Cuando la Procuraduría General de la República (PGR) y la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) nos regalan la más escandalosa pelea del sexenio –a causa de la balacera en Tres Marías--, sin duda que algo está podrido en el gabinete presidencial de seguridad.
Y cuando ni el Presidente Calderón es capaz de intervenir, de poner orden a la pelea entre la PGR y la SSP y de exigir que las partes aclaren el ataque a un vehículo oficial y diplomático, antes que convertir el cierre sexenal en tiempo del cobro de venganzas, no queda más remedio que reconocer que el caso Tres Marías exhibió la pudredumbre en la procuración de justicia y la persecusión de los delitos.
Y es que –también sin duda--, una de las partes miente, si no es que mientan las dos --sea la señora Marisela Morales o sea el señor Genaro García Luna--, porque las contradicciones que son evidentes entre las versiones de una y otra dependencia sobre lo ocurrido, no son posibles ni en el más chabacano y descabellado guion cinematográfico.
Y tampoco hay duda que poderosas manos mueven la cuna, el lodazal y los intentos por desprestigiar a una dependencia como la SSP, mientras que otras manos --igualmente poderosas--, intentan prestigiar a otra institución, como la PGR, pero a costa de la primera. Lo cierto, sin embargo, es que en esa batalla que será mortal por necesidad –porque vivimos el fin del sexenio--, las dos dependencias –y sus dos titulares--, son poderosos contribuyentes al descrédito final de su jefe, el Presidente Calderón.
Y debía ser intolerable para los ciudadanos de a pie --de un país que aspira a la vida democrática--, el triste espectáculo que presenciamos en el llamado "Caso Tres Marías". ¿Por qué? Porque a los ojos de esos ciudadanos, "los muchachos" de la SSP y la PGR no trabajan para aclarar un hecho criminal –como el ataque a balazos de un vehículo oficial y diplomático, tripulado por un marino y dos agentes de la DEA--, sino que todo indica que trabajan para ocultar la verdad de los hechos. ¿Y por qué ocultar la verdad?
Porque detrás de cada una de las dos versiones, tanto la PGR como la SSP, no buscan esclarecer el origen de la balacera, el móvil del ataque, la génesis de lo ocurrido. No, cada una de las dependencias pretenden imponer su respectiva verdad interesada, maniquea y manipulada, para culpar y enlodar al otro, como si se tratara de la pelea entre dos bandas criminales que pelean por un territorio; el territorio de la verdad interesadas, no la verdad verdadera, sin adjetivos.
Y lo más cuestionable del caso es que en su lucha por imponer su verdad, las dos dependencias parecen dispuestas al extremo de lo inverosímil. Y en el circo de dos pistas, García Luna defiende a capa y espada –incluso mediante filtraciones periodísticas--, la teoría de la confusión –porque sus muchachos perseguían a una banda de secuestradores que viajaban en una camioneta similar a la que fue atacada--, mientras que la PGR apuesta a la teoría del "ataque directo y planeado", sin dar más elementos que su desprestigiada palabra.
¿Quién miente? Es muy probable que los dos bandos. En el de García Luna ya inventaron un montaje para justificar sus pifias –como el escándalo Cassez--, y en el de la señora Marisela Morales, quien suele no aclarar los tropiezos de su gestión, como la reciente renuncia de uno de sus otrora leales.
¿Por qué mienten? Las razones para mentir son muchas y variopintas. Pero primero se debe aclarar que según especialistas, la investigación de la balacera en Tres Marías, y la aclaración de los hechos, no requería de mucho tiempo para ser resueltos. En realidad el problema está en otro lado. Y es que desde hace años anida una feroz pelea entre la PGR, la SSP, la Marina y la Sedena. Y el fin del sexenio no sólo es el "año de hidalgo", sino el tiempo de las venganzas. Y la pelea entre la PGR y la SSP tiene muchas señales de venganza.
En todo caso, lo más grave no es la pelea a muerte de las instituciones que procuran justicia y persiguen al crimen. No, lo grave es que esa pelea se produzca en las barbas del Presidente y que el jefe de las instituciones permanezca impasible. ¿Será que ya no hay gobierno, que vivimos la temida ingobernabilidad? Al tiempo.
En el camino
En Morelos abundan los evasores de impuestos. Uno, La Parrillada Burgos, localizada en la entrada del Fraccionamiento Burgos, #6, Las Ánimas, en Temixco –RFCGUCA860408NC8--, cuyos propietarios se jactan de no dar facturas desde hace años. "Y si no le gusta, hágale como quiera", dicen. ¿Y las autoridades fiscales? Claro, en Morelos se vive un nuevo y moderno gobierno de izquierda.
Leído en http://www.noroeste.com.mx/opinion.php?id_seccion=104
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