Dos episodios en los últimos días desnudan la penetración de la delincuencia organizada en Coahuila. El abatimiento de Heriberto Lazcano, el jefe de Los Zetas -las autoridades han empezado a dar a cuentagotas detalles de la necropsia que confirman su identidad-, y el asesinato de José Eduardo Moreira, hijo del ex presidente nacional del PRI y ex gobernador del estado, Humberto Moreira, dibujan la penetración criminal en las instituciones -policías que asesinan a un miembro de familia prominente y que uno de los narcotraficantes más buscados lleve una vida de esparcimiento normal-. Pero nada ilustra más lo podrido en Coahuila que el propio gobernador Rubén Moreira, quien al decir lo que está haciendo que antes no se hizo, desliza en la denuncia contra las bandas y sus asesinos, la verdadera condena a sus antecesores.
Coahuila llevaba varios años gritando por auxilio, sin realmente recibir ayuda. Cuando asumió la gubernatura Humberto Moreira -hermano de Rubén- en diciembre de 2005, el estado no figuraba en el mapa de riesgos que llevó al presidente Felipe Calderón, un año después, a iniciar la guerra contra la delincuencia. En el nuevo escenario en el país, Moreira llevó a militares a manejar la seguridad pública y, en la descomposición de los cárteles, Los Zetas escaparon de la inestabilidad en Tamaulipas y encontraron santuario en Coahuila. Ex militares de élite, Los Zetas no tuvieron mucho problema en adaptarse en un entorno cuyos códigos conocían.
A partir de 2006, todo cambió en Coahuila. No sólo fue la violencia en la Comarca Lagunera, donde Torreón y su ciudad gemela duranguense Gómez Palacio, son el inicio de la ruta de la cocaína hacia Estados Unidos -por ahí transita 70% del producto al mercado norteamericano-, que entró en disputa sangrienta entre los cárteles. Hubo otros indicadores de la descomposición que aunque se vieron, no se atacaron, como el robo de vehículos, que se fue de un promedio de 60 por año en la primera parte de la década, a dos mil 298 en diciembre de 2010, un mes antes de que pidiera licencia Moreira del cargo. Hubo otros que estimularon el crimen, como los casinos. Coahuila tenía cuatro casinos cuando asumió el poder, y cuando se fue a dirigir el PRI, sumaban 26.
En todo ese periodo no hubo un solo robo por dinero o valores; el dinero no lo obtenían como los ladrones comunes, sino en sus negocios colaterales a la droga en otras partes del país y Centroamérica, y en el juego. Sólo de 400 máquinas de juego que instalaron Los Zetas en tiendas de abarrotes en Saltillo, obtenían 12 millones de pesos mensuales. El incremento sustantivo en el robo de automóviles era para renovar el parque vehicular criminal. En el norte del estado vivían los jefes zetas, Lazcano y Miguel Ángel Treviño Morales, para quien trabajaban los policías y sicarios que asesinaron al joven Moreira, aunque aún no se sabe cuál fue el móvil.
Coahuila fue un reducto de tranquilidad en todo este tiempo, pero las condiciones cambiaron con la llegada de Rubén Moreira, quien fue con el gabinete de seguridad federal y les dijo, recuerdan algunos altos funcionarios, que él sí combatiría al narcotráfico. Le dieron el beneficio de la duda. Moreira cerró todos los casinos y canceló todas las brechas entre Coahuila y Durango, que eran rutas del narco. Además, elevó la certificación policial de 43% a 97%. En septiembre envió siete iniciativas de ley al Congreso, que incluyeron fondos para una estación de la Armada, un cuartel del Ejército, una nueva prisión y para las fuerzas de élite. Llevará a militares bajo mando militar y fortalecerá la seguridad pública con civiles.
Al explicar las iniciativas, Moreira dijo que la delincuencia y la violencia invadieron a una sociedad que había vivido en paz, donde no había sicarios ni halcones, donde consumir drogas era extraño y hablar de casinos inimaginable. “De pronto se abrió una Caja de Pandora”, atajó. Nos robaron la tranquilidad, rompieron el tejido social y hubo “permisividad de sociedad y gobierno ante conductas ajenas a nuestra tradición”. Moreira lo sugirió todo a la sombra de los criminales. Pero para ir contra Los Zetas tuvo que ir sobre su sangre. Vistos los hechos hasta ahora, la lucha por quitarle la Zeta a Coahuila, sí parece haber comenzado.
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