lunes, 17 de junio de 2013

Sin magia - Miguel España.

México demostró que la situación negativa por la que atraviesa no es
producto de la casualidad ni una etapa transitoria, sino una condición
normal para todo equipo desconfiado, incapaz de hilvanar pases entre sus
jugadores y que sigue sin hallar un líder que se ofrezca de guía en los
momentos de apremio.

Mientras algunos creían que la Selección crecería mágicamente al
enfrentar a grandes potencias como Italia, la realidad exhibió a un
grupo sin asociación, que no genera juego entre líneas y difícilmente
puede dar más de tres pases en el campo rival.




Así, cuando parecía que el cambio de escenario permitiría que el
conjunto mexicano se reencontrara con su juego, sucedió todo lo
contrario. El equipo sufre con el balón y sin él. La plantilla no
encuentra alternativas en ataque y depende mucho del rendimiento de las
individualidades, que además no localizan su posición en el campo, como
sucedió con Javier Hernández, quien al dedicarse a cubrir al medio
Andrea Pirlo, terminó alejándose de los defensas centrales italianos.

Así, la ofensiva sólo atinó el camino hacia el gol gracias a un penalti,
producto de un error de la defensa italiana, maquillando un resultado
que pudo ser más amplio.

De este modo, si la intención del cuerpo técnico era priorizar la
recreación de la plantilla sobre los resultados como una manera de ganar
confianza, olvidar momentáneamente el mal paso en el hexagonal de la
Concacaf y restar presión a los integrantes de un equipo atribulado con
las actuaciones y resultados ofrecidos hasta ahora, difícilmente
jugadores y técnico podrán salir reforzados para afrontar unas
eliminatorias complicadas, con un margen de tiempo corto para trabajar y
mejorar el desempeño individual y colectivo. Además, las declaraciones
de algunos elementos apuntan a que no hay un convencimiento en los
planteamientos del juego.

Incluso, el técnico parece cada vez más arrinconado, presionado por los
resultados y afronta un panorama lúgubre, ya que deberán desafiar a
Brasil en una segunda fecha de vida o muerte, un partido que podría
marcar el futuro del equipo nacional en la Copa Confederaciones y del
técnico, que seguramente seguirá con la rotación de jugadores en una
búsqueda desesperada por encontrar un mejor funcionamiento en el terreno
de juego.

El contraste en el debut de México en la Confederaciones se hace más
evidente, si observamos el juego de conjuntos como España o Italia, que
manejan el balón de manera colectiva, atacando y defendiendo en bloque,
gracias a la practicidad de los entrenadores, que han tomado como base a
jugadores de un mismo club, en este caso Barcelona y Juventus,
respectivamente.

Brasil demostró algunas virtudes interesantes, aunque sin lograr una
cohesión como equipo. Los locales lograron un triunfo cómodo y
contundente que les permitirá ir creciendo en el torneo.


Fuente: El Universal

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