lunes, 3 de diciembre de 2012

Ricardo Alemán - Palabras mayores

Apenas y se cumplían 24 horas de que Enrique Peña Nieto protestara como Presidente de los mexicanos, y en el simbólico Alcázar del Castillo de Chapultepec el nuevo Mandatario atestiguó la firma del llamado "Pacto por México", que signaron el naciente gobierno y los tres principales partidos políticos; PRD, PAN y PRI.

Y es que parece que debió regresar el PRI al poder presidencial para hacer posible "la vuelta de tuerca" que permitió decantar la enana, fatua y mediocre clase política que nos gobernó en los últimos 12 años. Y al mismo tiempo salió a la superficie lo mejor de las viejas y nuevas generaciones de políticos mexicanos.

Así nació lo que podría ser la nueva clase política; un puñado de políticos visionarios que –sin declinar sus diferencias y sus problemas internos--, se aventuraron a remover los mitos, las filias y fobias –además de los intereses de partido y de grupo--, a favor de acuerdos y reformas para que México se convierta en una sociedad de derecho; fomentar el crecimiento económico, hacer realidad la seguridad y la justicia y, sobre todo, incrementar la transparencia y la rendición de cuentas.



Pero vale preguntar. ¿Qué significa que los líderes del PRI, PAN y PRD hayan alcanzado ese acuerdo histórico?

1. Significa que está muerto el viejo PRI, por lo menos como lo conocimos hasta el año 2000. Significa que con el gobierno de Peña Nieto nace una nueva concepción del PRI; uno comprometido con la democracia, la transparencia, los acuerdos, la pluralidad y, sobre todo, con el interés fundamental de los ciudadanos.

2. Significa que el PAN –y que panistas como Josefina Vázquez Mota y Santiago Creel, entre muchos otros--, entendieron el tamaño del fracaso de su primer arribo al poder presidencial. Entendieron que ya en Los Pinos, el PAN perdió toda su genética democrática y que, por desgracia para el panismo, el partido azul dejó salir "al priista que todos llevaban dentro".

3. Y acaso la señal mas importante –y seguramente por eso el discurso más profundo, contundente y el más aplaudido--, fue de la representación de la izquierda mexicana. Y es que Jesús Zambrano y "Los Chuchos" llegaron con vida política suficiente --al Alcázar del Castillo de Chapultepec--, no sólo para derrotar a los demonios de la izquierda radical, conservadora y retardataria que se adueñó del PRD, sino para anunciar la buena nueva de que el partido amarillo le apuesta a la izquierda moderna.

Y es que, por increíble que parezca, el llamado Pacto por México se facilitó gracias a los excesos de un político locuaz como Andrés Manuel López Obrador, quien por más de una década secuestró al más importante partido de la izquierda mexicana –al PRD--, hasta llevarlo al extremo radical y conservador que vimos el sábado, cuando un puñado de fanáticos mostraron el México y los liderazgos políticos que muy pocos quieren; el de la violencia, el odio, la barbarie, el vandalismo, la sinrazón y las rancias expresiones guerrilleras.

Y un ex guerrillero, como Jesús Zambrano --al que dio por muerto el viejo PRI represor y autoritario, hoy es presidente del principal partido de la izquierda--, mostró lo inservible de la violencia para lograr el cambio. Y no sólo firmó el Pacto por México y no sólo asumió los riesgos de ese pacto, sino confirmó que la política, el diálogo y el acuerdo son las modernas armas para el cambio. En su calidad de presidente del PRD y de ex guerrillero, Zambrano ejemplificó la evolución política de la democracia mexicana y que en el México del nuevo siglo la política, el diálogo, el acuerdo y la negociación son las divisas para hacer posible un México mejor.

Pero además, a la violencia lopezobradorista, los principales partidos respondieron con acuerdos, diálogo y negociación. A los partidos familiares, nada democráticos, unipersonales, familiares y anticuados, el PRI, PAN y PRD respondieron con la premisa que hizo posible el Acuerdo por México; los cambios que requiere el país no los puede hacer un solo partido, y menos un solo hombre. Son posibles con el acuerdo y la participación de todos. Y esas, nos guste o no, son palabras mayores.

Y vale recordar que el Acuerdo por México es histórico –por el momento en el que se produce--, pero no es inédito. En los primeros meses del gobierno de Ernesto Zedillo, en el mismo lugar y con algunos de los que ayer se comprometieron, se firmó otro pacto similar, que dio origen a la gran reforma electoral de 1996-1997. Al tiempo.

En el camino

Por cierto, entre los artífices del acuerdo están, Miguel Osorio, Santiago Creel y Carlos Navarrete. Y, como queda claro, posponemos el tema de la señora Gordillo.

Leído en http://www.noroeste.com.mx/opinion.php?id_seccion=104



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