"Muchas manos en la sopa ponen el caldo morado".
Refrán
También es una línea dorada por su utilidad. Si bien hace dos años no existía, hoy se ha vuelto indispensable. Quienes ya habían logrado disminuir sus tiempos de traslado del suroriente al surponiente de la Ciudad de México, hoy tienen que perder nuevamente dos o tres horas diarias.
Joel Ortega, director del Sistema de Transporte Colectivo Metro, anunció el 11 de marzo el cierre de 11 estaciones de la Línea 12 por seis meses debido a razones de seguridad a causa de un desgaste en los rieles. El fenómeno es al parecer consecuencia de una falta de ajuste entre las ruedas metálicas de los trenes y los rieles. Según Alonso Quintana del consorcio constructor, que incluye a ICA, Grupo Carso y Alstom, el problema se debe a que los trenes entregados tenían especificaciones distintas a las que se utilizaron para los rieles. El Metro ha solicitado 475 millones de pesos para mantenimiento preventivo y correctivo. Los costos económicos y sociales de la suspensión, sin embargo, serán mucho mayores.
Marcelo Ebrard, jefe de Gobierno de la Ciudad de México de 2006 a 2012, afirma que la entrega del trabajo fue supervisada por cinco empresas distintas, cada una especializada en algún tema en particular. El proyecto contaba con un acuerdo con las empresas constructoras para hacerse cargo de "vicios ocultos" que pudieran encontrarse después de la terminación del proyecto. El consorcio, sin embargo, señala que no es responsable porque no hay vicios ocultos sino especificaciones equivocadas.
Si bien la Línea Dorada empezó a operar en octubre de 2012, ayer Ebrard me decía que la entrega formal se hizo el 8 de julio de 2013, ya en el gobierno de Miguel Ángel Mancera. Ebrard reitera que nunca se le informó que hubiera un problema en la operación de la línea. De hecho, la entrega fue certificada por supervisoras internacionales que señalaron que todo estaba bien. Joel Ortega afirma que los problemas se percibieron de inmediato, pero que sólo con el tiempo se hizo evidente su gravedad.
"Si los trenes no son compatibles -me preguntaba ayer Ebrard-, ¿por qué circularon todo un año? ¿Por qué no se suspendió la operación desde un principio?". Ebrard me dice también que si el problema fuera realmente de incompatibilidad de trenes y rieles, no sería algo que se pudiera resolver con un simple mantenimiento de seis meses.
Alonso Quintana de ICA ha dicho que desde un principio se señaló al Metro que las especificaciones de los trenes recibidos no eran compatibles con las de los rieles. La empresa CAF que construyó los trenes afirma, a su vez, que se basó en las especificaciones que se le definieron.
La Contraloría del GDF va a realizar un análisis de todo el proceso y será muy importante saber qué dice, aunque Ebrard apunta que a todo lo largo de la construcción se hicieron auditorías. La primera impresión que dan las distintas declaraciones, sin embargo, es que en el afán de repartir responsabilidades se perdió la ventaja de contar con un mando único y una sola cabeza responsable.
En un proyecto en el que intervienen tantas empresas la parte contratante, que no es el Metro sino una entidad creada en 2009 llamada Proyecto Metro del Distrito Federal, es la responsable de realizar el delicado trabajo de coordinación de los participantes. En principio, y si no hay indicaciones de que alguno de los constructores falló en la aplicación de las especificaciones, la responsabilidad recaería sobre el Proyecto Metro y su director general, Enrique Horcasitas Manjarrez.
Los Horcasitas
¡Coincidencias de la vida! Enrique Horcasitas Manjarrez, director general del Proyecto Metro del Distrito Federal, es hermano de Luis Horcasitas Manjarrez, vicepresidente de construcción civil de ICA, una de las empresas del consorcio constructor de la Línea 12.
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