Dicen que desde que era gobernador del Estado de México, al Presidente Enrique Peña Nieto le gusta escuchar tres palabras de sus colaboradores: “yo me encargo”. Se plantea un problema, o surge una situación, y el mexiquense estará en el tema hasta que alguien asuma la responsabilidad pronunciando el “yo me encargo”. Dada la larga y enredada negociación de la Secretaría de Gobernación con la CNTE, surge la duda de quién fue el que le dijo a Peña Nieto que “se encargaba” de esta crisis, porque está claro que, quien quiera que haya sido, no está pudiendo con el encargo.
Hace años, Alonso Lujambio contaba que había mucho simplismo en algunas críticas que se le hacían a Elba Esther Gordillo. Sin minimizar los cuestionamientos sobre la corrupción en el liderazgo del SNTE, el entonces secretario de Educación Pública subrayaba que no había que perder de vista que la maestra formaba parte de un complejo juego de equilibrios, en el que la hoy reclusa sabía negociar y cumplir los acuerdos que pactaba con el gobierno, pero que no se mandaba sola, y que a su vez ella tenía que negociar con las bases del sindicato. Lujambio reconocía además que ambos padecían la resistencia de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación. Yo soy secretario de Educación de casi todo el país, porque de los estados donde domina la CNTE no puedo decir lo mismo, explicaba en una charla informal un par de años antes de fallecer en 2012.
Cuando se reconstruya toda la película de cómo fue que se tomó la decisión de derrocar a Gordillo del liderazgo magisterial, sabremos quién fue el que le dijo al Presidente que se encargaba de la CNTE. Porque casi diez meses después de su aprehensión, nadie puede decir que la maestra vaya ganando la partida, pero en el bando contrario tampoco están cerca de cantar victoria. Una cosa es que la ley educativa haya sido aprobada y promulgada, y otra muy distinta que esté a la vista el fin del conflicto magisterial. Es más, en este tiempo la CNTE ha crecido en influencia, ante una Segob que no para de darle concesiones y cumplirle pagos y condiciones.
Si dejamos de lado las cuestiones técnicas de los juicios a los que está siendo sometida, se puede decir que Elba Esther se ganó a pulso el quinazo que le aplicó el gobierno de Peña Nieto. Pero el hecho de que la chiapaneca ya no sea la mandamás del SNTE no significa que la educación mejorará. Gordillo era sólo una de las partes que soportaba al sistema. Y entre otras cosas “se encargaba” de que la CNTE no creciera, de que la lucha y la agenda de la Coordinadora no se volviera atractiva para los agremiados en el SNTE.
Porque entre la revelación de la minuta de acuerdos leoninos comprometidos con la CNTE por el subsecretario Miranda, y la (una vez más) fallida operación del gobierno de Miguel Ángel Mancera para reducir las afectaciones a terceros de los maestros —que al “compactar” su plantón dejaron libres las calles pero siguen afectando a vecinos y establecimientos—, no sería raro que pronto llegara el día en que Peña Nieto extrañe a su otrora amiga Elba Esther, que seguro le habría dicho “yo me encargo” de la CNTE. ¿A qué precio le habría hecho esa oferta? Bueno, eso ya nunca lo sabremos.
salvador.camarena@razon.mx
Twitter: @salcamarena
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