“La persecución de los viciosos es contraria al concepto de justicia que actualmente priva”.
Reglamento Federal
de Toxicomanías, 1940
Hoy que se ha puesto de moda saber lo que hizo u opinó Lázaro Cárdenas para definir qué políticas seguir en el México actual, quizá valga la pena recordar que como presidente el general despenalizó las drogas.
La prohibición se dio en México en 1931, pero el presidente Cárdenas llegó a la conclusión de que ésta no era la manera de atacar un problema de salud pública. Por eso, el 17 de febrero de 1940 publicó en el Diario Oficial un nuevo Reglamento Federal de Toxicomanías.
En las consideraciones previas, el reglamento señalaba que la persecución penal sólo afectaba a un grupo de “viciosos” y “traficantes en corta escala, quienes por carecer de suficientes recursos no logran asegurar su impunidad”. Añadía que “debía conceptuarse al vicioso más como enfermo al que hay que atender y curar, que como verdadero delincuente que deba sufrir una pena. El único resultado obtenido con la aplicación del reglamento de 1931 ha sido el del encarecimiento excesivo de las drogas y hacer que por esa circunstancia obtengan grandes provechos los traficantes”.
El presidente Cárdenas no se limitó a legalizar la marihuana sino también las drogas duras. Además de eliminar la prohibición, de hecho, repartió drogas de manera gratuita. El Departamento de Salubridad elaboró un padrón de toxicómanos y estableció dispensarios en los que se proporcionaba heroína, morfina o cocaína sin cobro.
Hubo problemas, por supuesto. México era, como lo es ahora, un País pobre y dar dosis gratuitas de droga a los usuarios era caro. Esto generaba una fuerte presión sobre el presupuesto del Departamento de Salubridad. Sin embargo, el Gobierno logró que se desplomara el precio de las drogas en el mercado negro. A los narcotraficantes se les acabó el negocio. No se puede competir contra un producto gratuito (véase Froylán Enciso, “Drogas fueron legales unos meses”; El Universal, 8 de agosto de 2013). Al caer el precio de las drogas los adictos no tuvieron ya que cometer delitos para financiar sus hábitos.
Ante una fuerte presión de los Estados Unidos, sin embargo, el presidente Cárdenas se vio obligado a echarse para atrás. Washington suspendió las ventas de medicamentos a México en castigo por su legalización de las drogas. Como en México casi no se producían medicinas, esto dejó a buena parte de la población sin posibilidad de acceso a medicamentos. Hubo discusiones, pero el Gobierno estadounidense insistió. Si México quería medicinas, tenía que prohibir nuevamente las drogas.
Al final el general Cárdenas se rindió. El 7 de junio de 1940 se suspendió el nuevo reglamento. En el Diario Oficial se explicó el 3 de julio: “Con motivo de la guerra actual se ha dificultado grandemente la adquisición de drogas, ya que de los laboratorios de los países europeos es de donde directamente o indirectamente se ha venido abasteciendo el Departamento” de Salubridad Pública, por lo que “mientras dure la guerra europea, el expresado Departamento se encuentra con la imposibilidad de poder cumplir con el reglamento de que se trata”.
La guerra terminó, pero México no recurrió nuevamente a la despenalización. Desde entonces la guerra contra las drogas ha hecho que decenas de miles de usuarios, en lugar de ser apoyados como enfermos para superar sus adicciones, hayan tenido que pasar largas temporadas en la cárcel. También ha hecho que el crimen y la violencia se hayan multiplicado en nuestro País, especialmente a partir de que Felipe Calderón endureció la guerra contra las drogas. Mucho de esto pudo haberse evitado si se hubiera mantenido la liberalización que en 1940 impulsó Lázaro Cárdenas.
Inamovilidad
La inamovilidad de los consejeros era un principio fundamental para lograr la independencia del IFE. Ahora, por tercera vez, los políticos están descabezando a la institución por mezquinas venganzas políticas.
Twitter: @SergioSarmiento
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