Bill Gates es el fundador de Microsoft, una empresa que desde su fundación en 1975 contribuyó a transformar, por medio de la revolución de la computadora personal, la manera en que vivimos y nos relacionamos con el mundo. Con una fortuna estimada entre los 67,000 y 72,000 millones de dólares es el hombre más rico del mundo, según Bloomberg, o el segundo, según Forbes.
En julio de 2008 se retiró del manejo directo de la empresa, aunque permaneciendo como su presidente, para dedicar todo su tiempo a la fundación Bill & Melinda Gates. Hoy es considerado uno de los filántropos más importantes e influyentes del mundo. Ayer publicó en la revista estadounidense Wired un amplio artículo titulado “Bill Gates: Aquí está mi plan para mejorar nuestro Mundo – y cómo tú puedes ayudar”. Por las ideas que Gates expone en su artículo, durante los siguientes tres días presentaré la traducción de lo que es, a mi juicio, un documento trascendente. A continuación la primera parte:
“Estoy un poco obsesionado con el fertilizante. Esto quiere decir que estoy fascinado con el papel que juega, no con usarlo. Voy a reuniones en donde es un importante tópico de conversación. Leo libros sobre sus beneficios y los problemas que causa su uso excesivo. Es el tipo de tópico que debo recordarme de no hablar mucho en las fiestas en vista de que la mayoría de las personas no lo encuentran interesante como yo. Pero como cualquiera con una leve obsesión, creo que la mía es totalmente justificada. Dos de cada cinco personas que viven hoy en la Tierra le deben sus vidas a los mayores rendimientos de las cosechas que el fertilizante ha hecho posible. Ayudó a detonar la Revolución Verde, una explosión de productividad agrícola que sacó de la pobreza a cientos de millones de personas alrededor del mundo.
“Estos días paso mucho tiempo tratando de impulsar la innovación que mejora las vidas de las personas de la misma manera en que lo hizo el fertilizante. Déjenme reiterar lo siguiente: 40% de la población de la Tierra está viva hoy porque, en 1909, un químico alemán llamado Fritz Haber ideó como hacer amoníaco sintético. Otro ejemplo: Los casos de poliomielitis se han reducido en más del 99% en los últimos 25 años, no porque la enfermedad esté desapareciendo por sí sola sino porque Albert Sabin y Jonas Salk inventaron las vacunas contra la poliomielitis y el mundo realizó un esfuerzo masivo para distribuirlas. “Gracias a inventos como éstos la vida ha mejorado de una manera constante. Puede ser fácil concluir lo contrario – mientras escribo este ensayo, más de 100,000 personas han muerto en la guerra civil en Siria y grandes problemas, como el cambio climático, nos están agobiando sin que se vea una solución fácil a corto plazo. Pero si tomamos el punto de vista a largo plazo, desde cualquier medición de progreso estamos viviendo la era más grandiosa de la historia. Las guerras son cada vez menos frecuentes. En el último siglo la expectativa de vida aumentó más de lo doble. Más niños que nunca van a la primaria. El mundo está mejor que nunca.
“Pero aún no está lo bien que deseamos que esté. Si queremos acelerar el progreso debemos buscar activamente el mismo tipo de avances logrados por Haber, Sabin y Salk. Es un hecho sencillo: La innovación hace mejor al mundo – y más innovación equivale a un progreso más rápido. Esta creencia guía el trabajo que mi esposa, Melinda, y yo estamos haciendo a través de nuestra fundación.
“Claro está que no toda innovación es igual. Queremos devolverle nuestra riqueza a la sociedad de tal manera que tenga el mayor impacto, así que buscamos las oportunidades para invertir que proporcionen los mayores beneficios. Esto significa enfrentar los problemas más grandes del mundo y financiar las soluciones más probables. Este es un reto aún mayor de lo que parece. No tengo una fórmula para priorizar los problemas del mundo. Podría argumentarse que son la pobreza, la enfermedad, el hambre, la guerra, la educación deficiente, la mala gobernanza, la instabilidad política, el débil comercio, o el maltrato a las mujeres. Melinda y yo nos hemos enfocado en la pobreza y la enfermad a nivel global, y en la educación en Estados Unidos. Elegimos estos temas a partir de una idea que aprendimos de nuestros padres: La vida de todos tiene el mismo valor. Si empiezas con esa premisa ves rápidamente en qué parte del mundo se actúa como si algunas vidas no valen tanto como otras. Ahí es donde puedes hacer la mayor diferencia, en donde cada dólar que gastes es capaz de tener el mayor impacto.
Continuará.
Leído en http://www.frontera.info/Columnas/DetalleColumnas/891855-Eduardo-Ruiz-Healy-Eduardo-Ruiz-Healy.html
El plan de Bill Gates para mejorar el mundo Segunda de 3 partes
“Desde los primeros años de mi tercera década de vida (my early thirties) he sabido que le iba a regresar mi riqueza a la sociedad. El éxito de Microsoft me dio una enorme fortuna y sentí la responsabilidad de usarla de una manera sensata.
Había leído cómo los gobiernos no invierten lo suficiente en investigación científica básica. Pensé que este es un gran error. Si no le damos a los científicos el espacio para profundizar nuestra comprensión fundamental del mundo, no proporcionaremos una base para la siguiente generación de innovaciones.
Por lo tanto, pensé que ayudaría de la mejor manera creando un instituto en donde vendrían a investigar las mejores mentes. “No existe un momento cuando se me prendió el foco y cambie mi idea sobre esto, pero tiendo a rastrearlo a un viaje que Melinda y yo hicimos a África en 1993. Fuimos en un safari a ver animales salvajes, pero terminamos viendo por primera vez, de manera sostenida, la miseria extrema.
Recuerdo que vi por la ventana de un coche a una larga fila de mujeres caminando en la carretera con grandes bidones de agua sobre sus cabezas. ¿Qué tan lejos vivirán estas mujeres?, nos preguntamos. ¿Quién cuida a sus hijos mientras están fuera? “Ese fue el principio de nuestra educación sobre los problemas de las personas más pobres del mundo. En 1996 mi padre nos envió un artículo de The New York Times sobre los millones de niños que estaban muriendo cada año por el rotavirus, una enfermedad que no mata a niños en los países ricos.
Un amigo me dio una copia del Reporte de Desarrollo del Mundo, del Banco Mundial, en donde se explicaba detalladamente las enfermedades de la infancia.
“A Melinda y a mi nos sorprendió que no se estuviera haciendo más. A pesar de que los gobiernos de los países ricos del mundo calladamente estaban proporcionando ayuda, pocas fundaciones estaban haciendo algo. Las corporaciones no estaban desarrollando vacunas o medicamentos para enfermedades que afectaban principalmente a los pobres.
En los periódicos no se estaba escribiendo muchos sobre las muertes de estos niños.
“Darme cuenta de esto me llevó a repensar algunas de mis suposiciones acerca de cómo mejorar el mundo. Soy un admirador devoto del capitalismo. Es el mejor sistema jamás diseñado para hacer que el interés propio sirva al interés general.
Este sistema es responsable de muchos de los grandes avances que han mejorado las vidas de miles de millones, desde aviones, a aires condicionados, a computadoras.
“Pero el capitalismo por sí solo no puede atender las necesidades de los muy pobres. Esto significa que la innovación impulsada por el mercado en realidad puede ampliar la brecha que hay entre ricos y pobres. Personalmente observé que tan amplia es esta brecha cuando visite un barrio pobre en Durban, Sudáfrica, en 2009.
Ver la letrina a cielo abierto fue un recordatorio vergonzante de cómo asumo que siempre la plomería moderna está disponible. Mientras, 2 mil 500 millones de personas en el mundo no tienen acceso a servicios sanitarios adecuados, un problema que contribuye a las muertes de 1.5 millones de niños al año.
“Los gobiernos tampoco hacen lo suficiente para impulsar la innovación. A pesar de que la ayuda de los países ricos salva muchas vidas, los gobiernos habitualmente invierten menos de lo que deben en investigación y desarrollo, especialmente para los pobres.
Para empezar, no les gusta arriesgarse dada la avidez que tienen los adversarios políticos para explotar los fracasos, así que les cuesta trabajo dar dinero a un montón de innovadores sabiendo que muchos de ellos fracasarán.
“A finales de los 90, había abandonado la idea de empezar un instituto de investigación básica. En vez de esto empecé a buscar otras áreas en que las empresas y los gobiernos no invierten lo suficiente. Melinda y yo encontramos nuevas áreas que pedían filantropía a gritos, en particular por la que he llamado filantropía catalítica.
"He estado compartiendo mi idea de filantropía catalítica durante un buen rato. Funciona en gran medida como los mercados privados: Inviertes para obtener grandes utilidades. Pero hay una gran diferencia. En la filantropía el inversionista no necesita obtener algún beneficio.
Asumimos un doble enfoque: (1) Reducir la brecha para que los avances del mundo rico lleguen más rápidamente al mundo pobre, y (2) dirigir más del IQ mundial hacia la creación de soluciones de problemas que enfrentan solo las personas del mundo pobre.
Claro que esto viene acompañado con sus propios retos. Estás trabajando en una economía global que vale decenas de billones de dólares, por lo que cualquier esfuerzo filantrópico es relativamente pequeño. Si quieres tener un gran impacto necesitas un punto de apalancamiento o apoyo, una manera de invertir un dólar de financiamiento o una hora de esfuerzo, y beneficiar a la sociedad por cien o mil veces más”. (Continuará)
Twitter: @RuizHealy
Mail: eduardoruizhealy@gmail.com
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Leído en http://criteriohidalgo.com/notas.asp?id=203432
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