecido y el supuesto “Lazca”), el Presidente asume y felicita a la Marina por haber matado a uno más dentro de su lista de 37 y omite comentar tanto la falta de pruebas para corroborar que se trata de la misma persona así como el hurto del cadáver.
Este caso se complica pues con la desaparición del cuerpo nunca sabremos realmente si el “Lazca” vive o si se fabrico un culpable con la persona que fue abatida el domingo por elementos de la Marina.
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