“Como decía el general Lázaro Cárdenas, ‘quien entrega los recursos naturales del País a extranjeros es traidor a la patria’ y eso es ese mequetrefe de Peña Nieto, es un traidor a la patria”.
Andrés Manuel López Obrador
Nos dicen que una reforma energética que nos regrese a la legislación que teníamos en el sexenio de Lázaro Cárdenas es una traición a la patria. No explican por qué en todos los demás países del mundo la inversión privada en energía es habitual.
¿Son traidores a la patria los gobernantes y los legisladores de todos los demás países? ¿Lo son los hermanos Castro -Fidel y Raúl- de Cuba que han permitido que empresas privadas canadienses exploren las aguas territoriales cubanas en busca de petróleo? ¿Lo son los gobernantes del reino ermitaño de Corea del norte que han aceptado inversión extranjera en una refinería?
¿Son traidores a la patria los gobernantes y los legisladores de todos los demás países? ¿Lo son los hermanos Castro -Fidel y Raúl- de Cuba que han permitido que empresas privadas canadienses exploren las aguas territoriales cubanas en busca de petróleo? ¿Lo son los gobernantes del reino ermitaño de Corea del norte que han aceptado inversión extranjera en una refinería?
¿Es un traidor a la patria Barack Obama, que mantiene el sistema tradicional que establece que en Estados Unidos el dueño de un terreno es también el propietario de los recursos del subsuelo? ¿Lo son los miembros del Gobierno canadiense, País en el que los habitantes de una provincia son los dueños de los recursos pero en el que toda la exploración y extracción las llevan a cabo empresas privadas? ¿Han sido los presidentes izquierdistas de Brasil ‘Lula’ da Dilva y Dilma Roussef traidores a la patria por licitar a empresas privadas los nuevos yacimientos petroleros en aguas profundas? ¿Son los gobernantes de Noruega unos traidores por permitir la inversión privada junto a la gubernamental Statoil?
Bajo este criterio el propio general Lázaro Cárdenas tendría que ser considerado un traidor a la patria. Fue el presidente Cárdenas el que promovió los contratos de riesgo con el fin de mantener la participación de las empresas extranjeras después de la expropiación de 1938 y los incluyó en la Ley Reglamentaria del artículo 27. La prohibición de los contratos de riesgo no vino sino hasta el Gobierno de Adolfo López Mateos, el Presidente que se consideraba, “dentro de la Constitución, de extrema izquierda”. Sólo él, y Andrés Manuel, quedarías exentos del patíbulo que se reserva a los traidores a la nación.
Lo curioso del caso es que muchos de los países del mundo que han permitido la inversión privada en petróleo han tenido mucho más éxito en esta industria, con mayores beneficios para los ciudadanos, que el nuestro, en que el monopolio estatal ha permitido que solamente un pequeño grupo de políticos y de trabajadores de Pemex se beneficien de la explotación de este recurso natural no renovable.
La discusión sobre la reforma energética no debería centrarse en descalificaciones: si quien apoya la apertura es un traidor o si quien la rechaza un reaccionario. El tema debería ser qué medidas hay que aplicar para subir la producción, bajar los precios de los energéticos y mejorar la productividad del País con el ánimo de generar más empleos. Debemos considerar no sólo los dogmas repetidos durante generaciones en las aulas sino entender lo que han hecho otros países. No necesariamente tenemos que hacer lo que los demás, pero tampoco podemos pensar que somos los únicos en el mundo que sabemos cómo explotar el petróleo y que el monopolio de Gobierno es la única opción aceptable.
Muchos mexicanos de buena fe defienden la apertura petrolera no porque quieran entregar los recursos de la nación a extranjeros sino porque están convencidos de que una industria competitiva y diversificada dará a los mexicanos un mejor rendimiento por la explotación de los recursos del subsuelo. Calificarlos de traidores a la patria simplemente porque tienen una idea diferente de la de algún iluminado no nos llevará a ningún lado. Hoy más que nunca la discusión inteligente debe reemplazar el dogma y la intolerancia.
POPULARIDAD DEL JEFE
A un año del inicio, manifestaciones y bloqueos han afectado la popularidad del jefe de Gobierno del D.F., Miguel Ángel Mancera. Es una lástima porque ha habido medidas positivas. Pero hay en esto un mensaje: no es justo que los grupos políticos abusen de los ciudadanos ante la indiferencia de la autoridad.
Twitter: @sergiosarmient4
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