jueves, 19 de junio de 2014

José Gil Olmos - Las autodefensas mexiquenses



MÉXICO, D.F. (apro).- Una vez que fueron domesticadas las autodefensas en Michoacán, el gobierno federal esperaba que el fenómeno no avanzara en otros estados y dejar de lado la preocupación de que la propia ciudadanía tome en sus manos la responsabilidad de seguridad y justicia que le corresponde al Estado mexicano.

Pero ante el fracaso de la estrategia peñista para combatir al narcotráfico y detener el galope de la violencia, la población sigue respondiendo por sí sola. En el Estado de México grupos de ciudadanos están formando comités de vigilancia, rondas de centinelas y autodefensas armadas en barrios, colonias, comunidades y pueblos hasta donde ha llegado la ominosa presencia del crimen organizado con diversos nombres y apelativos como Familia Michoacana, Caballeros Templarios, Zetas, Cártel del Golfo o Los Beltrán Leyva.










En la mitad de los municipios del Estado de México, sobre todo en los colindantes con el Distrito Federal, Morelos y Guerrero, las bandas del crimen organizado tienen una fuerte presencia controlando a las policías locales y estableciendo su imperio de terror y violencia. En otros municipios más rurales son las bandas locales las que están secuestrando, extorsionando y asaltando a la gente que antes vivía la tranquilidad del campo.


De nada ha servido el operativo de seguridad con más de 4 mil soldados y policías federales que el gobierno de Enrique Peña Nieto lanzó para rescatar a su tierra de las manos de los grupos criminales. Todos los días hay ejecuciones, secuestros y extorsiones a los negocios de municipios como Valle de Chalco, Ecatepec, Cuautitlán Izcalli, Naucalpan, Chalco, Nezahualcóyotl, Tlalnepantla, entre muchos otros, sin que la presencia militar o policiaca inhiba a los delincuentes.

No se trata del efecto “cucaracha” que el gobernador Eruviel Ávila dijo que se estaba produciendo tras los operativos en Michoacán contra los Caballeros Templarios, sino de acciones del crimen organizado que desde el 2011 actúan en el Estado de México –desde que el gobernador era Enrique Peña Nieto–, y que no han sido enfrentados con acciones efectivas sino con discursos.
Ante este panorama de violencia e inseguridad la gente ha tomado lo que tiene en las manos para defenderse, ya sea con una pistola, un bate, piedras, palos o un silbato que ponga en alerta a los demás ante el embate de algún delincuente.

Existen muchas coincidencias entre Michoacán y el Estado de México, en ambas el crimen organizado se ha extendido hasta controlar regiones enteras, en las dos las autoridades que se han corrompido dejando a la deriva a la población, tanto en una como en la otra ha fracasado la estrategia militar y policiaca para combatir al crimen organizado.

En las dos la población ha decidido tomar las armas para defenderse ante la indolencia de los gobernadores del PRI.

No es extraño entonces que en Michoacán el gobernador Fausto Vallejo haya anunciado su separación del cargo tras el escándalo de las fotos de su hijo Rodrigo con Servando Gómez, La Tuta, mientras que en el Estado de México el gobernador Eruviel Ávila también este en la línea de la separación sino hay resultados pronto en la entidad donde el crimen organizado está creando un gobierno paralelo.

Twitter: @GilOlmos



Leído en http://www.proceso.com.mx/?p=375074

 



 


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