Cuando el petrolero Prestige se hundió el 13 de noviembre de 2002 frente a las costas gallegas, la mexicana Sandra Rodríguez Nieto (Chihuahua, 1973) se desplazó desde Madrid hasta las playas del norte para limpiar el fuel de las rocas junto a otros miles de voluntarios. Ahora, al recordar la fecha del suceso, la reportera no puede evitar vincularla con algún episodio de la historia del narcotráficoen su país, área en la que ha estado trabajando los últimos años.
Tras haber pasado una década en el equipo de investigación de El Diario de Juárez, etapa que coincidió con el recrudecimiento de la violencia y la intervención del ejército de Calderón en la ciudad fronteriza para combatir al narco, Rodríguez acaba de ser galardonada con el premio Daniel Pearl 2013 para la Valentía y la Integridad en el Periodismo, un reconocimiento creado en memoria del periodista norteamericano del mismo nombre, secuestrado y asesinado en el año 2002, cuando trabajaba como corresponsal del Wall Street Journal en Pakistán.
Tras haber pasado una década en el equipo de investigación de El Diario de Juárez, etapa que coincidió con el recrudecimiento de la violencia y la intervención del ejército de Calderón en la ciudad fronteriza para combatir al narco, Rodríguez acaba de ser galardonada con el premio Daniel Pearl 2013 para la Valentía y la Integridad en el Periodismo, un reconocimiento creado en memoria del periodista norteamericano del mismo nombre, secuestrado y asesinado en el año 2002, cuando trabajaba como corresponsal del Wall Street Journal en Pakistán.
Para ella el premio es un reconocimiento al compromiso con el oficio periodístico. “No fue valentía lo que me tuvo en Juárez, fue un sentido de la vocación, porque esto es lo que más me gusta hacer, es de lo que vivo y lo que he hecho la mayor parte de mi vida”. Mientras se toma un plato de huevos a la mexicana con puré de frijoles como desayuno en el jardín de un centro cultural de Ciudad de México, esta mujer de cabello corto y sonrisa amplia, que durante su período en Juárez recibió amenazas –aunque no le gusta hablar de ello-, considera que es ahora cuando el periodismo nacional está viviendo su peor momento. “Son varios factores, primero por la violencia contra los profesionales de la información- más de 80 muertos desde el año 2000 según la Comisión Nacional de Derechos Humanos-, la segunda, por el dominio político. Los Gobiernos priístas saben cómo controlar medios y pagan millones de pesos a los periódicos para que nadie los critique”, asegura. “Eso es lo más grave, lo más frustrante para un reportero”.
Sandra Rodríguez, ahora periodista del portal Sin Embargo, escribió en el periódico Reforma y el semanario Proceso, pero fue la experiencia enEl Diarioy el fenómeno de Juárez, lo que la atraparon en la ciudad y la llevaron a publicar el libro La fábrica del crimen, que retrata a una generación de jóvenes perdida. “Me decían que me regresara al DF, pero no podía, necesitaba entender las lógicas, todos los elementos del conflicto”. Reconoce que “sí hubo momentos malos”, de miedo, pero se muestra escéptica con las medidas de protección. “Después de que mataron a Armando Rodríguez–compañero de redacción- en 2008 muchos periodistas empezaron a usar chalecos antibalas, pero yo pensaba ¿y si te dan en la cabeza? Creo que quien te va a matar se va a asegurar de asesinarte, no va a fallar”.
Pese al descenso de los homicidios en Juárez -117 en el primer trimestre del año frente a los 327 del mismo período de 2012-, la periodista considera que la ciudad está pacificada por los motivos incorrectos. “No hubo un proceso, simplemente se dejaron de matar. No hay personas detenidas ni explicación alguna, es decir, la violencia ha quedado totalmente impune y hay gente por ahí asesina, libre, que no opera ahora solo por una lógica de control político”. Sandra Rodríguez opina que en el momento que haya una dinámica nueva de enfrentamiento entre los grupos que dominan el negocio del tráfico de droga, “cualquier adolescente va a estar dispuesto a agarrar una nueve milímetros por un salario de 1000 pesos (120 dólares) a la semana”. Para ella todos los elementos que detonaron la violencia en 2008 siguen igual. “La miseria ahí está”, concluye indignada
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