lunes, 3 de junio de 2013

Tentación y dilema - Salvador García Soto

Escenario de la primera derrota priista en un estado de la República, en 1989, Baja California vuelve a ser el foco de la tensión política nacional. Una cerrada disputa entre el PRI y el PAN -con sus aliados del PRD y Nueva Alianza- hace que todas las miradas y la atención se vuelquen sobre una entidad que, aunque electoralmente no es de las más importantes en el país, políticamente representa una codiciada plaza que en estos momentos es vital para refrendar un gobierno panista por quinta ocasión consecutiva, y estratégica y tema de orgullo para un priismo que busca reafirmar su regreso al poder.




Como nunca en los últimos 24 años, el PRI está en posibilidades de recuperar el estado con el que inició la alternancia en las gubernaturas, cuando en la encarnizada disputa, su candidato Fernando Castro Trenti mantiene una estrecha ventaja de unos cinco puntos, según las encuestas, aunque ya hay sondeos que colocan al candidato de la Alianza Unidos por Baja California, Francisco Vega, en un virtual empate técnico.

La paradoja para los priistas es que, aun cuando sus posibilidades de recuperar el estado parecen reales, en los corrillos políticos cada vez se generaliza más la percepción de que “le van a entregar la gubernatura al PAN”. Y cuando hablan de “entregar”, analistas, opinadores y hasta políticos encumbrados, afirman que, en la lógica de la negociación política que requiere en estos momentos el gobierno de Enrique Peña Nieto con la oposición para mantener vivo el Pacto por México, hay muchas posibilidades de que en Baja se produzca una “concertacesión” como las de la época de Carlos Salinas de Gortari.

Una derrota panista en Baja California, aducen los comentarios, significaría un duro golpe para la dirigencia nacional del PAN que encabeza Gustavo Madero, y dejaría al actual integrante de la mesa del Pacto por México, mucho más vulnerable ante el embate cada vez más insistente del ex presidente Felipe Calderón y su grupo político que buscan la caída de Madero y el fin del mencionado Pacto.

¿Dejaría un gobierno y un presidente que, desde el inicio de su mandato, han dictado la consigna a diputados, senadores y dirigentes del PRI de que “no hay prioridad más importante para esta administración que el Pacto por México” y que nada que se interponga con ese gran acuerdo debe ser promovido por los priistas?

Ese debe ser en estos momentos el gran dilema para el presidente Peña Nieto; por un lado él como símbolo del orgullo priista y del “nuevo PRI” que recupera el poder, él también como el único que podría girar la orden y pedir al priismo y a sus candidatos disciplinarse y aceptar una derrota como la que puede venir en Baja California.

¿Cuál de los dos papeles o de las dos decisiones tomará Peña Nieto? La del nuevo jefe máximo del PRI que confirma que, tras su triunfo, el viejo partido se renovó y fortaleció para recuperar posiciones y consolidar su poder, o la del presidente que en aras de mantener sus acuerdos con la oposición y completar su plan reformista sacrifica a un candidato de su partido. La tentación para seguir como el gran gobernante reformista es muy grande, el dilema para someter a su partido también.

NOTAS INDISCRETAS…Veracruz es el otro estado que está bajo la lupa en estas elecciones locales. Hay priistas de la cúpula que reconocen que en lo cerrado de la disputa electoral, su partido podría perder posiciones en municipios veracruzanos y en el Congreso, pero si eso sucede, advierten, vendrían también los ajustes de cuentas y deslizan que una de las víctimas de un retroceso priista en Veracruz sería el gobernador Javier Duarte ¿De verdad saben algo o sólo hablan al tanteo?.. Los dados abren semana. Escalera doble.

Fuente: Diario 24 hrs

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