Justo cuando Luis Videgaray concentraba las miradas y comentarios como el personaje esencial del equipo de transición, el número dos sin tres cercano, Enrique Peña Nieto anunció que reintegraría las tareas de seguridad pública a la Secretaría de Gobernación. Mandó a defender la propuesta a quien todos perfilaban para ocupar el despacho de Bucareli. La figura de Miguel Ángel Osorio Chong, fuerte de por sí, se agigantó.
Si Peña Nieto mantiene la lógica desplegada desde que ganó la elección, el viernes presentará un gabinete montado sobre dos pilares: Videgaray en Hacienda, Osorio Chong en Gobernación. Este último será, formalmente, el jefe del gabinete.
Y el jefe de las renovadas instituciones de seguridad. Tendrá que crear y capacitar a la Gendarmería nacional en un lapso que no podrá ser largo. Y venderle las bondades del esquema a las Fuerzas Armadas, y luego hacer que lo cumplan.
Solamente esa sería una faena extraordinaria. Pero habrá que sumar la recomposición de la lastimada red con los gobernadores. Y persuadir a un Congreso tosco. Y lo que vaya surgiendo cada día. La expectativa será altísima. Diría que excesiva, inasequible.
Ni hablar, esa ha sido la oferta que trae de vuelta al PRI a la Presidencia: la buena gobernanza, el talento para ser eficaz.
Así como para lo demás Peña Nieto tendrá a su Factor V, con Osorio Chong espera dar el giro virtuoso y pronto en la lucha contra los criminales. Y contar con un gran director de orquesta que ponga a tocar la misma partitura a los desafinados, los rebeldes, los oxidados, los perezosos, los saboteadores.
En otras palabras: el Factor V se moverá en tierras de riego; el Factor O, en las de temporal.
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