Escuché ayer en la radio una serie de notas sobre el juicio a 18 mexicanos procesados en Nicaragua por un asunto que tendría que ver con narcotráfico y lavado de dinero. Historia apetitosa porque, pese a las evidencias en contra en México, los detenidos serían empleados de Televisa. Y como es Televisa, se confiere a la extorsionadora justicia nicaragüense el rango de impoluto tribunal de la verdad.
Retrotraigo el caso para enumerar algunas de las “grandes investigaciones periodísticas” que terminan 2012 en engañifas de baja calaña:
*El alcoholismo del expresidente Calderón. Nadie pudo dar en seis años testimonio de un acto público o privado en que se le viera borracho.
*Las tarjetas de Soriana. Un circo armado el 2 y 3 de julio que jamás conectó con una prueba sólida.
*El fraude a José Aquino en Estados Unidos. Por parte de funcionarios del equipo de Enrique Peña Nieto. Resultó que se trataba de un extorsionador que, al probarse el tamaño de su mentira, acabó pidiendo piedad.
*La elección de Estado. Felipe Calderón haría todo para no ser el Zedillo del PAN que entregara de regreso la banda presidencial al PRI. Sin comentarios.
*La imposición de Peña Nieto. Diecinueve millones de votantes probaron lo contrario. Y salvo el lopezobradorismo, ni quien discuta hoy la legalidad y legitimidad del triunfo.
*La brutal represión del 1 de diciembre. Especialmente contra los jóvenes.
Dos semanas después, esa represión se reduce a 13 personas procesadas, bien defendidas y resguardadas por comisiones y organizaciones de derechos humanos.
Seis botones de muestra en un año. Hay más. ¿Alguien se disculpó por irse en banda tantas veces? Qué va.
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