"Es más remunerador ser cómplice de la escasez que del exceso".
Will Oldham
Una de las razones de la brusca desaceleración -o recesión- de la economía mexicana es el desabasto de gas natural. Según el Banco de México, en su Informe sobre la inflación julio-septiembre 2013, la situación afectó de manera importante, "sobre todo en el segundo trimestre de 2013, a la industria manufacturera".
En realidad la escasez empezó en 2012. Las razones son las mismas de siempre. La demanda de gas natural en México ha crecido de manera importante porque el precio ha caído en toda Norteamérica gracias al aumento de la producción de gas de lutita (shale gas) de Estados Unidos. Al mismo tiempo, la oferta se ha reducido en nuestro país.
La caída en México es consecuencia de un descenso de la producción de Pemex, pero también de la saturación del sistema de ductos que distribuye el gas natural que viene de Estados Unidos. Esta combinación generó un serio problema de desabasto de gas (¿desagasto?) que afectó a la industria manufacturera, en particular la del centro-occidente del país.
El Banco de México calcula que la contracción de la economía mexicana, que fue de 0.7 por ciento en el segundo trimestre del 2013 frente al trimestre inmediato anterior, habría sido de sólo 0.4 por ciento de no haber existido esta situación.
Si bien el Banco de México dice que el desabasto desapareció ya en el tercer trimestre, el golpe ha sido muy importante para la industria nacional. El secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell, apunta que entre diciembre de 2012 y junio de 2013 Pemex Gas y Petroquímica Básica emitió 15 "alertas críticas" que no son otra cosa que medidas de racionamiento de gas. Esto obligó a las empresas a disminuir en 462 millones de pies cúbicos diarios su consumo. Algunas de las alertas duraron varios días.
La Confederación de Cámaras Industriales (Concamin) afirma que cada alerta tiene un costo para la industria de 150 millones de dólares diarios. Esto representa pérdidas totales, solamente para las empresas privadas, de 2,250 millones de dólares. A esto habría que añadir mil 500 millones de dólares de la Comisión Federal de Electricidad por pagos más altos por gas.
Pemex y la CFE, efectivamente, han recurrido a la importación de gas natural de otras regiones para paliar la situación de desabasto. Sin embargo, esto significa que han tenido que pagar precios muy superiores a los usuales. El gas estadounidense se cotiza entre 3.50 y 4 dólares por millón de BTU (British Thermal Units) mientras que los de Asia y Europa se encuentran en alrededor de 16 dólares. Para México importar gas de fuera de Norteamérica implica pagar costos cuatro veces superiores para el gas.
Con los actuales precios en Norteamérica a Pemex no le conviene invertir grandes cantidades de dinero en producir gas natural, especialmente porque los depósitos más promisorios se encuentran en campos de lutitas que obligan a enormes inversiones y al uso de la tecnología de fractura hidráulica (fracking) que Pemex no domina. Los recursos que tenga la paraestatal deben utilizarse para invertir en el mucho más rentable negocio del petróleo crudo.
Por eso la inversión en gas natural debe venir de empresas privadas, particularmente las que ya tienen experiencia en la fractura hidráulica. Esto nos permitiría reducir las importaciones de Estados Unidos. Pero además debe haber una mayor inversión en gasoductos, que debe venir también de empresas privadas especializadas. Oponerse a estas acciones por razones ideológicas sólo reducirá la producción, la disponibilidad de gas y la actividad industrial de nuestro país. Lo peor de todo es que costará a los mexicanos decenas de miles de empleos.
CORRUPCIÓN
Gas Natural Fenosa ha promovido 18 denuncias a funcionarios que exigen dinero o vehículos a cambio de autorizar la construcción de infraestructura en el Distrito Federal. La corrupción no cede en nuestro país, sin importar los partidos que ejerzan el poder.
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Leído en http://criteriohidalgo.com/notas.asp?id=203457
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