martes, 9 de julio de 2013

Leo Zuckermann - Dos aspectos a resaltar de las elecciones del domingo

La popularidad de Humberto Moreira estaba basada en una francachela de dinero público que gastó durante su sexenio. La deuda de Coahuila se incrementó exponencialmente en seis años para sobrepasar los 36 mil millones de pesos.


Es equivocado hacer una lectura nacional de las elecciones del domingo pasado en 14 estados de la República. En realidad hubo cientos de elecciones: una de gobernador, 931 de presidentes municipales, 271 de diputados locales de distrito y 171 de legisladores locales de representación proporcional. Cada uno de estos comicios se explica por factores locales que tienen que ver con los candidatos que aparecieron en las boletas, las distintas coaliciones de partidos que los lanzaron, el desempeño de los gobiernos estatales y municipales, la situación económica de las localidades o la inseguridad que se vive en aquellas demarcaciones. De lo ocurrido el domingo, yo destacaría dos asuntos: que el electorado en Coahuila sí castigó políticamente al PRI por los abusos que cometió el ex gobernador Humberto Moreira y la importancia que tuvieron los partidos chicos en los resultados en diversos estados.



Comienzo con lo de Coahuila. En 2011, el entonces gobernador, Humberto Moreira, estaba en los cuernos de la luna. Era el mandatario estatal mejor evaluado en las encuestas. Los coahuilenses lo adoraban. Su popularidad era de tal tamaño que se dio el lujo de poner a su hermanoRubén como el candidato a sucederlo en el gobierno estatal. El PRI arrasó con el 61.5% de los votos contra el 36% del PAN.
Pronto nos enteramos, sin embargo, que la popularidad de Humberto Moreira estaba basada en una francachela de dinero público que gastó durante su sexenio. La deuda de Coahuila se incrementó exponencialmente en seis años para sobrepasar los 36 mil millones de pesos. A fin de conseguir algunos  créditos, incluso se falsificaron documentos. Más aún, ni siquiera queda claro en qué se gastaron tantos millones de pesos en la administración deMoreira. El asunto se convirtió en un escándalo. A la postre, Humberto Moreira, quien ya se había convertido en dirigente nacional del PRI, tuvo que ser removido de este puesto para evitar que la mugre salpicara al candidato presidencial de ese partido, Enrique Peña Nieto.
Naturalmente, los que quedaron más enojados con toda esta historia fueron los coahuilenses. Con razón se sintieron engañados por el clan de los Moreira. Van a ser varias generaciones las que tendrán que pagar la deuda que Humberto contrató para dejar a su hermano en el puesto y él escalar a la política nacional. El enojo de los coahuilenses ya se expresó el año pasado en las urnas. En la elección de diputados federales, el PRI se derrumbó al segundo lugar con el 37.7% de la votación. El domingo, los coahuilenses volvieron a castigar al PRI que perdió la presidencia municipal de la capital, Saltillo, que pasó a manos del PAN. El blanquiazul también le arrebató al tricolor dos ciudades importantes del estado, Monclova y Acuña, y se quedó a un pelito de ganar en Torreón.
Da gusto ver que el electorado castigue al partido de un gobernante abusivo e irresponsable. Quizá Humberto Moreira esté muy a gusto estudiando una maestría en Barcelona, pero su hermano Rubén, está pasando aceite para gobernar un estado que ya domina la oposición. Como van las tendencias, el PRI va a perder la gubernatura de Coahuila en 2016 porque se lo merece.
El segundo aspecto que me gustaría resaltar del domingo fue la importancia de los llamados “partidos chicos” en los comicios, algo que me hizo notar Alejandro Cruz, experto en elecciones locales en México. En muchos estados consiguieron votaciones récord. En Veracruz, aproximadamente el 20% de los electores tacharon la boleta por un partido distinto al PRI, PAN o PRD. En Oaxaca hasta un tercio de los votos fueron para los chicos incluyendo un partido local, Unidad Popular, que incluso ganó algunas alcaldías. En Aguascalientes, también fue un tercio de la votación el que recibieron los partidos chicos. En Zacatecas, el segundo lugar, después del PRI, lo obtuvo el Partido del Trabajo que ahora regentean los hermanosMonreal al haber abandonado el PRD. Y en Hidalgo, el Partido Nueva Alianza, del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, quedó en segundo lugar.
De acuerdo con Alejandro Cruz, muchos de estos partidos chicos son utilizados por los gobernadores, ya sea para dividir el voto opositor o para colocar a aliados políticos que no fueron designados en algunos de los partidos grandes. De cualquier forma, la fuerza de los chicos es un fenómeno muy interesante de la política mexicana que valdría la pena analizar a fondo.
                Twitter: @leozuckermann


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, sean civilizados.