jueves, 13 de diciembre de 2012

Salvador García Soto - El ocaso del dictador


Si Hugo Chávez no ha muerto en este momento, su muerte debe estar muy próxima. La forma en que el presidente venezolano y su grupo en el poder han ido manejando y administrando la información sobre su estado de salud y su complicada operación del cáncer que padece, apunta a que el mandatario no sobrevivió al procedimiento y a que, antes de hacer oficial la noticia de su muerte, están preparando la sucesión de poder en Venezuela para garantizar que la Presidencia quede en manos del chavismo.

El anuncio primero del vicepresidente Nicolás Maduro, sobre un “complejo proceso postoperatorio” para Chávez, y luego el comunicado ayer del Ministerio de Comunicación que prácticamente anuncia que el presidente no se presentará a la toma de posesión de su nuevo mandato que inicia el próximo 10 de enero, se leen como señales claras de que, asesorados por Cuba, los chavistas han comenzado una estrategia de manejo y administración de la información para garantizar una transición de poder favorable a su grupo.





El problema es que los chavistas saben que si se confirma, antes de la toma de posesión, la falta absoluta del presidente electo, su Constitución marca que se tiene que proceder “a una nueva elección” dentro de los 30 días siguientes y que mientras, en el periodo hasta que se realicen los comicios y tome posesión quien resulte electo, el presidente de la Asamblea Nacional estará encargado del Poder Ejecutivo.

Unas elecciones en este momento en Venezuela podrían resultar letales para la continuidad del socialismo chavista en el poder. Si ya en los últimos comicios el crecimiento de la oposición con Henrique Capriles fue sorprendente, con todo y los controles políticos y económicos que ejerció Hugo Chávez aun desde el poder, es muy probable que, ya sin la presencia de la figura del general y con las crecientes certezas sobre su muerte ya ocurrida o inminente, el voto opositor se fortaleciera y los controles del corporativismo chavista no tuvieran el mismo efecto en el electorado.

Es decir, que el grupo gobernante en Venezuela sabe que no sería lo mismo unas elecciones sin Chávez y que, en el posible escenario de que Capriles volviera a postularse, peligra la permanencia en el poder de quienes han acompañado al único dictador latinoamericano que ha utilizado impecablemente la democracia, sus leyes y sus mecanismos para mantenerse casi 20 años en el poder.

De hecho, en el actual contexto de incertidumbre y agitación política que vive Venezuela, hay quienes piensan que buena parte de la actitud civilizada y democrática que mostró Henrique Capriles al perder la Presidencia en los comicios de octubre pasado frente a Chávez, fue precisamente un acertado cálculo político: si el estado de salud del relecto presidente era tan delicado, lo más seguro era que no pudiera continuar en el cargo y el escenario de nuevas elecciones abría la puerta a una oposición fortalecida y paciente a la espera de su momento.

Hoy parece que ese momento ha llegado: Hugo Chávez, el dictador, el militar polémico, el indudable político, el líder y financiador de la izquierda latinoamericana, ha llegado a su ocaso. Y el dilema de los venezolanos es si se aplicará su Constitución y, en caso de confirmarse la ausencia definitiva del presidente, se les permitirá votar para elegir a un nuevo mandatario, o si el grupo gobernante, en un peligroso intento por perpetuar el proyecto chavista aun sin Chávez, intenta manipular la Constitución para mantenerse a toda costa en el poder.

¿Hacia dónde se moverá una Venezuela sin Chávez?


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