PRIMER TIEMPO: Manolito y sus problemas de parentesco. Quien lo conoce, asegura que Manuel Velasco es un joven político inteligente y capaz. Quien no lo conoce, como la mayoría de los mexicanos, lo ve como un incompetente que Chiapas no se merecía para que lo gobernara. Velasco es el primer mandatario que tiene el Partido Verde, aunque en realidad su llegada a la gubernatura puede ser más acreditada a la cercanía que procuró con Enrique Peña Nieto desde sus tiempos de gobernador que por méritos propios. El político verde está metido en un embrollo de imagen en estos días porque se le pasó con su promoción para su primer informe de gobierno, al pagar en varios de los principales portales de los periódicos del Distrito Federal, banners y publicidad disruptiva de manera sistemática. Pero en realidad eso sería lo de menos, salvo que su problema es de fondo. Chiapas es el estado donde menos ha avanzado la Reforma Educativa —tache con el Presidente—, y donde más control sobre él tiene la Coordinadora de maestros, que busca derogarla.
Recibió un estado sumido en deudas, y no sólo ha sido incapaz de actuar en consecuencia, sino que su antecesor, Juan Sabines, sigue influyendo en una parte de las decisiones de gobierno. El otro gobernador virtual, otro gran dolor de muelas para Velasco, es su abuelo materno, el empresario Fernando Coello, quien no ha dejado de pisotearlo. Coello lo ha cuestionado públicamente por falta de sensibilidad política, pero al mismo tiempo, se ha escudado en él para actuar de manera, por decir lo menos, irregular. Pero el abuelo tampoco ha dado muchas luces de tenerla. En una disputa por un terreno que le donó Sabines, Coello le dijo a la representante de las familias que fueron afectadas por la decisión del ex gobernador: “A mí la pinche ley me vale madres porque mi nieto va a ser gobernador. Así que se joden”. Sin comentarios para las finuras del abuelo. Y cómo será el problema sanguíneo, que Coello es considerada peor influencia que Sabines, que de sí es costosa. Velasco tiene aún la venia presidencial, tiempo de gracia que tiene para evitar que el gobernador verde se pudra antes de tiempo.
SEGUNDO TIEMPO: ¿No que no señor gobernador? Insistente, hasta tercamente, el gobernador de Morelos, Graco Ramírez, afirmaba que eran inventos que en su estado la delincuencia estuviera descocada. En absoluto, reclamaba las informaciones de prensa que recogían el sentir de los ciudadanos. Morelos está en paz. Presumía que todos los delitos de alto impacto —salvo el secuestro— habían disminuido en 28%, y que los funcionarios encargados de la seguridad, estaban realizando un gran trabajo. En aquel momento era junio, mismas fechas en las cuales la Universidad de Morelos dio a conocer un estudio que revelaba que el 30% de los habitantes de Cuernavaca quería emigrar por la inseguridad. Ramírez decía que sí había seguridad, aunque la situación seguía empeorando. Para entonces, tres de cada 10 empresas ya no quería seguir en Morelos. El Consejo Coordinador Empresarial lo tachó de no querer reconocer el problema y, por tanto, no hacer nada. Los ciudadanos se organizaron y marcharon en varias ocasiones por la paz, como el propio Ramírez había hecho en sus tiempos de opositor. Nada. Al final, la realidad terminó por imponerse. Esta semana relevó a su secretaria de Seguridad Pública y la sustituyó por Jesús Alberto Capella, de quien dijo había sido el responsable de haber bajado la violencia en Tijuana, de donde fue dos veces responsable de la seguridad pública. Pero otra vez el gobernador habló con medias verdades. Capella no fue quien pacificó a Tijuana, sino el teniente coronel Julián Leyzaola. Capella, inclusive fue despedido en medio de una ola de violencia que nunca pudo contener en su primera gestión en esa ciudad. Cuando regresó al cargo Tijuana ya estaba en paz, y sólo administró lo que otros hicieron. No tiene Ramírez más periodos de gracia en Morelos. Ganó tiempo con una mentirilla a sus gobernados, pero que si no resulta como prometió, se le revertirá como un búmeran de hierro. TERCER TIEMPO: El gobernador de los lentes oscuros. En no pocos actos públicos, el gobernador de Aguascalientes Carlos Lozano, sin importar la hora que sea, llega con lentes oscuros. En los últimos de ellos, Lozano se ha vuelto la mofa de sus compañeros gobernadores. “¿Ya tan pronto? Si todavía es muy temprano?”, le dijo hace no mucho uno de los gobernadores cuando en un evento presidencial, de repente, se paró de la tribuna de mandatarios estatales. “Sólo voy al baño; ahora regreso”, respondió. Los gobernadores se rieron. Lozano se ha ido ganando a pulso una mala fama de que no está todos los días al cien por ciento de sus fuerzas, y que es sumamente difícil encontrarlo en ciertas horas en las cuales simplemente se desaparece. La mala imagen de Lozano avanzó rampante con las semanas del año pasado y perdió legitimidad ante el gabinete federal. En los últimos días vivió el frío en la ciudad de México, cuando desesperado por el déficit de mil millones de pesos para la rezonificación educativa, llamó a la Secretaría de Hacienda en busca del subsecretarioFernando Aguilar, responsable del tema. Aguilar, por la temporada, se encontraba de vacaciones, por lo que buscó al secretario Luis Videgaray para que le ayudara a resolver su hoyo financiero antes de que se le convierta en un problema político. Pero el gobernador ya perdió el toque. En Hacienda no le respondieron las llamadas. Gradualmente ha ido perdiendo aliados. Su principal era el coordinador de la bancada del PRI en el Congreso, Manlio Fabio Beltrones, quien cuando ambos estaban en el Senado lo tuvo siempre en su regazo y lo impulsó para la candidatura. Pero cuando llegó, se olvidó de la mano que comió y se alejó de Beltrones. Ahí todavía no le dejan de tomar las llamadas telefónicas, pero el cariño se ha enfriado. Lozano ha ido cometiendo errores políticos de manera regular y alejándose de todos, por la negación de sus viejos apoyos, o por la manera displicente con la que se ha venido comportando en la gubernatura y de la cual, como lo sugieren las risas de los gobernadores por sus lentes negros, ya quienes importan, se dieron cuenta.
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Twitter: @rivapa
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