jueves, 27 de febrero de 2014

Sergio Sarmiento - Mago de las cuerdas



“Sólo hay dos o tres guitarristas que se pueden considerar leyendas. Y por encima de todos está Paco de Lucía.”
Keith Richards


Debe haber sido un hombre de buen gusto. Francisco Sánchez Gómez, mejor conocido como Paco de Lucía, escogió nacer en la gaditana Algeciras, en la punta más meridional de España, el 21 de diciembre de 1947, junto a un Mediterráneo en que la costa africana se vuelve presencia constante. Y qué decir de su decisión de morir junto a las aguas tibias del Caribe mexicano, en Playa del Carmen, un lugar que había seleccionado como su segundo hogar y como el refugio en el que pasaría un siempre postergado retiro.

No fue un señorito andaluz de esos que aprenden la guitarra para recibir el aplauso obligado en las fiestas de familia o sociedad. Recibió el instrumento de las seis cuerdas y cuerpo de mujer a los siete años de manos de su padre, Antonio Sánchez, quien se ganaba la vida precariamente vendiendo telas pero cuya verdadera vocación era la música. Antonio se convirtió de hecho en el primer y exigente maestro de Paco. La madre, Luzia Gomes, portuguesa, pensó desde un principio que el talento del pequeño podía ser una puerta de salida a los apuros económicos de la familia.





De chico le llamaban Paco el de Lucía; esto es, el hijo de Luzia. De ahí surgiría su nombre artístico. Ya a los 12 años con su hermano Pepe, cantaor, asombraba por su talento en el grupo Los Chiquitos de Algeciras. Con él grabó un disco a los 14. Siguieron otros con Ricardo Modrego y Ramón de Algeciras. Su primer álbum en solitario vino en 1967, a los 19, La fabulosa guitarra de Paco de Lucía. En 1970 se consagró en el Palau de la Música de Barcelona. La rumba “Entre dos aguas” de 1973 lo convirtió en el más popular de los músicos de flamenco. Formó pareja musical con Camarón de la Isla, un cantaor de voz rasposa y estilo abrupto que contrastaba con la ágil fluidez de la guitarra del algecireño. Juntos dieron al flamenco una proyección inusitada y alcanzaron públicos hasta entonces indiferentes o incluso hostiles a esta forma musical.


Así como Andrés Segovia renovó la guitarra clásica, Paco de Lucía transformó la flamenca. En un inicio se vio fuertemente influido por el Niño Ricardo y por Sabicas, dos de los grandes, pero él logró dar a la guitarra flamenca una inusitada limpieza de sonido. La guitarra es un instrumento muy fácil de tocar mal pero muy difícil de tocar bien. Aun los mejores aceptan rasguños e imperfecciones en sus interpretaciones. Paco sorprendió por la limpieza de su sonido aun en los pasajes más intensos y complejos.


Si bien en un principio se mostró escéptico ante las fusiones del flamenco con otras formas musicales, con el tiempo las aceptó y las llevó a su máxima expresión. Lo importante, argumentaba, era preservar la esencia de los géneros. Sus discos con los guitarristas de jazz John McLaughlin y Al di Meola, así como con virtuosos de otros géneros, generaron rechazo entre los puristas, pero ayudaron a darle al flamenco un mayor reconocimiento internacional. Lo que nunca nadie negó fue su virtuosismo.
Paco de Lucía escogió irse pronto. El 25 de febrero jugaba con sus nietos en Playa del Carmen cuando sufrió un infarto. Si bien se encontraba en un hotel, el Barceló, porque planeaba tener reuniones de trabajo, contaba con una casa de descanso en Playacar y había expresado varias veces su intención de retirarse ahí. Fue trasladado al hospital Hospiten de Playa del Carmen, pero la vida se le escapó a eso de las 5:15 de la noche. Tenía 66 años de edad.


En Algeciras las banderas ondean hoy a media asta y se han declarado tres días de duelo. En el resto del mundo no hemos quizá bajado las banderas, pero deberíamos. Se ha ido una de las mayores figuras de la música en el mundo.


COSTO AMBIENTAL
Los costos por agotamientos de recursos y degradación ambiental en nuestro País ascendieron a 6.3% del PIB en 2012 según el INEGI. Éste es un daño colateral del avance económico. Tenemos que conocerlo, medirlo y reducirlo, pero sin acabar con el crecimiento que genera prosperidad.

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