"La única diferencia entre la muerte y los impuestos es que la muerte no empeora cada vez que se reúne el Congreso".
Will Rogers
La primera pregunta para la economía macro es: ahora que parece que ya estamos en recesión, ¿cuál será el impacto del aumento de impuestos?
La propuesta original del Presidente de quitar 239,700 millones de pesos a los contribuyentes para entregarlos al gobierno representaba un retiro de 1.36 por ciento del Producto Interno Bruto de la economía productiva. Con los ajustes de los diputados, el monto total se redujo a unos 200 mil millones de pesos (es difícil saber cuánto porque algunos de los "ajustes", como proyectar un precio mayor del petróleo crudo de exportación o del tipo de cambio, son meras pajas mentales). Si éste fuera el tamaño del golpe, se retirarían recursos de la economía productiva con valor de 1.13 por ciento del PIB. Es de cualquier manera un golpe muy fuerte que tenderá a agravar la recesión.
Para compensar este impacto recesivo el gobierno busca tener un déficit público de 4.1 por ciento del PIB o 721 mil millones de pesos. Esto permitirá al gasto gubernamental alcanzar un récord histórico de 4 billones 450 mil millones, pero 16.2 por ciento no tendrá respaldo en ingresos, lo que significa que tendrá que ser financiado con nueva deuda pública. El gobierno de Peña Nieto va a incurrir en el mayor aumento de deuda en un solo año desde la década de 1980.
Gastar dinero que no se tiene eleva en un principio el crecimiento económico y la prosperidad. Es como si un jefe de familia decide utilizar la tarjeta de crédito para financiar el 16 por ciento de su gasto. Los primeros meses o años la familia vivirá mejor. El problema es que tarde o temprano hay que pagar las deudas.
Cuando la deuda se contrata para la adquisición de bienes de producción o de activos, por ejemplo equipo para una empresa o una casa para la familia, el gasto deficitario puede terminar siendo positivo. El gobierno de Enrique Peña Nieto, sin embargo, está aumentando la deuda simplemente para financiar gasto corriente. Los recursos se aplicarán a nuevos programas sociales que podrán traer algunos beneficios -y sobre todo comprar muchos votos al partido gobernante- pero no generar una mayor producción ni creación de activos.
Para el gobierno de Peña Nieto esto no es relevante porque el pago de la deuda lo tendrán que hacer gobiernos futuros. Ésa fue también la apuesta de Luis Echeverría y José López Portillo en la década de 1970. El pago de la deuda le tocó a Miguel de la Madrid, a los gobiernos subsecuentes y a los ciudadanos. La década perdida de los ochenta fue una consecuencia directa de la deuda pública acumulada por Echeverría y López Portillo. Peña Nieto está en la misma posición de aprovechar los beneficios políticos de un mayor gasto corriente dejando los costos para los gobiernos que vengan después.
¿Disminuirá la pobreza en México por el nuevo gasto social? Lo dudo. El aumento de impuestos a empresas y personas físicas provocará una caída en la inversión y por lo tanto en la generación de empleos productivos. La experiencia de los últimos años nos demuestra que puede subir mucho el gasto social sin que se reduzca la pobreza. Mucho más influye el crecimiento de la economía, o un desplome como el que sufrimos en 2009, que la caridad que pueda repartir el gobierno.
El futuro no es halagüeño. En el corto plazo el impacto negativo del aumento de impuestos será ocultado por el enorme incremento en el déficit del gasto gubernamental. Pero de mantenerse varios años los niveles de déficit, tendremos una crisis económica como las que hemos sufrido en el pasado. Lo bueno es que ya no le tocará a Peña Nieto recoger los platos rotos.
LARGO PLAZO
Cambiar de director técnico cada dos partidos difícilmente permitirá la construcción de un equipo nacional triunfador en el futbol. El fracaso de la selección es un espejo de la incapacidad de los directivos de tener visión de largo plazo. No son distintos de nuestros políticos.
www.sergiosarmiento.com
Leído en http://criteriohidalgo.com/notas.asp?id=198954
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