martes, 3 de junio de 2014

Fausto Pretelin - Las claves de la abdicación

Difícil encontrar una figura referente de unión en Iberoamérica, región que se ha distinguido por el desapego regional.

Remitirnos al sexenio del presidente Carlos Salinas de Gortari es vincular al rey Juan Carlos con el inicio de las cumbres iberoamericanas. Los topes de la integración los colocó Hugo Chávez. No es casual que ambos personajes mostraran públicamente sus rasgos antagonistas: “¿Por qué no te callas?” decía un enfadado monarca a un rey bolivariano durante la Cumbre Iberoamericana en Chile, 2007.
Tampoco es casual que el ritmo de las cumbres se asocie hoy al deterioro icónico del rey Juan Carlos. Los encuentros perdieron dinamismo frente al boicot del eje chavista. De ahí que el “¿Por qué no te callas?” se haya convertido en una especie de epitafio de las cumbres. (Este año, Veracruz será sede del último evento anual. En el futuro, las reuniones se celebrarán cada dos años.)









La figura de la monarquía española en el siglo XXI dejó de ser el icono del que se desprendía un puente terso por el que España abandonaba el estadio dictatorial para transitar al demócrata, en particular, hacia un estadio europeo en el que subyacen valores democráticos.

El tiempo obliga a reinventarse, y hoy el tiempo real domina. La naturaleza que vio nacer a los Indignados se concatenó con las empresas de Iñaki Urdangarin, yerno del rey Juan Carlos, y las percepciones positivas sobre la monarquía, que tenía una amplia mayoría de los españoles hacia finales del siglo pasado, cambiaron de manera peligrosa durante los últimos tres años.

Urdangarin y su esposa Cristina usaron la siempre positiva imagen del deporte para fines personales. El famoso “charolazo” de Urdangarin ante presidentes autonómicos, por ejemplo, el valenciano Francisco Camps, hizo milagros en sus finanzas personales. La estrategia parecía exitosa: crear dos empresas, una de ellas, el Instituto Nóos, como bandera benefactora, y Aizoon, la encargada de facturar. Cristina, enamorada de Iñaki, se inmoló en el futuro inmediato, es decir, judicial, de Urdangarin. Así, la corona de Juan Carlos recibió un duro golpe de credibilidad, pero sobre todo, de honradez.

Cuatro años atrás, la crisis económica española arrasó con los fundamentales de su economía y llevó a la tasa de desempleo al nivel más elevado de toda la Unión Europea: 26% el general y casi 50% entre los jóvenes. Ahora, la abdicación del rey Juan Carlos ocurre en la peor crisis política desde la transición.

El día en que Felipe inicie su reinado tendrá varios folios sobre su escritorio. Los dos primeros en importancia serán Cataluña y las mermas del bipartidismo. Cataluña ha tomado la vía independentista mientras que el bipartidismo (PP-PSOE) tomó la que conduce al despeñadero.

El golpe de timón que Esquerra Republicana de Catalunya ha dado en la conducción del gobierno de Artur Mas respecto a la primera escala (la consulta del 9 de noviembre), cuyo destino final es la independencia, revela la ausencia total de entendimiento entre los presidentes Rajoy y Mas. El rey Felipe VI tendrá que debutar como apagafuegos, cordial intermediario entre “dos Españas”.

El segundo folio que tendrá que leer el próximo rey Felipe VI será sobre el ascenso de partidos que no quieren la existencia de la monarquía, o si se prefiere ver, el deterioro del bipartidismo (PP-PSOE). No es extraño que la agrupación Podemos sea el brazo político de los Indignados. Pablo Iglesias, su líder, desea la desaparición de la monarquía. Pero no es la izquierda radical la única la que lo desea. También la ultraderecha que se puede escuchar, leer o ver a través de los medios de comunicación. Uno de ellos es Federico Jiménez Losantos, colaborador del periódico El Mundo, conductor del noticiero matutino en la estación EsRadio y accionista de la página Libertad Digital. No hay día que deje escapar para lanzar piedras verbales al rey.

Iglesias y Losantos, de extremos antagónicos han aprovechado el declive biológico del rey, detonado hace 25 meses por el viaje, desconocido en su momento por la opinión pública, que hizo el rey Juan Carlos a Botsuana y del que regresó con fractura en la cadera. A partir de ese momento, el rey ha ingresado cinco veces al quirófano. El pasado 6 de enero, leyó un discurso televisado con dificultad; alrededor, el caso Urdangarin. El proceso de sucesión ya estaba en proceso.

La Historia en tiempo real ya no es posible rentabilizar. Las nuevas generaciones requieren de soluciones por promesas que emergen de la industria de la retórica. Los mayores de 45 años tendrán a Juan Carlos como un icono de la transición española. Los jóvenes lo asociarán con Urdangarin. Así de injustas son las asociaciones. Pero así de racional es el tiempo real.

Se acabaron los referentes latinoamericanos. El único deseo es que a Felipe no le ocurra lo mismo que a Maduro.

Leído en http://www.24-horas.mx/las-claves-de-la-abdicacion/

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