“La creciente influencia de poderes fácticos frecuentemente reta la vida institucional del país y se constituye en un obstáculo para el cumplimiento de las funciones del Estado mexicano. En ocasiones, esos poderes obstruyen en la práctica el desarrollo nacional, como consecuencia de la concentración de riqueza y poder que está en el núcleo de nuestra desigualdad [doble sic]. La tarea del Estado y de sus instituciones, en esta circunstancia de la vida nacional, debe ser someter con los instrumentos de la Ley y en un ambiente de libertad los intereses particulares que obstruyan el interés nacional.”
Lo transcribí directamente del video del encuentro de Enrique Peña Nieto, en el Alcázar del Castillo de Chapultepec, con Jesús Zambrano del PRD, Gustavo Madero del PAN, el secretario de Gobernación, María Cristina Díaz Salazar por el PRI, Jesús Murillo Karam como presidente de la Cámara de Diputados, Ernesto Cordero por el Senado de la República, el Jefe del Gobierno del Distrito Federal saliente Marcelo Ebrard, y el Jefe de Gobierno electo Miguel Mancera.
Lo tomé, pues, del evento en el que se firmó el Pacto por México (calificado, por cierto, como la “versión mexicana de los Pactos de la Moncloa de la transición española” por El País. Jeje. El diario español agrega: “El flamante presidente de México, Enrique Peña Nieto, no esperó ni 24 horas para empezar a trabajar en la agenda de transformación del país que anunció la víspera durante su primer mensaje a la nación”. ¡Órales!).
Si entendí bien, entonces, una de las tareas fundamentales del Pacto por México será ir contra los poderes fácticos. Aplausos, muchos. Himno Nacional si quieren. Pero no les creo.
¿Qué son los poderes fácticos? Tomo una descripción de María Amparo Casar, doctora en Ciencias Políticas por la Universidad de Cambridge, profesora-investigadora del CIDE y editorialista del periódico Reforma, publicada en la revista Nexos el 01/04/2009: son “grupos que sin ninguna investidura, representación o delegación democrática tienen poder de imponer o modificar decisiones que afectan el interés publico”.
¿Cuáles son los poderes fácticos en México? Tomo un resumen que hace la misma doctora Casar de La democracia en México, de Pablo González Casanova (Ediciones Era, México, 1965): “Diferenciaba los poderes formales de los poderes reales y examinaba su peso en las decisiones gubernamentales. Describía, en particular, el poder de caciques locales, del Ejército, del clero, de los latifundistas y de los empresarios nacionales y extranjeros. A ellos habría que agregar hoy (2009), cuando menos, los grandes sindicatos, los monopolios públicos, los oligopolios, las empresas dominantes y, en el ámbito de la ilegalidad, el crimen organizado y el narcotráfico”.
No quiero aburrirlos con rollos académicos. Me dispongo a hacer la más modesta lista de los poderes fácticos en México para argumentar por qué no le creo al tan publicitado pacto.
• La televisión. Emilio Azcárraga y Ricardo Salinas Pliego.
• La telefonía. Carlos Slim. • Los sindicatos. Elba Esther Gordillo y Carlos Romero Deschamps.
• Los caciques regionales. Léanse la lista completa de los gobernadores.
• Las empresas dominantes que tienen impuestos “especiales” o no pagan. Incluye, entre otros, a los Hank Rohn, los Servitje, los González, los Robertos Hernández, los Harp Helú, los Lorenzos Zambrano, los Germanes Larrea, los Albertos Bailleres, los Antonios Fernández, los Enriques Coppel, los Ricardos Martín Bringas, los Antonios del Valle, los Vázquez Raña, etcétera. Es decir: Grupo Caliente, Banorte, Maseca, GF Interacciones, Banamex, Soriana, Grupo Hermes, Bimbo, Sabritas, Cemex, Grupo Ángeles, Coppel, Mexichem, Iusacell, etcétera.
• El crimen organizado y el narcotráfico. Joaquín “El Chapo” Guzmán, Ismael “El Mayo” Zambada, Juan José “El Azul” Esparragoza, Miguel Treviño Morales, Luis Fernando Sánchez Arellano, Vicente Carrillo Fuentes, José de Jesús Méndez, Nazario Moreno, Servando Gómez Martínez, etcétera.
En teoría, esta es la lista de los poderes fácticos. El Pacto por México va por ellos, se dijo.
Pues no les creo. No le creo a Peña Nieto o al PRI, ni al resto de los firmantes. Ni necesito argumentar. No canto el Himno Nacional con ustedes porque, excepto los narcos, dudo mucho que vayan contra los intereses de esas empresas, esos apellidos, esos sindicatos o los gobernadores.
No me extiendo. Concluyo con esta idea: es más fácil tenderle un cerco militarizado a miles de ciudadanos en la ciudad capital, que ir contra uno solo de los anteriores. Como el mismo Felipe Calderón (que Dios le traiga remordimiento de por vida): le fue más fácil sacar al Ejército a las calles que declararle una guerra a Carlos Slim, a Emilio Azcárraga, a Elba Esther Gordillo, a Carlos Romero Deschamps, a Ricardo Salinas Pliego o a la corrupción, como todos hubiéramos esperado.
Entonces, pues no les creo. Nada.
La burra no era arisca. Pero los años y los madrazos nos vuelven, a todos, escépticos y descreídos.
@paezvarela
Este contenido ha sido publicado originalmente por SINEMBARGO.MX en la siguiente dirección: http://www.sinembargo.mx/opinion/03-12-2012/11046. Si está pensando en usarlo, debe considerar que está protegido por la Ley. Si lo cita, diga la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. SINEMBARGO.MX
Este contenido ha sido publicado originalmente por SINEMBARGO.MX en la siguiente dirección: http://www.sinembargo.mx/opinion/03-12-2012/11046. Si está pensando en usarlo, debe considerar que está protegido por la Ley. Si lo cita, diga la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. SINEMBARGO.MX
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, sean civilizados.