domingo, 21 de octubre de 2012

Rafael Loret de Mola - Hispanidad crítica

En el “día de la Hispanidad”, que los mexicanos celebramos como el “de la raza” –el 12 de octubre- para marcar distancias y exaltar la bravura de los pueblos indígenas contra la dominación europea, las relaciones bilaterales entre México y España estuvieron marcadas por las corrientes financieras ibéricas y las contaminadas aguas del narcotráfico. Unas y otras señalan pautas y derroteros bajo el peso de las simulaciones extremas. 

Es evidente, además, que en materia política el gobierno español mantiene enormes intereses en México como acceso estratégico para las grandes inversiones destinadas a Latinoamérica en una expansión espectacular, sobre todo en la última década cuando los Estados Unidos pusieron toda su atención en Medio Oriente y los yacimientos petroleros que garantizan el abasto del crudo a la poderosa nación a lo largo del próximo siglo. La democracia española le ha venido bien a los consorcios económicos que han salido del armario de la dictadura para situarse como detonantes del desarrollo imparable del país que acaso se situaba en la retaguardia de la Unión Europea y ahora supera, en varios renglones, a los países líderes como Inglaterra, Alemania o Francia. 




Desatada la crisis económica mundial, en el marco de la campaña electoral norteamericana que exhibe la pobreza de los liderazgos propuestos y la tremenda dependencia global respecto a cuanto suceda en la jornada comicial, el gobierno de España decidió “blindar” los depósitos de ahorradores y pensionistas, de todos, garantizando sus haberes hasta por 50 mil euros por cada cuenta-habiente y cien mil si se trata de cuentas mancomunadas. Con ello, claro, la inmensa mayoría de la clientela bancaria respiró hondo y no cayó en el indeseable juego del pánico saqueador que desfonda los mercados. 

En México, como bien sabemos, se opta siempre por proteger a los poderosos consorcios y no a los depositantes que, generalmente, son arrastrados, como ocurrió en 1982 y 1995, por los efectos de las crisis de liquidez de un gobierno demagogo e ineficaz, también corruptor, que ni siquiera ha aplicado correctivos adecuados para prever y evitar nuevas bancarrotas populares. La macroeconomía va por delante y lo demás importa más bien poco en una correlación contraria al modelo democrático por el cual estaría obligado a pensar, primero, en las mayorías. Pero no: los rescates suelen estar destinados para concesionarios y socios de quienes integran el poder político. 

Por eso, una y otra vez, los huracanes financieros son devastadores. En dos meses, el peso fue vapuleado: pasó de una cotización de nueve por dólar a la misma que devino de la histórica devaluación del “sábado de gloria” en los estertores del régimen de Adolfo Ruiz Cortines: doce cincuenta. Sólo que entonces no se habían dado los ajustes –es decir los “nuevos pesos” que se tragaron tres ceros a la derecha para no tener que desembolsar millones para pagar el periódico-, ni la deuda externa habría alcanzado las cuotas actuales. De cualquier manera la retrospectiva nos permite explicarnos los desafíos que llegan ya, aun cuando tanto se habló del famoso “blindaje” como elemento central para explicar el porqué de la continuidad económica en ausencia del cambio global prometido. 

Y también es evidente, aunque duela reconocerlo, que en un importante porcentaje la vida productiva nacional se aviva por el narcotráfico. Una década atrás se estimaba que si desparecía éste del panorama nacional, los equilibrios financieros se romperían porque se afectaría en sesenta y ocho por ciento la economía del país. Me temo que la relación ha cambiado para mal dada la tremenda oleada de vendettas y ejecuciones que exhiben la profunda contaminación del tejido social en México. 

A mediados de los noventa, igualmente, el Departamento de Estado norteamericano llegó a la tremenda conclusión de que en Colombia casi el cine por ciento de las transacciones comerciales tocaban, en algún momento, a los cárteles y secuaces de los mismos. La cadena era impresionante y la dependencia también. Fue entonces cuando comenzó a hablarse de la “colombialización” cuando se analizaban los contextos similares o en vías de serlo. Como México, por ejemplo. 

Y es evidente que nuestro país ha desplazado a la nación sudamericana en cuanto se refiere al posicionamiento territorial y la capacidad para avasallar al gobierno y sus gobernados. Las pruebas las tenemos demasiado a la vista en tantos escenarios congestionados por las mafias y quienes las protegen en distintos niveles tanto del sector público como del privado. En este punto, naturalmente, las complicidades se ensanchan y los intereses colectivos se estrechan. 

Tras el “día de la raza” sabemos que la pobreza general se mide de distinta manera. Si se ganan más de dos dólares al día el registro de la miseria extrema no se conmueve gracias al sabio decreto foxista, falsamente equilibrado. Hablamos, claro, de una sociedad depauperada a la que se vende la noticia de su mejoría ficticia. Por ello, claro, es susceptible de una nueva conquista, sin carabelas de por medio pero sí con un océano de inversiones que comprometen nuestro futuro a favor de los dueños del dinero. Estamos, de nuevo, como en el principio. 

Los centauros de Cortés han sido cambiados por los jinetes del “Apocalipsis” financiero. De cualquier manera el dominio está asegurado. Es explicable, entonces, que los festejos sean más festivos allende el mar y no en nuestro país en donde la “raza cósmica” de Vasconcelos parece haberse diluido entre los especuladores mayores, de la economía y también de la política. 

Mirador 

Los otros conquistadores, los de Wall Street, especulan de lo lindo. A ellos culpa la presidencia estadounidense por el flagelo de la crisis que delinea y reduce las campañas electorales en los Estados Unidos a los planos financieros. Más allá de encuestas y sondeos, es evidente que la victoria será de quien se muestre con mayor capacidad para afrontar los retos inminentes, el legado de una Casa Blanca intolerante y belicosa, y los efectos en las naciones satélites. 

El declive del peso, la caía de la Bolsa –al igual que ocurrió en las más influyentes del orbe-, los desajustes oficiales y las presiones de financieras y bancos, plantean, otra vez, la patológica vulnerabilidad de nuestro gobierno en un entorno de recriminaciones mutuas y ausencia de soluciones. La afectación será mayor durante este mes, a tres semanas de las elecciones en la Unión Americana con las encuestas inclinadas, por ahora, hacia el bando demócrata. Sólo un apunte: los votantes norteamericanos suelen ser tan volubles que cualquier incidente, o traspiés, puede modificar los momios de manera dramática, máxime tomando en cuenta que el sistema norteamericano privilegia a determinados territorios en donde, por un solo sufragio de diferencia, es factible cambiar el curso general. Así de apretadas pueden ponerse las cosas. 

Falta todavía medir el grado de xenofobia y racismo a la hora de marcar las papeletas, esto es cuando se está libre de testigos y surgen los prejuicios íntimos. De cualquier manera el hecho incontrovertible es que no variarán las cosas. Desde luego, los estadounidenses tienen la última palabra aunque el mundo entero sea impactado por estos comicios, incluso más que cuanto pueda darse al interior de la gran potencia universal. Es tanta la influencia norteamericana en el globo terráqueo que, si de democracia hablamos, debiera haber una manera de participar desde fuera en la jornada con algo más que análisis. Pero tal es imposible en términos de soberanía. Resignados, los ciudadanos del mundo sólo podemos cruzar los dedos pidiendo al Creador no sólo clemencia sino también los conocimientos necesarios para que el vencedor pueda gobernar menos “de oídas”. 

Polémica 

Cuando, en enero de 1993, arribó a la Casa Blanca el ex gobernador de la pequeña Arkansas, Bill Clinton, éste no contaba con información precisa acerca de los flagelos mundiales, tales como el narcotráfico, ni sabía medir los efectos devastadores de las crisis financieras. Cuando comenzó a enterarse de los vínculos soterrados entre las mafias y el gobierno mexicano, optó por tomar distancia prudente respecto del entonces mandatario, Carlos Salinas, a pesar de la capacidad de éste por entrometerse en los grandes consorcios privados. Finalmente, al darse la crisis estructural de 1995, Clinton optó por oxigenar la economía mexicana utilizando los fondos de los que discrecionalmente puede disponer el presidente estadounidense. La caja chica, para los buenos entendedores. Y la libramos. 

En la perspectiva actual, tanto Obama como Mitt Romney han dado exhibiciones de supina ignorancia respecto a la política exterior de los Estados Unidos, prueba palpable no sólo de incultura sino de una suficiencia atroz que se traduce en una visión parcial, y por tanto equivocada, de los grandes sacudimientos universales. 

El desafío mayor, a no dudarlo, será la ausencia de liderazgo y de visión global de la conflictiva universal. Nunca antes, como ahora, tal hecho había sido tan evidente y peligroso. No es cuestión de simpatías sino de capacidades y éstas brillan por su ausencia aun cuando los publicistas se esmeraran en presentar los “mejores rostros” de sus respectivos candidatos. No fue suficiente y el mundo espera, deshojando las margaritas. 

Por las Alcobas 

Más allá de los efectos del escándalo “Watergate”, el declive del presidente estadounidense Richard M. Nixon, acaso el político más avezado de su generación, se debió a la filtración de un hecho relevante: había omitido, por descuido, el pago de algunos impuestos. Y tal encendió el malestar entre los ciudadanos norteamericanos, buenos pagadores entre otras cosas porque no piensan que sus impuestos se van a las alforjas de la corrupción.

Fue entonces cuando un experto político me dijo: 

--Nixon caerá porque nuestros vecinos del norte no toleran a los evasores. 

Así fue. En 1974, Nixon debió rendirse porque los bolsillos de los causantes se dolieron y nadie salió en su defensa ni se interesó por ella. 

En cambio, a Bush, el más belicoso de los últimos tiempos, torpe en materia financiera y poco docto en cuestiones de política exterior, se le dejó terminar un periodo cargado de incidencias negativas. Y se fue, tan tranquilo, a su rancho texano dejando al mundo en condiciones infamantes, críticas. ¿Podremos olvidarlo pronto? 



E-Mail: loretdemola.rafael@yahoo.com.mx 

PARECEN CÍCLICOS LOS DESASTRES FINANCIEROS QUE SON PREVIOS A LOS POLÍTICOS. CADA CUATRO AÑOS, EN LOS ESTADOS UNIDOS; CADA SEIS, EN MÉXICO. SÓLO QUE AQUÍ, ESTIRAMOS LAS MANOS Y ALLÁ LAS CIERRAN CONVIRTIÉNDOSE EN PUÑOS LISTOS A GOLPEAR. LAS DIFERENCIAS ETERNAS ENTRE LOS FUERTES Y LOS DÉBILES.

Leído en: http://www.vanguardia.com.mx/hispanidadcriticalosvientosdeeuasaldodewatergate-1398775-columna.html

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