Las reformas político-electoral y energética avanzan con un paso raudo y para mediados de la próxima semana es previsible que ambas hayan sido aprobadas en las cámaras de Diputados y Senadores. Lo cierto es que al término del periodo ordinario de sesiones se podrá cerrar por lo menos este ciclo de profundas reformas constitucionales en las que, sin embargo, falta todavía un complemento esencial: las leyes secundarias que son las que le darán forma y fondo a las mismas.
Las leyes secundarias en educación ya vimos los conflictos que generaron y esta misma semana el presidente Peña comenzó a implementar mecanismos para que esas leyes se apliquen. Se suponía que para el próximo lunes 9 tendrían que estar aprobadas las leyes en telecomunicaciones y obviamente no estarán listas hasta por lo menos el siguiente periodo ordinario, entre febrero y abril. Prácticamente todo el contenido de la reforma política y electoral se debe aterrizar en leyes secundarias y ordenamientos.
Con la reforma energética sucede algo que se repite en las otras dos: en todas ellas hay, aunque no se lo reconozca públicamente, muchos capítulos planteados por el Gobierno, el PAN y el PRI pero también por el PRD. Pero ese partido decidió no participar en los debates y las negociaciones tanto de la política como de la energética. Y si mantiene esa posición, aunada a una salida del Pacto por México que en principio no tendría por qué ser definitiva (si lo es el Pacto en sí desaparecería), se perderá su participación en los aspectos nodales de todas estas reformas.
En telecomunicaciones, entre muchas otras cosas, falta por definir en la legislación secundaria casi todo, incluyendo buena parte de las atribuciones del nuevo IFETEL. Tanto falta por ver que no habrá inversiones importantes en el sector hasta que se apruebe esa legislación. En la política y electoral es tanto lo que se abarca que es imposible procesar todo, incluso en un solo periodo ordinario de sesiones. Hay reformas que se aplicarán de inmediato, otras para 2015, algunas para 2018 y otras hasta 2024. Se cambiaron, en algunos casos de manera afortunada y en otros no, todo tipo de ordenamientos en el terreno constitucional. ¿Cómo funcionará el INE, cómo la nueva Fiscalía que reemplazará a la PGR, cómo participarán los candidatos independientes, cómo se terminará eligiendo y quiénes serán los nuevos consejeros? ¿De verdad el PRD se perderá toda esa negociación y la dejará sólo en manos del PAN y del PRI? Sería descabellado hacerlo y toda una corriente del PRD no estaría dispuesta a ausentarse de ese proceso.
Aunque la mayor de las diferencias del PRD están puestas en la reforma energética y en particular en las constitucionales, también sería un error que se encerrara en la lógica del no. Como ya dijimos en este espacio hace meses, en las propuestas del PRD y en particular de Cuauhtémoc Cárdenas hay muchos puntos muy rescatables, sobre todo en lo referente a la operación petrolera y de Pemex, capítulos que se podrían incorporar en las leyes secundarias. El problema es que para darles sentido a esas propuestas había que hacer lo que el PRD rechazaba: una reforma constitucional que, entre otras cosas, otorgue certidumbre jurídica a los potenciales inversionistas. ¿Usted se puede imaginar a un PRD que en su rechazo a la reforma energética, se encierre en la oposición a ultranza y apueste todas sus cartas a una hipotética consulta o a tener mayorías en el Congreso en 2015 para echar para atrás la reforma y que no pelee por sus propias propuestas para la operación de Pemex? Puede ser que así reaccionen pero sería un gravísimo error político aislarse cuando se puede influir en los procesos y decisiones.
Pasada esta reforma el PRD tendrá que decidir si sigue en la línea del ahora impredecible futuro del lopezobradorismo o si se confirma en una línea dialoguista dentro de la propia lógica de la izquierda.
Porque nadie, mucho menos en el PRD, debería equivocarse: es mucho más sencillo llegar a acuerdos entre dos fuerzas políticas que entre tres. Es más fácil definir si se quiere dar matices hacia la izquierda o hacia la derecha si el centro tiene que negociar sólo con uno de eso actores. Ahí está el verdadero eje de la negociación política. Las reformas constitucionales en todos estos ámbitos estratégicos ya salieron o están a punto de hacerlo. No me imagino “cerco” o “circo” que lo impida. Lo importante será ver cómo se procesa todo ese cambio en la letra pequeña, en las leyes secundarias que son las que realmente rigen su aplicación cotidiana.
Leído en http://www.am.com.mx/opinion/leon/el-secreto-esta-en-la-letra-peque%C3%B1a-5522.html
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