viernes, 28 de marzo de 2014

Sergio Sarmiento - En tinieblas

"Al apagar las luces lo único que conseguimos es que resulte más difícil ver".

Bjorn Lomborg
Salvemos el planeta, apaguemos un foco. Este próximo sábado 29 de marzo, nos dicen, hay que apagar las luces "durante una hora para mostrar [el] compromiso con algo que todos tenemos en común: el planeta".
"La Hora del Planeta es un recordatorio vis
ual de que los problemas ambientales del mundo no tienen por qué abrumarnos -afirma el World Wildlife Fund o Fondo de la Naturaleza que ha promovido esta iniciativa-. Las pequeñas cosas que hacemos todos los días harán que tengamos un futuro mejor y juntos podemos hacer que este cambio suceda".

El problema, según Bjorn Lomborg, el ambientalista escéptico, director del Copenhagen Consensus Center, es que apagar las luces una hora no ayuda a disminuir las emisiones de contaminantes y puede incluso aumentarlas. La campaña promueve la impresión falsa de que disminuir las emisiones de contaminantes es una tarea muy sencilla.







Lleva a pensar que la solución al calentamiento global es disminuir el consumo de electricidad, cuando lograr una mayor disponibilidad bien puede ser el objetivo más importante para rescatar a mil 300 millones de seres humanos de la miseria (véase Lomborg, Bjorn, Cegados por la luz, Reforma, 18 marzo 2013).


Apagar las luces una hora en una noche de sábado bien puede hacer que un joven clasemediero piense que tiene conciencia y responsabilidad ecológicas. En la muy progresista Ciudad de México se planea toda una fiesta que incluirá un paseo nocturno en bicicleta, una (contaminante) danza con fuego y un concierto (eléctrico) de los grupos Varana, Sforza y Jenny and the Mexicats.
Un grupo de niños se disfrazará de Hombre Araña, ese personaje que el presidente Nicolás Maduro considera el verdadero responsable de la violencia en Venezuela.

Estos proyectos son oro molido para los políticos. Tanya Müller, secretaria capitalina del ambiente, declaró este 20 de marzo: "Más de 80 por ciento de la electricidad y la energía mundial se producen a partir de la quema de combustibles fósiles, por lo que tenemos una gran oportunidad como país para cambiar las tendencias".

La tendencia, sin embargo, no cambiará apagando algunas luces una hora. Para empezar el consumo de electricidad se reducirá poco o nada, porque aun quienes apagan los focos no desconectan sus refrigeradores u otros aparatos domésticos que usan más energía.

Aun cuando hubiera más gente dispuesta a apagarlo todo, la generación de electricidad y las emisiones de contaminantes no disminuirían porque las termoeléctricas no se pueden apagar por una hora. Si así se hiciera, habría un uso de energía mayor al del ahorro para echarlas a andar cuando todo el mundo encendiera luces y aparatos.

Además, mucha gente apaga los focos pero enciende románticas velas o chimeneas, las cuales son mucho más ineficientes que los focos y generan más contaminación.

Lo peor es que en un momento en que hay que llevar electricidad a los más pobres (recordemos lo absurdo que era entregar pizarrones de Enciclomedia en escuelas sin electricidad), la Hora del Planeta manda el mensaje opuesto: que la electricidad es mala.

Los ricos que tienen electricidad apagan los focos una hora para decir a los pobres que no deben tener electricidad.

Yo pienso que no hay que dejar a nadie en tinieblas. Hay que llevar la electricidad a todo el mundo. Por supuesto que hay que reducir las emisiones de contaminantes por kilovatio generado, pero para eso hay que reemplazar el combustóleo de las termoeléctricas por gas, construir presas y desarrollar tecnologías que permitan generar electricidad sin emisiones de carbono.

Pero eso es complicado. Es más fácil mentir y decir que la solución radica en apagar los focos una hora.

Fracking

El único país importante del mundo que ha reducido sus emisiones de contaminantes en la última década es Estados Unidos, el que no firmó el Protocolo de Kioto. Lo hizo sustituyendo carbón por gas en las termoeléctricas.

Ese gas proviene de la nueva tecnología de la fractura hidráulica (fracking) que algunos ambientalistas quieren prohibir.




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