“La censura... es la característica distintiva de un régimen autoritario”.
Potter Stewart
Si para disminuir la delincuencia bastara con censurar las expresiones artísticas no habría mucho de qué preocuparse. Terminar con el crimen sería una decisión administrativa muy fácil de aplicar.
Ésta es la posición tradicional de los gobiernos conservadores y autoritarios del mundo. La censura es, según ellos, un mal menor si lleva a la eliminación de males sociales o ideas perniciosas. Al grupo se une ahora el gobierno perredista de Morelos.
Jorge Messeguer, secretario de Gobierno de Morelos, mandó una carta al ayuntamiento de Cuernavaca, encabezado por el priista Jorge Morales Barud, pidiéndole la cancelación de un concierto programado para el 11 de abril que daría Alfredo Ríos, mejor conocido como El Komander. “Evitemos que este tipo de grupos se presente en Morelos -escribió Messeguer-. Con toda claridad, este tipo de grupos que fomenta la violencia, la apología del delito, no deben ser bien recibidos en un estado donde estamos construyendo la paz y la seguridad para todos”.
En lo personal no me gusta la música del autor de Toquesones de cannabis o 100 balazos al blindaje. No soy afín a la banda mientras que las letras del Komander -”Dijeron que ando atizado, ando como a mí me gusta, enyerbado”- carecen a mi juicio de calidad literaria. Pero eso no significa que no debamos mostrar preocupación ante un nuevo acto de censura en nuestro país.
El propio Komander, en entrevista radiofónica, me decía esta semana que lamenta la censura y niega que sus canciones ofrezcan una apología del delito. “Yo simplemente escribo sobre lo que pasa en el país”, afirmaba.
Tanto el gobernador Graco Ramírez como el secretario Messeguer me llamaron después de la conversación con el Komander para negar que estuvieran impulsando una censura. Es “un acto de congruencia”, argumentó Messeguer, para un gobierno que busca “reestructurar el tejido social”.
Los censores siempre han argumentado que sus acciones sólo buscan el beneficio de la comunidad. En el Renacimiento europeo se censuraba la gallarda porque acercaba mucho a los hombres y mujeres. En el siglo XIX el gran escándalo lo provocaba el vals en que el hombre tomaba a la mujer del talle. El franquismo español censuró canciones de Joan Manuel Serrat por sus letras: “en la fiesta de San Juan, cómo comparten su pan, su mujer y su gabán gentes de cien mil raleas”. Todos los censores afirmaron actuar por el bien de la comunidad.
Censurar es políticamente rentable, particularmente cuando se afecta a grupos minoritarios. Cada vez que trato el tema en alguno de mis espacios recibo numerosos comentarios de apoyo a la censura. Al parecer la mayoría de los mexicanos están convencidos de que los gobiernos deben censurar aquellas opiniones o formas musicales con las que no están de acuerdo.
Por lo pronto ya el estado de Puebla, en que gobierna Rafael Moreno Valle, ha decidido también censurar al Komander y a un grupo llamado Calibre 50. Las presentaciones de ambos han sido canceladas en el palenque de la Feria de Puebla 2014 “por razones ajenas” a la empresa organizadora. El gobierno mexiquense de Eruviel Ávila censuró el Hell & Metal Fest en marzo, pero el Komander cantó la semana pasada en el mismo lugar de Texcoco, en la Feria del Caballo, sin que hubiera consecuencias que lamentar.
Aceptar la censura solo porque el Komander no es un intelectual es cerrar los ojos al mal que puede generar esta práctica. Martin Niemöller lo señaló hace décadas: “Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas, guardé silencio porque yo no era comunista... Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista... Cuando finalmente vinieron por mí, no había nadie más que pudiera protestar”.
INVERSIÓN
La inversión fija bruta cayó 0.62 por ciento entre diciembre de 2013 y enero de 2014. La mayor caída se registró en la construcción. El fuerte aumento en el gasto gubernamental todavía no se refleja en un incremento en la inversión productiva.
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