Hemos avanzado tanto, hemos sacrificado demasiado, para desdeñar el futuro ahora".
John F. Kennedy
Kennedy fue en vida un presidente extraordinariamente popular. Gallup apunta que la aprobación promedio durante su mandato, 70.1 por ciento, es la más elevada de todos los mandatarios estadunidenses desde 1945, cuando estos estudios empezaron a realizarse de manera sistemática. Sin embargo, la feminista Naomi Wolf afirma que "datos recientes muestran que las mujeres, especialmente, han estado perdiendo admiración hacia él como líder". La razón, dice Wolf, es que Kennedy era un mujeriego empedernido.
El propio Kennedy bromeaba sobre el tema: "No tengo sexo todos los días -decía-. Me da dolor de cabeza". La prensa en aquellos tiempos no sólo era mucho menos inquisitiva sobre la vida personal de los presidentes sino que lo que sabía o intuía lo callaba.
Nadie sabe realmente cuántas mujeres tuvo Kennedy en su vida: he visto cifras que van de mil a tres mil. Sabemos, sin embargo, de varias relaciones cuando fue presidente, algunas de las cuales generaron riesgos de seguridad. Los encuentros fueron desde un apresurado acostón con la legendaria Marlene Dietrich, quien le sacaba 15 años y se decía había sido amante de su padre, Joseph Kennedy, hasta una tormentosa relación con Marilyn Monroe, que había sido también, al parecer, amante de su hermano Robert. Si Bill Clinton se avergonzó de su relación con Monica Lewinsky, Kennedy no tuvo problema en seducir y mantener una relación de 18 meses con Mimi Alford, una guapa becaria de 19 años. Judith Campbell Exner, que había sido novia de Frank Sinatra, le fue presentada al presidente por el propio Sinatra, pero también fue amante de Sam Giancana, un capo de la mafia. Ellen Rometsch, una prostituta alemana, llegaba a la Casa Blanca directamente a acostarse con el Presidente.
Los amoríos del Presidente no tuvieron al parecer efecto sobre sus decisiones de gobierno. Después de haber aceptado por presión de sus asesores respaldar el fallido desembarco de un grupo de milicianos cubanos en bahía de Cochinos, Cuba, en abril de 1961, para tratar de derrocar a Fidel Castro, Kennedy se hizo más independiente. Se convirtió en un dirigente de gran fuerza a pesar de los agudos y constantes dolores que sufría en la espalda por enfermedad. Su manejo de la crisis de los misiles de 1962, en que obligó a la Unión Soviética a retirar proyectiles que había colocado en Cuba, es presentado hoy como un ejemplo de negociación bajo presión.
La popularidad de Kennedy empezaba a decaer a mediados y fines de 1963. El problema era su apoyo a los derechos civiles para todos. La mayoría de los estadunidenses se sentían incómodos con la posibilidad de que los negros tuvieran los mismos derechos que los blancos.
El asesinato de Kennedy, mañana hace 50 años, dejó inconclusas muchas de sus tareas. Le tocaría a Lyndon Johnson, un presidente que nunca gozó de su popularidad, impulsar las reformas en derechos civiles y programas sociales que quizá el propio Kennedy no habría podido concretar por su falta de habilidad para trabajar con el Congreso. La muerte temprana y violenta, sin embargo, convirtió a Kennedy en un mártir. A pocos les importaba entonces -y no sé si ahora, porque Wolf no cita ninguna encuesta en particular- que el héroe hubiese sido también un mujeriego.
Revolucionarios
El presidente Peña Nieto no sabía si quería o no festejar la Revolución. Primero dijo que no, después se apresuró a sacar un desfile mal organizado y afectó a miles con cierres de calles y del aeropuerto. ¿Por qué no hizo el festejo el feriado del 18? Quizá andaba de puente.
www.sergiosarmiento.com
Leído en http://criteriohidalgo.com/notas.asp?id=205577
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, sean civilizados.