Fascista llamó a Leopoldo López desde la altanería, desde la ignorancia, el presidente Nicolás Maduro. Fascista lo llamó quien organiza y arma a los escuadrones de la muerte venezolanos del siglo XXI.
Maduro mandó allanar las casas de Leopoldo y sus familiares en Caracas. Quiere meterlo a la cárcel porque protesta contra una realidad que es una síntesis de pesadilla: pobreza, desabasto, corrupción, intimidación, impunidad, violencia criminal, violencia política, eliminación de libertades, aplastamiento. Quiere encarcelarlo para que escarmienten los que protestan en las calles.
Pero el tiro parecerle estarle saliendo por la culata a Maduro. Leopoldo se sirvió de las redes sociales para decirle que no lo busque más, que estará hoy en la marcha contra el gobierno dictatorial, que ahí lo pueden detener. Un mensaje que le ha dado dimensión internacional, monumental a la protesta de este martes.
Después de escuchar los testimonios y razones de los opositores venezolanos, me quedan pocas dudas sobre su autenticidad y dolor. Y sobre su valentía para ir a una batalla tan desigual contra un régimen que, hemos visto, no se tienta el corazón para dispararle a los ciudadanos.
Venezuela no es su gobierno, son los venezolanos. Y muchos de ellos quieren justicia, libertades, futuro. Por más que quienes no se cansan de conferirle dignidad a los dictadores, por más que el perfecto idiota latinoamericano grite que lo de Venezuela es una nueva embestida del capitalismo y Washington para acabar con la “dignidad bolivariana y chavista”.
Suerte, Leopoldo, que salgas vivo.
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