miércoles, 15 de enero de 2014

Sergio Aguayo - Orden de combate

Los partidos se preparan para la batalla electoral de 2015 por la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM). Reviso aquí el orden de combate, es decir, la forma como despliegan sus fuerzas.

El D.F. en la lógica de los partidos. El PRD se siente listo para la ofensiva tricolor. Su secretario general, Alejandro Sánchez Camacho, declaró en diciembre pasado que el PRI “quiere quedarse con la Ciudad de México”, pero agregó retadoramente: Se “va a quedar con las ganas”. Suena a balandronada porque si bien es cierto que el perredismo está atrincherado en las estructuras gubernamentales y en las clientelas tribales nadie puede anticipar cuántos cuadros y votos se llevará el Movimiento Regeneración Nacional, Morena, que en 2015 se jugará el registro y la plataforma para el 2018.






Entretanto, el PRI de Enrique Peña Nieto sólo observa cómo afilan sus machetes las dos fuerzas de izquierda. El tricolor flota en estado de gracia; tiene unidad, disciplina y, sobre todo, recursos ilimitados. Es como si el priísmo hubiera encontrado la fórmula secreta para transformar las piedras en tarjetas de débito que hacen el milagro de la multiplicación de los votos. El PAN cuenta poco en la capital porque tiene magras clientelas, y además vive las horas amargas del que perdió la máscara de probo.

El peso de la ZMVM. Ésta se forma con 16 delegaciones capitalinas, 59 municipios del Estado de México, y uno de Hidalgo. En ese espacio deambulan 20.5 millones de personas y se maneja la cuarta parte del Producto Interno Bruto ¡de todo el País! 

En las elecciones delegacionales y municipales de 2012 el PRD arrasó en la capital e incrementó en un millón y medio el número de personas que gobierna en el Estado de México. Los municipios conurbados son el talón de Aquiles del priísmo por una razón bastante simple: su cultura política está más cerca del capitalino promedio. Pese a ello, el valle de Toluca impone reglas forjadas en 86 años ininterrumpidos de priísmo. La situación se ha mantenido porque la conciencia de los mexiquenses no se traduce en los niveles organizativos de la capital. Un resultado es que el defeño está más satisfecho con su gobierno que sus vecinos mexiquenses.

La diferenciación facilitó la construcción de una “franja azul” y otra “amarilla” en la zona conurbada. El cortoplacismo y las ineficiencias y corrupciones del PAN y el PRD los llevaron a la debacle en los años del gobernador Enrique Peña Nieto. El momento más amargo fue en las elecciones locales de 2009; perdieron los azules y los amarillos porque se quedaron sin ideas ni argumentos. A la deriva. Se mimetizaron con el PRI y en ese terreno el gobernador Peña Nieto aprendió a manejarlos y menospreciarlos. En una memorable entrevista realizada en medio de la campaña presidencial los calificó de “chavos” incapaces de hacer bien su tarea (Carlos Puig, Letras Libres, mayo de 2012). 

Un problema común a todos los habitantes de la ZMVM es que ninguno de los partidos está a la altura de la cultura cívica existente. La reacción es alejarse de, y frustrarse con la política. Ignoro, por supuesto, el efecto que dicho estado de ánimo tendrá en las elecciones de 2015. Tampoco sé cuál será la estrategia de Morena frente a esa situación y, más importante todavía, cómo afectará la distribución del voto en  2015 y la carrera hacia 2018.

Es posible anticipar la avalancha de recursos públicos dedicados a convencer clientelas y que esa competencia seguramente encarecerá el costo del voto pobre. Lo más probable es que en 2015 el más afectado sea el PRD y que avance el PRI de Peña Nieto. Si Morena cumple con su promesa de ser diferente se convertiría, en el mediano plazo, en una presión muy fuerte sobre el clientelismo y la corrupción de los otros partidos.

Independientemente de lo que hagan las fuerzas políticas hay un espacio amplio para la sociedad organizada que tiene bastante más presencia en el D.F. que en el Estado de México. Una variante novedosa sería que los organismos civiles de los dos estados superaran sus reticencias y diferencias para conectarse en proyectos conjuntos que atendieran problemas comunes.

Hay una conclusión clarísima: para 2015, nada está escrito salvo que será una gran batalla por la importancia estratégica del Valle de México. Para la sociedad se abren enormes ventanas de oportunidad. El enunciado más claro para el voto consciente es que tendrán que ganarse confianza y votos con programas, honestidad y eficiencia. 

Comentarios: www.sergioaguayo.org
Colaboró Rodrigo Peña González


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